La Habana/El “sueño migrante” de los cubanos está bajo la lupa de los investigadores de la Universidad de Oriente, en Santiago de Cuba. La prensa oficial dedica este martes un artículo a reseñar la “preocupación” de los académicos por una serie de factores que mantienen en jaque demográfico a la provincia: la estampida juvenil, el envejecimiento poblacional, la alta mortalidad infantil y la baja fecundidad.
Después de recoger datos sobre la migración entre los estudiantes de cinco escuelas de distintas enseñanzas, el Departamento de Psicología de la universidad santiaguera identificó múltiples “situaciones atípicas”, como califican al hecho de salir del país. El estudio se lanzó como parte de un Proyecto de Investigación sobre Migración, y aunque no ofrece cifras sí saca conclusiones reveladoras.
La consecuencia para los jóvenes que se quedan es la total “desmotivación por los estudios”- CHECALO -
El batallón de “sociólogos, pedagogos, periodistas, comunicadores sociales, económicos, psiquiatras” bajo el mando de la doctora Raida Dusu, jefa del proyecto, notó que las familias cubanas han sufrido graves “alteraciones”. Los adolescentes y jóvenes –que emigran con más frecuencia– “sustituyeron” su rol familiar de “estudiar” o “construir la identidad” para convertirse en los “proveedores” de la familia, lugar que correspondería a sus padres.
El éxodo “modifica proyectos de vida”, incide en las “relaciones de amistad y de pareja” y “transforma los modos en que se enfrentan las tareas de desarrollo en determinadas etapas de la vida”, alertó Dusu. La consecuencia para los jóvenes que se quedan es la total “desmotivación por los estudios”. Cuando se les cuestiona por sus resultados, dice la académica, la respuesta de los adolescentes es que se encuentran «a la espera de emigrar”.
Dusu da un ejemplo todavía más elocuente. Entre los niños de primaria investigados, a quienes se aplicó “la dinámica de los cinco deseos”, la mayoría respondió en primer lugar: “salir del país”.
Muchos niños sueñan “con una realidad que no se tiene” y usan la futura migración “como un mecanismo de defensa conocido como la fantasía”. A la hora de aludir a sus proyectos de vida, los adolescentes de Santiago de Cuba “se visualizan en otro lugar” y hablan de planes sólo posibles fuera del país.
La académica asegura que ha notado “confusión de identidad” y poca certeza a la hora de contestar “dónde se ven” en el futuro. “Cuando uno no cumple con una tarea del desarrollo se dificulta el ciclo vital, los proyectos de vida no se determinan porque el afán de emigrar no da espacio a esto”, añade.
De hecho, afirma Dusu, cuando los planes para emigrar fracasan o se retrasan, los niños y adolescentes son los que primero experimentan frustraciones. Hay “depresión observable” en los casos que la Universidad de Oriente ha estudiado, “conflictos” y “repercusiones psicopatológicas”. Los menores de edad suelen ser víctimas de “ansiedad y riñas” con quienes se quedan o, vía telefónica, con sus familiares emigrados.
La académica asegura que ha notado “confusión de identidad” y poca certeza a la hora de contestar “dónde se ven” en el futuro
Cuba se ha convertido en un país de “familias transnacionales” y “dispersas”, concluye Dusu, sin atreverse a mentar las razones por las cuales emigran los santiagueros (no solo al extranjero, sino también hacia el occidente de la Isla) ni a atribuir al Gobierno responsabilidad alguna. Muchos “abandonan la carrera y el trabajo por quedar a la espera de esa realización”. Otros “dejan de trabajar gracias a las remesas que reciben”.
Para Dusu, el emigrado vive en escenarios “edulcorados, magnificados” y no en la realidad. Les falta “tomar la oportunidad del presente”, aduce, y no arriesgar todo por “la idea de prosperidad fuera del lugar de origen”.
Las únicas cifras que cita Sierra Maestra sobre esta situación son las de la Oficina Nacional de Estadística e Información (Onei), a las que acusa de “desactualización”. Santiago, la segunda provincia más poblada de Cuba, tenía a finales de 2022 1.040.897 habitantes. Bastó un año –en diciembre de 2023– para que la cifra bajara a 1.034.786. Ese año murieron solo 5.230 santiagueros. Los demás se fueron. “El ritmo de las cifras”, zanja el periódico, producirá “consecuencias incalculables”.
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