Últimamente se está hablando mucho sobre la retirada de los permisos a AstraZeneca para administrar su vacuna contra la COVID-19. Lo que no suelen decir muchos medios, y aún menos la población antivacunas, es que ha sido la propia compañía farmacéutica la que ha solicitado la retirada y que no lo ha hecho por los casos de trombosis que tanto han dado que hablar. La posibilidad de padecer este efecto secundario estaba contemplada en la ficha técnica de la vacuna desde hace años y los riesgos no son mayores que los de muchos fármacos en los que, por supuesto, el beneficio es mucho más alto. Por lo tanto, la causa de esta retirada no es otra que la falta de demanda por parte de los consumidores.
El mercado de las vacunas funciona como cualquier otro: la oferta obedece a la demanda. De hecho, en este caso concreto es un tema que se debe tener especialmente en cuenta, ya que el desarrollo de vacunas es carísimo. No tiene sentido seguir produciendo y manteniendo una opción para la que ya no hay suficiente demanda. Por eso, AstraZeneca ha tomado la decisión de solicitar a la Unión Europea la retirada de su vacuna contra la COVID-19.
Lo vemos como algo muy extraño, porque es la primera vez que miramos con lupa los pasos de una compañía farmacéutica. Sin embargo, la retirada de vacunas por falta de demanda no es una novedad. Ha ocurrido con otras muchas en los últimos años y seguirá pasando en el futuro. He aquí algunos ejemplos.
El gran éxito de la vacuna contra la viruela
Sin duda, el mejor ejemplo de retirada por falta de demanda es el de la vacuna de la viruela. Esta hace décadas que dejó de administrarse en todo el mundo, porque precisamente gracias a ella el virus ya no se encuentra en los humanos. Es el único, de los que nos infectan a nosotros, que se ha logrado erradicar por completo.
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Por eso, la vacunación se fue retirando paulatinamente en todo el mundo. En España, por ejemplo, dejó de administrarse en 1979.
La casi erradicación de la polio
La mayoría de apuestas señalan a que el siguiente virus que se erradicará gracias a las vacunas será el de la polio. De hecho, la enfermedad ha desaparecido ya de muchas partes del mundo. Por eso, y porque existe una opción mejor, en 2016 se fue retirando poco a poco la comercialización de la vacuna oral tradicional.
Esta estaba basada en virus vivos atenuados, mientras que la que la sustituyó en aquel momento es una vacuna inactivada, que reduce los efectos secundarios. ¿Significa eso que la vacuna oral se retiró porque era mala? No precisamente. Ocurre algo similar al caso de AstraZeneca. La nueva vacuna inactivada era mejor, por lo que la demanda para la oral fue disminuyendo hasta el punto de retirarse. No obstante, gracias a esa primera vacuna oral, la polio desapareció de buena parte del planeta.
Un cambio a mejor en la HIB
Se conoce como HIB a la bacteria Haemophilus influenzae tipo B. Es causante de infecciones muy variadas, que van desde la meningitis hasta la neumonía, pasando por otras enfermedades más leves.
Durante años se usó una vacuna basada en uno de los polisacáridos de la pared celular de la bacteria. Este es un mecanismo menos conocido que el de las proteínas virales, pero que aún sigue en uso. Sin embargo, este tipo de vacunas cuentan con un problema y es que su inmunidad es menos duradera, porque no activan a los linfocitos T, que favorecen el desarrollo de la memoria inmunitaria. Por eso, hace años que se desarrollaron las que se conocen como vacunas conjugadas. En ellas, los polisacáridos se unen a proteínas transportadoras, que se dirigen a los linfocitos T y los activan, potenciando una inmunidad más duradera.
La primera enfermedad para la que se desarrollaron estas vacunas fue precisamente la causada por HIB, de ahí que se retirara la comercialización de la primera opción, para dar lugar a la segunda.
La vacuna de la rabia tampoco es la misma
Durante años, la vacuna de la rabia se desarrolló a partir de virus atenuados, extraídos de tejido neuronal de ratones. Sin embargo, con el tiempo se vio la manera de cultivarlas en lo que se conoce como células Vero. Estas son células que se cultivan en el laboratorio y que se pueden replicar durante muchos ciclos sin envejecer. Por lo tanto, los virus cultivados en estas células son más fáciles de obtener que directamente en el cerebro de los ratones.
Además, la inmunogenicidad y la seguridad de la vacuna resultante es mejor. Por eso, si bien aún se siguen usando las vacunas de células nerviosas en algunos países, hoy en día son mucho más comunes las de células Vero. Dado que la demanda ha cambiado, en estos países se ha ido optando por retirar las primeras, igual que ha hecho AstraZeneca.
Vacunas de la COVID, más allá de AstraZeneca
La vacuna de AstraZeneca no ha sido la única contra la COVID-19 que se ha retirado en Europa. Según explican desde Maldita, en diciembre de 2023 se retiró la de Valneva y en enero de 2024 la de Sanofi Pasteur.
En definitiva, el caso de AstraZeneca no es una excepción. La retirada del permiso de comercialización puede deberse a motivos sanitarios, pero también a causas económicas o burocráticas. No es justo quedarnos solo con el hecho de que se ha retirado. Lo normal es conocer las causas. Y no son unas causas excepcionales. Ha ocurrido muchísimas veces frente a nuestras narices y ni siquiera nos hemos dado cuenta. ¿Por qué nos empecinamos tanto con estas vacunas?
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