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ay individuos en quienes la pesada losa de la vocación, esa inclinación ineludible y gusto apasionado por una profesión, aligera su existencia y multiplica sus logros, imprimiendo congruencia, carisma y salud física y mental en cuanto llevan a cabo. Tal es el caso del matador en retiro y ganadero en activo Gonzalo Yturbe González, oriundo de Tlaxcala pero avecindado hace años en Amealco, Querétaro, donde en 1973 fundó la ganadería de Yturbe Hermanos con vacas y sementales del hierro de Piedras Negras, conservando su hermano Javier la divisa de Magdalena González a partir de 2009.
En abril del año 2000 entrevisté a Gonzalo para el semanario Proceso y pude comprobar que así como los toros bravos se pican solos, los individuos pensantes se entrevistan solos, o casi. Transcurridos 24 años de aquella reveladora charla, el incansable criador conserva su pelo, fortaleza y el tono decidor que lo han caracterizado. Renuente al principio −ya dije todo en aquella entrevista
−, acabó cediendo cuando argumenté que sería parte de la celebración de sus primeros 80 años de vida, por lo que, como antaño, volvió a arrancarse de largo, sabedor de que el silencio y las amabilidades suelen perjudicar a la fiesta de toros más que sus subsidiados enemigos.
−La fiesta enfrenta hoy… −empiezo, sin acordarme de la embestida pronta de Gonzalo, quien se revuelve y señala−: Enfrenta demasiados problemas, internos y externos, entre los primeros la repetición anual de ganaderías con los mismos encastes y mismos alternantes, como si ganaderos, toreros y empresarios formaran una especie de club cerradísimo. Ello se ha ido traduciendo más que en atractivo en monotonía, sobre todo cuando escasean toreros con imán de taquilla y más variedad de casas ganaderas. Hace tiempo que se debió abrir más el abanico a otros encastes con edad y trapío y a otros apellidos para ofrecerle al público más posibilidades de emocionarse
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- CHECALO -
−Esta mentalidad excluyente… −intento intervenir y acabo apuntando−. “Ahora −se cuela el entrevistado−, también hay empresarios con un concepto distinto del espectáculo, con toros bravos y bien presentados y toreros con cualidades pero relegados con los que se consigue, las más de las veces, corridas interesantes que siembran fidelidad en los públicos, habituados hace tiempo a algunos nombres más que al arte de la lidia. Esto mejor no lo pongas, pero hay taurinos que hacen más daño a la fiesta que los antitaurinos. A pocos les dan mucho y a muchos les dan poco o nada. Imagínate ese pobre esquema en los deportes-espectáculo gringos.
Ya sólo enuncio el tema: ¿las ganaderías de bravo y la lidia de hoy? Si como personas nos ha costado incluso la vida sobrevivir a la pandemia, como criadores de bravo ha sido un esfuerzo brutal mantener nuestro ganado nutrido y para venta. Es paradójico, pero si una ganadería tiene demanda comienza a ser muy laxa en sus tientas, aprobando todo o casi todo. Hoy no es necesario más de un puyazo, ya que donde se atempera el toro es en la pelea con el peto. Igualmente se deberían autorizar dos o incluso un solo par de banderillas para ahorrarse capotazos en beneficio de la muleta. Por lo demás, hoy es casi nula la difusión taurina en la prensa y apenas hay fuentes de información y de formación a las cuales recurrir, lo que se traduce en una considerable falta de cultura taurina. Por cierto, los animalistas la emprenden contra la fiesta pero nada hacen contra el ruido que tanto estresa a los animales de compañía
. Y se fue Gonzalo Yturbe a celebrar su 80 aniversario ¡toreando una vaquilla!
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