Tras el derrocamiento del presidente Salvador Allende en 1973, el país se embarcó en una empresa de liberalismo económico. Aunque el crecimiento se ha reactivado, las desigualdades han aumentado y las clases medias se encuentran ante un techo de cristal.
Si el aumento del precio del billete de metro estuvo en el origen de las primeras tensiones en el país, es un malestar más profundo que pesa sobre Chile. Además, aunque el presidente Piñera haya anulado su decisión de aumentar el precio del transporte público en unos 30 pesos, ahora el sistema económico chileno está cuestionado por una parte de la población.
Un liberalismo sin matices
- CHECALO -
Sin embargo, Chile es considerado como un modelo de estabilidad política y económica en América Latina. Su modelo reciente tiene sus raíces en el régimen del dictador Pinochet. En ese momento, Milton Friedman, Premio Nobel de Economía en 1976, vino a entregar sus métodos para acabar con la inflación galopante. A partir de entonces, se construyó en el país un modelo liberal sin matices, en un país que se había convertido en el campo de pruebas de los «Chicago Boys». Así, se desarrolló el «milagro» económico chileno, en un país privado de libertades pero con una inflación regulada y un crecimiento explosivo.
Menor crecimiento
Incluso hoy, y a pesar de las tensiones sociales, se espera que el crecimiento de Chile alcance el 2,5% del PIB, uno de los más altos de la región. Y la tasa de pobreza es del 8,6%. Una excepción en América Latina. A modo de comparación, esta tasa alcanzará el 26,5% en 2017 en Brasil y el 21,1% en 2018 en Costa Rica. Sin embargo, estas «buenas» cifras no son necesariamente el resultado directo de los años liberales de Pinochet. «De hecho, el impulso liberal de 1973 no fue necesariamente bueno. Hubo un fuerte endeudamiento con los bancos privados internacionales y una crisis bancaria en 1982», explica Carlos Quenan, profesor de Economía en la Sorbonne-Nouvelle y vicepresidente del Instituto de las Américas. «Entre 1983 y 1990 se hicieron correcciones a esta receta liberal bastante primaria.»
En la década de los 90, el crecimiento del país era de entre el 6% y el 7%, y ahora ronda el 2,5%. Una cifra honorable en el contexto actual, pero «este crecimiento más débil está generando empleo, pero sigue siendo bastante precario. Algunos sectores sociales son muy vulnerables, especialmente las clases medias bajas», continúa Carlos Quenan.
Por el contrario, algunos sectores no están sufriendo la crisis y siguen viendo aumentar su crecimiento. Entre estos sectores, están los casinos en línea. De hecho, muy popular en Chile y en toda América Latina, el casino en línea está experimentando un ascenso fulgurante. Y aunque no todos los hogares pueden apostar su dinero, algunos sitios como betiton.com, entre otros, ofrecen bonos gratuitos. Una de las explicaciones de esta popularidad es que, para algunos hogares, los casinos en línea representan la esperanza de ganar un poco más de dinero o una gran fortuna, lo que mejoraría un poco su situación financiera y reduciría las molestias de la vida cotidiana.
Grandes desigualdades
El modelo chileno está, pues, en el origen de fuertes desigualdades, señaladas por los manifestantes. Ya en 1980, Jacques Chonchol, entonces ex ministro de Agricultura del Gobierno del derrocado presidente Salvador Allende, señalaba en una carta al diario Le Monde los inconvenientes de este nuevo modelo, que producía «una altísima concentración de la riqueza y de la renta, en favor de los más ricos y en detrimento de los más pobres». Casi 40 años después, Chile se encuentra entre los primeros países, detrás de Sudáfrica y Costa Rica, en términos de desigualdad, con un 0,46 en el coeficiente de Gini. Así, el 1% de los chilenos posee el 26,5% del PIB nacional.
Hoy, la disputa se cristaliza en torno a la educación y las pensiones. Sobre todo porque el gasto social es muy bajo en el país. A modo de comparación, mientras que en Francia es el 31,2% del PIB en 2018, el peso de su gasto es el 10,9% del PIB en Chile.
Para muchos especialistas, es esta discrepancia entre el dinamismo y las desigualdades lo que actualmente alimenta las tensiones. En un contexto próspero, las familias han pedido préstamos y están ahora con la angustia del endeudamiento. «Chile se ha convertido en un país de altos ingresos. Pero por la naturaleza del crecimiento, por la privatización de sectores enteros de la economía, hay grandes sectores muy vulnerables, clases medias bajas que quieren que sus hijos vayan a la escuela pero tienen presupuestos demasiado ajustados», afirma Quenan.
La parte de la inversión privada en la educación terciaria «depende principalmente de las tasas de matrícula que pagan los estudiantes», informa la OCDE. «Más del 60% del gasto total se financia con fuentes privadas en Chile».
A esto hay que añadir el sistema de salud, que sigue en pleno proceso de privatización. «Si no tienes un seguro privado, con costosas mensualidades, tienes que ir a los hospitales públicos, que no son los mejores», agrega Quenan. «El país es más próspero, mucho más moderno, pero hay una parte que se queda atrás y considera que no tiene un lugar seguro. Así que cualquier pequeño problema, como el aumento de 30 pesos en el billete de metro, puede desencadenar ansiedades y malestar».
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