Todos sabemos que en el verano de 2023 se batieron muchos y peligrosos récords climáticos. Al menos en el hemisferio norte. Pero lo que no sabíamos es que esos récords son mucho más extremos de lo que podríamos imaginar. Inicialmente se calculó que la temperatura media estuvo 1,5 ºC por encima de los niveles preindustriales. Ahora, gracias a un estudio publicado en Nature, sabemos que esos datos estaban mal calculados. Que en realidad la temperatura es 2,07 ºC superior a los niveles industriales y que, al menos en los últimos 2.000 años, no ha habido un verano más caluroso que ese.
Se ha llegado a estas conclusiones sobre el verano de 2023 gracias al análisis de los anillos de los árboles. Con ellos se vio que los datos de temperatura tomados entre 1850 y 1900 estaban equivocados. No es extraño, pues las técnicas de medición de aquella época eran poco precisas en comparación con las que se utilizan hoy en día. Pero, además, se ha podido comprobar la evolución de las temperaturas en el hemisferio norte durante muchísimo más tiempo.
Lo peor de todo es que son ya muchas las predicciones que apuntan a que el verano de 2024 podría ser peor que el de 2023. Si esto ocurre, seguiremos batiendo ese ominoso récord que nos llevará a vivir en un planeta cada vez más sofocante. La única forma de evitarlo es combatir el cambio climático. Porque sí, las temperaturas del verano de 2023 se debieron en parte a causas naturales, pero también tuvieron mucho que ver con el calentamiento inducido por la actividad humana.
El clima a través de los troncos de los árboles
Si analizamos el corte de un tronco de árbol, vemos una serie de anillos que nos pueden indicar cuántos años tiene. Estos crecen formando un anillo nuevo cada año, por lo que es tan sencillo como contarlos. Pero este no es el único dato que podemos calcular. También es posible analizar los cambios del clima a lo largo de ese tiempo.
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Y es que hay dos factores que influyen en el crecimiento del tronco de los árboles. Por un lado, la edad. Los árboles crecen más cuando son más jóvenes, de manera que los anillos internos, que se corresponden con los primeros años de vida, son los más grandes. Pero también influye en ese crecimiento el clima, sobre todo las precipitaciones y las temperaturas. Esto nos permite saber cómo fue fluctuando el clima cada año a través de una serie de cálculos.
Estos comienzan por restar al tamaño del anillo el crecimiento correspondiente a su edad, conocido por el análisis previo de muchos árboles, que permiten establecer patrones. Después, se debe comprobar cuánto crecieron los últimos anillos. Es decir, los que se corresponden con años para los que hay información procedente de las estaciones meteorológicas. Esto permite elaborar nuevos patrones con los que se puede calcular la temperatura que hubo en los años previos a las mediciones.
¿Qué pasó en el verano de 2023?
Los anillos de los árboles han permitido calcular que las temperaturas entre 1850 y 1900 eran más frías de lo que decían los registros inexactos de aquella época. Por eso, ahora sabemos que la diferencia de temperatura en el verano de 2023 fue mayor. Pero precisamente gracias a los árboles también sabemos que, en los últimos 2.000 años, no ha habido un verano peor que el de 2023.
Gracias a los anillos se ha observado que los veranos más fríos tuvieron lugar a continuación de grandes erupciones volcánicas. Estas liberan tal cantidad de ceniza a la atmósfera que las radiaciones solares no pueden llegar tan fácilmente hasta la superficie de la Tierra, de modo que disminuyen las temperaturas. Lo que los árboles contaban a los científicos tenía sentido. El más frío de esos veranos ocurrió en el año 536 después de Cristo y las temperaturas medias fueron 3,93 ºC más bajas que las del verano de 2023.
En cuanto a los veranos más cálidos, suelen coincidir con El Niño. Este es un fenómeno climático asociado al calentamiento del océano Pacífico, que provoca temperaturas especialmente altas en el hemisferio norte. Los descubrieron unos pescadores en el siglo XVII. No obstante, se puede calcular aproximadamente cuándo ocurrió en años anteriores, porque se desarrolla de forma cíclica, cada 3-8 años.
El verano de 2023 fue especialmente cálido a causa de El Niño, pero también por el cambio climático. Si nos ceñimos solo al calentamiento del Pacífico las temperaturas no tendrían que haberse elevado tanto. No hay más que ver los veranos más cálidos de los últimos 2000 años, en los que El Niño también estuvo presente, pero la actividad humana no potenció el calentamiento.
¿Qué pasará en 2024?
Si bien El Niño ya se está debilitando, se espera que siga bastante activo a principios del verano de 2024. Por eso, no sería raro que se vuelvan a batir récords de temperatura. Además, el cambio climático sigue avanzando a pasos de gigante, de tal manera que el calentamiento global contribuirá a que, posiblemente, vuelvan a batirse récords.
En los últimos 2000 años el ser humano ha desarrollado medicamentos que salvan millones de vidas cada año, ha inventado artilugios para que podamos comunicarnos con personas al otro lado del mundo. También ha compuesto melodías maravillosas y ha pintado cuadros capaces de desgarrar el alma. Pero, por el camino, ha ido destruyendo el único planeta en el que podemos disfrutar del arte, comunicarnos con nuestros seres queridos y velar por la salud. De nada sirven todos esos inventos si no tenemos un planeta en el que vivir. Vale la pena pensar en ello.
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