La Habana/Sin mucha difusión y apenas calendario público, los largos apagones han regresado a La Habana. La capital cubana, que ha vivido semanas de privilegio energético, mientras las provincias se hundían en cortes eléctricos de más de diez horas diarias, no ha logrado mantenerse al margen de una crisis en la que se mezclan la falta de combustible y el deterioro de las termoeléctricas de la Isla.
Este jueves, las estampas del verano pasado se repetían en la ciudad más poblada del país. A las afueras de una tienda privada en la avenida Carlos III, Centro Habana, un empleado esperaba aburrido mientras evitaba el calor del local «sin corriente». Tras de sí, el sugerente nombre de Las Columnas se erigía sobre un mostrador con carcasas de móviles, cables de cargar celulares, dispositivos para medir la cantidad de pasos que se dan cada día y unos altavoces bluetooth.
Todos los productos en oferta en el pequeño comercio exigen ser conectados a la electricidad, al menos para cargarse. Una electricidad que a los habaneros empieza a faltarle, incluso en barrios que en años anteriores eran «perdonados» por los cortes eléctricos debido a la presencia de varios centros hospitalarios o la presencia de un sistema soterrado de electricidad, tan obsoleto que las propias autoridades temen apagarlo.
«Caminé cerca del hospital Hermanos Ameijeiras, toda la zona estaba apagada pero no se escucha la planta eléctrica que es un dragón, cuando la enciende se oye varias cuadras a la redonda», contaba a este diario una jubilada que se frustró al intentar sacar su pensión de un cajero automático en la cercana calle Belascoaín, fuera de servicio por la falta de energía.
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La famosa ferretería La Cubana, de la calle Reina esquina a Lealtad, conocida popularmente como Feíto y Cabezón, también estaba cerrada al público por el apagón. A pesar de vender sus productos en moneda libremente convertible (MLC), una modalidad pensada para quienes tienen ingresos en divisas, el local carece de un sistema de planta eléctrica que le permita seguir operando en estas circunstancias.
Los clientes que llegaban hasta el lugar pegaban la cara, con expresión frustrada, a los cristales de la entrada para tratar de divisar la mercancía que habían venido a comprar o si algún empleado se dignaba a acercarse y dar una explicación sobre el horario de la posible reapertura. «Ya estamos en las mismas, si el apagón dura hasta pasadas las dos de la tarde es muy probable que hoy no atiendan a más nadie», sentenciaba un hombre que se trasladó hasta allí desde Cojímar en La Habana del Este. «Me dijeron que aquí había una pieza que me hace falta para el fregadero pero ha sido una frustración total».
En La Algarabía, una cafetería privada en la calle Neptuno y Escobar, también en Centro Habana, el silencio era la tónica de esta mañana. En las mesas, a oscuras, a pesar del fuerte sol en el exterior, no había ningún cliente consumiendo y los trabajadores del local aguardaban sentados, cerca de la entrada, a que regresara el fluido eléctrico. «Sin luz no hay ganancias, sin luz esto no se mueve», sentenciaba uno de ellos.
Un mapa de parte de la ciudad, con la zona 1 rodeada de color rojo se hizo popular este jueves en varios grupos de WhatsApp. La imagen advertía sobre los barrios que estaban sin electricidad, una cartografía del apagón a la que los ojos de los residentes de La Habana deben volver a acostumbrarse y planificar su vida según el bloque energético que les corresponda.
Este jueves, lo mismo vivieron el apagón de seis horas los habitantes de la barriada de La Timba, una de las más pobres del municipio de Plaza de la Revolución a pesar de su cercanía al Consejo de Estado, que los más acomodados residentes de las proximidades de la avenida Kohly, en Nuevo Vedado. Los altos edificios próximos a la calle Tulipán y a la avenida Boyeros, construidos en los años del subsidio soviético, se llevaron la peor parte por la parálisis de sus ascensores, indispensables para acceder a los pisos más altos.
«Para colmo ayer no entró agua a esta zona por lo que hoy estamos en apagón y sin agua, no sabemos si cuando regrese la electricidad la cisterna habrá podido llenarse o no», lamentabla un vecino del inmueble de 18 plantas ubicado en la calle Factor, próximo a Conill, y conocido como «el edificio de los pilotos» por el sector profesional que se benefició con sus apartamentos en la década de los años 80.
En las redes sociales, los residentes en otras provincias apenas escondían el regocijo porque finalmente la capital cubana los secundara en la crisis energética. «Ah, porque en La Habana también se va la luz», ironizaba un internauta en la página de Facebook de la impopular Unión Eléctrica de Cuba que para este jueves pronosticó un déficit de 1.210 megavatios. Pero, más allá de las rivalidades regionales, la señal que enviaban los apagones habaneros eran «malas para todos», resumía otra comentarista.
«Si ya en La Habana hay apagones, es que al resto de Cuba lo que nos espera es la total oscuridad», lamentaba la mujer.
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