Los aviones furtivos se desarrollaron con un objetivo primario bien marcado: ser indetectables por los radares enemigos. La tecnología lleva décadas de desarrollo y nos ha entregado aeronaves icónicas como el B-2 Spirit y el F-117 Nighthawk. Como así también al F-22 Raptor, el F-35 Lightning II, el Sukhoi Su-57 Felon, el J-20 Mighty Dragon y el B-21 Raider.
Pero pese a su naturaleza sigilosa, existen momentos en los que estos aviones furtivos deben volverse visibles ante un radar. Por ejemplo, durante ejercicios, o cuando deben trasladarse de una base a otra dentro de su propio país. ¿Se imaginan si los controladores de tráfico aéreo no pudieran divisar a un caza volando por una ruta comercial muy congestionada? Podría desatar una fatalidad.
Independientemente de que sean cazas, bombarderos o aeronaves de ataque, los aviones furtivos no cuentan con una función que los vuelva visibles ante el radar por arte de magia. Estados Unidos y otros países han dedicado años y miles de millones de dólares a la investigación y el desarrollo de tecnologías que permitan reducir la sección radar equivalente de sus jets.
Si un radar enemigo no puede verte, o no puede fijar tu posición para lanzarte un misil, tienes más chances de éxito en tu misión. Sin embargo, también es necesario que la aeronave pueda ser detectada en situaciones más cotidianas y alejadas de cualquier escenario de combate. Pero un avión furtivo no puede activar o desactivar su mal llamada «invisibilidad». ¿Entonces, cómo es posible verlos en un radar cuando es necesario? Aquí es donde entran en juego las lentes de Lüneburg.
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Lentes de Lüneburg, el «secreto» para detectar aviones furtivos
El gran secreto para que los aviones furtivos puedan ser «vistos» por el radar es mediante el uso de las lentes de Lüneburg. Sin entrar en detalles demasiado técnicos, su uso en el ámbito de la aviación militar permite que sean «reflectores de radar».
Se trata de esferas que se atornillan al fuselaje de los aviones furtivos, permitiendo que los radares puedan detectarlos cuando sea necesario. Si bien puede que no revelen por completo de qué tipo de aeronave se trata, sí permiten que los cazas o bombarderos sean visibles en las pantallas de los controladores de tráfico aéreo y de cualquier aeronave civil que vuele por la misma zona.
Las lentes de Lüneburg se pueden colocar y quitar en los aviones furtivos según sea necesario. De esta forma, operadores como la Armada o la Fuerza Aérea de un país pueden brindar mayor seguridad en los momentos en los que alguna de estas aeronaves deba trasladarse, pero la tecnología de sigilo no se necesite al 100 %.
Pero ojo, las lentes de Lüneburg son solo una de las herramientas que se tienen a disposición para hacer «visibles» a los aviones furtivos. Según explicó Damien Leimbach, un antiguo experto de instrumental de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, los cazas y bombarderos de sigilo también incorporan altímetros codificados.
Estos no revelan la ubicación precisa de la aeronave a los controladores de tráfico aéreo, pero sí la altura a la que están volando. Eso, sumado a las esferas especiales que se acoplan al fuselaje, hace posible que algunos de los aviones más tecnológicos y peligrosos del mundo pierdan —ligeramente y por algunas horas, al menos— su «capa de protección».
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