Cuando dos o más personas experimentan algo, sea lo que sea, sus perspectivas van a diferir considerablemente. Porque la manera en que percibimos la realidad está condicionada por nuestro pasado y por nuestra personalidad. La película Rashomon explora esto en profundidad, en la cual un solo hecho puede resultar increíblemente inexplicable, cuando se hace imposible reconciliar dos perspectivas contradictorias. En el caso del divorcio entre Spike Jonze y Sofia Coppola, siendo ambos cineastas, cada uno hizo una película genial en la que expresan su punto de vista sobre su matrimonio fallido.
Se conocieron en 1992, durante la grabación de un video musical para la banda Sonic Youth. Luego de varios años de noviazgo, se casaron en 1999, el mismo año en que Spike Jonze estrenaría su primera película, Being John Malkovich. Cuatro años después, buscarían divorciarse citando diferencias irreconciliables. Ese mismo año, el 2003, Sofia Coppola estrenaría su segunda película, Lost in Translation, acerca de una joven atrapada en un matrimonio infeliz.
Diez años después del divorcio, en el 2013, Spike Jonze estrenaría Her, una película que capturó a la perfección una nueva soledad, basada en las relaciones por Internet y la IA. Lo haría merecedor al Óscar por mejor guion original. Pero luego de ese éxito, no volvería a dirigir una película, solo cortos y algún que otro vídeo musical.
Dos miradas sobre el mismo desamor
A través del proceso artístico podemos determinar cómo fue que cada uno procesó la ruptura. En el caso de Sofia Coppola, ya se encontraba preparando una película sobre su fallida relación incluso antes de que el divorcio se hiciera oficial. Lo que convierte a Lost in Translation en un relato apasionado y muy personal. En la película, Charlotte (Scarlett Johansson) está acompañando a su esposo en un viaje de trabajo, quien fue contratado para fotografiar a una banda de rock en Japón. Se siente frustrada porque su marido parece estar mucho más interesado en su labor que en ella, dejándola sola en el hotel todo el día sin nada que hacer. Incluso cuando están juntos, la desconexión es evidente.
- CHECALO -
Resulta sencillo identificar la realidad paralela entre la relación de Sofia Coppola y Spike Jonze, y la de Charlotte con su esposo fotógrafo. Jonze comenzó su carrera como fotógrafo y también dirigió muchos videos musicales. Coppola afirma que ese personaje no es su ex esposo, pero que cuenta con elementos de él, basados en experiencias. Lo cual es difícil de creer considerando todas las similitudes con la vida real.
Lost in Translation es una película acerca la naturaleza de la soledad, nos muestra a dos personajes insatisfechos que brevemente encuentran un respiro el uno en el otro. Realizada por una artista saliendo de un matrimonio que, por lo que sabemos, pudo haberse desplomado exactamente como vemos en pantalla.
Los amigos de la pareja también notaron el parecido. Lo que llevó al director de Eternal Sunshine of the Spotless Mind y amigo cercano de Spike Jonze, Michel Gondry, a confrontar a Sofia Coppola en la premier de Lost in Translation. La regañó por aparentemente haber expuesto su relación al mundo, por lo que luego se disculpó con ella.
Podemos ver cómo Her trata exactamente sobre lo mismo, pero en un momento posterior a la descomposición de la relación. Vemos al personaje principal reflexionando dolorosamente, siendo torturado por sus recuerdos. Analiza constantemente sus memorias, buscando rastrear la chispa y su desarrollo hasta convertirse en el incendio que acabó con su amor. Coppola quiso retratar su corazón roto en vivo y en directo, mientras que Jonze esperó diez años para presentarnos a un protagonista solitario, incapaz de formar nuevas conexiones por tener la mirada dirigida siempre hacia atrás.
Por eso, mientras que Lost in Translation retrata el sentimiento de frialdad que vaticina el final de una relación, Her se concentra en las revelaciones que solo aparecen en retrospectiva. El personaje de Joaquin Phoenix pasa toda la película repasando qué fue lo que pudo haber salido mal. Ya cerca del final, cuando se reúne con su ex esposa para finiquitar el divorcio, una tensión muy incómoda domina la interacción. El protagonista no puede evitar volver a repasar los buenos momentos de la relación. Luego, tras un comentario desafortunado, su ex esposa le recuerda que él siempre quiso que ella fuera algo que no era, alguien vivaz, sonriente y sin preocupaciones. Incluso se revela que él quería que ella tomara antidepresivos. Según ella, él quería tener una esposa, pero sin tener que lidiar con algo real, por eso ahora su novia es una IA.
Estéticamente, ambas películas también resultan bastante similares. Probablemente, gracias a K.K. Barrett, quien se encarga del diseño de producción en los dos filmes. Y claro, ambas películas cuentan con la participación estelar de Scarlett Johansson. Su presencia es un recordatorio explícito de que las dos obras maestras se encuentran conectadas por la misma tragedia, convertida en algo hermoso a través del proceso artístico.
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