Los linfocitos son células especializadas que se producen en la médula ósea. Todas las células de esa familia comparten 3 características en común: un núcleo grande, redondeado, y una mínima cantidad de citoplasma.
Su bisabuela es la célula hematopoyética pluripotencial. Situación curiosa es que las células Natural Killer están emparentadas con los linfocitos B y T.
Gracias a que los linfocitos migran a todos los órganos, cuando un individuo está expuesto al tabaco, a sustancias cancerígenas, o bien ha estado en contacto con moléculas radioactivas, son las primeras células en reaccionar.
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Un linfocito estresado se identifica porque cambia de forma. Los especialistas ubican a los linfocitos dañados, inmaduros, y los llaman linfoblastos y prolinfocitos.
Un dato clínico interesante es que la acumulación de células inmaduras en la médula ósea, es evidencia de infecciones virales o bacterianas.
El cuerpo intenta compensarlo sobreproduciendo células blancas inmaduras, desproporcionando la cantidad de glóbulos rojos y plaquetas, originando Leucemia, cuyos síntomas característicos son el cansancio excesivo, hematomas, entre otros.
Para identificar los cambios en las poblaciones de linfocitos se usa la Citometría hemática o también conocida como Biometría hemática, la cual permite conocer la cantidad de glóbulos rojos y blancos así como plaquetas, para que el médico pueda, con previo análisis del historial clínico, y de otros marcadores séricos si el individual exhibe alguna patología hematológica. ¿Te agradó enterarte de esto?
Instituto de Neuroetología, UV.
Nota publicada originalmente en Diario de Xalapa
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