Tres códices de San Andrés Tetepilco fueron recuperados por el Instituto Nacional de Antropología e Historia para el dominio público, los cuales datan de la época del inicio del siglo XVI y principios del XVII.
Los tres documentos pictográficos fueron rescatados en una operación de 9.5 millones de pesos más IVA, a través del Patronato del INAH A.C. y la contribución de patrocinadores, personas y empresas, quienes actuaron conforme a la búsqueda de conservación y preservación del patrimonio cultural mexicano. Los códices fueron adquiridos de una familia que los atesoraba por varias generaciones, cuya identidad no será revelada por petición especial.
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“Se trata de un corpus realizado bajo la tradición escrituraria indígena que hasta el día de hoy se había mantenido oculto a la visión pública (…) Fueron manufacturados por auténticos tlacuilos en el pueblo de San Andrés Tetepilco, en Iztapalapa”, explicó Baltazar Brito Guadarrama, Director de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia.
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“Dos de ellos abordan algunos rasgos del pasado de esta región, ubicada en la actual Ciudad de México, particularmente la fundación de este pueblo originario y el inventario de los bienes de su iglesia. El tercero destaca por sus dimensiones, factura y contenido, podría decirse que en él tenemos la continuación del Códice Boturini o la Tira de Peregrinación”, añadió Baltazar Brito Guadarrama.
“Es una gran noticia para el INAH, pero también para todos los mexicanos”, expresó Altagracia Gómez Sierra, Presidenta del Patronato del INAH A.C.
¿QUÉ DESCRIBEN?
Los tres códices ya están alojados en los acervos de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia. El primero expone información sobre registros de los topónimos de Culhuacán, Tetepilco, Tepanohuayan, Cohuatlinchan, Xoltocan y Azcapotzalco.
El segundo es el que muestra el inventario de la Iglesia de San Andrés Tetepilco, con una lista que incluye cinco trajes rojos, que de acuerdo con los expertos en el tema podrían significar prendas usadas por los sacerdotes, instrumentos de viento, una silla, estandartes y emblemas religiosos.
Finalmente, el códice más grande en cuanto a tamaño e información, cuenta la historia de Tenochtitlan a través de cuatro tópicos, que son la fundación de la ciudad; el registro de señores que la gobernaron, también conocidos como tlatoque; la llegada de los conquistadores y el periodo virreinal, siendo el último suceso impreso la llegada del virrey don Juan de Mendoza y Luna en 1603.
LOS COLORES Y MATERIALES
A falta de concluir los estudios correspondientes para precisar las fechas de cuándo fue pintado cada uno, éstas se pueden intuir por los hechos históricos que se plasman en ellos, así como por una investigación preliminar que comenzó hace varios meses.
En cuanto a los materiales que fueron utilizados, son hojas de papel amate, coloreados con aplicaciones en amarillo, rojo, negro y azul, no hay información sobre la causa de su uso.
“Lo que hace es narrar el núcleo de lo que hoy es la Ciudad de México (…) es un documento espectacular a la vista por el colorido que tiene, se usan cuatro colores. El azul es el que menos se usa, no sabemos por qué pero está muy localizado”, explicó sobre la Tira de Tetepilco María Castañeda de la Paz, integrante del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM y parte del grupo de especialistas del INAH y UNAM que llevaron a cabo la primera revisión de los documentos.
“El pintor o tlacuilo tiene una gran maestría técnica y es una persona que se mueve fácilmente entre los dos mundos, a la población indígena la representa entre los cánones prehispánicos, por ejemplo a los gobernantes de perfil, un tanto rígidos, mientras que cuando aparecen los españoles intenta darle movimiento a la figura, aparecen de tres cuartos, de frente, flexionan la rodilla, y lo mismo que hace con los personajes lo hace con las construcciones”, añadió Castañeda de la Paz.
EL VALOR HISTÓRICO
En la conferencia donde se dio a conocer la recuperación, Rafael Tena Martínez, Director de Etnohistoria del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y parte del equipo de profesionales dedicados al estudio de los códices, destacó el valor que tienen.
“Esos códices dejaron de producirse hacia el siglo XVI y muchos tomaron el camino del mundo yendo a parar a Estados Unidos y varios países de Europa. Pero aquí conservamos la mitad de todos los códices que se elaboraron”, explicó Tena Martínez.
“Por eso es una maravilla que después de varios siglos sigan apareciendo materiales nuevos e interesantísimos que vienen a enriquecer nuestro patrimonio nacional, el conocimiento de nuestra historia, brindándonos la oportunidad de acercarnos a esta fuentes”, agregó.
PREPARAN PUBLICACIÓN
En la presentación, en la que también estuvieron presentes Rodrigo Martínez Baracs, Director de Estudios Históricos del INAH; y José Luis Ruvalcaba, Investigador de Física de la UNAM y Coordinador del Laboratorio Nacional de Ciencias para la Investigación y la Conservación del Patrimonio Cultural; Michel Robert Oudjk, Investigador del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM, aseguró que más detalles e información sobre los tres códices podrá ser descubierta y revelada en una publicación que se está elaborando y que tentativamente se editará en agosto próximo.
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