La Habana/El 39% de quienes permanecen en los Centros para la Atención a Personas Deambulantes no han cumplido los 60 años. La cifra, que en años anteriores era menor, ha aumentado debido a «la crisis económica», «las salidas del país» y los «problemas de alcoholismo», asegura un insólito reporte de la prensa oficial publicado este martes, que además reconoce que el Estado no cuenta con los recursos para atender el aumento desmesurado de personas que viven en las calles durante los últimos 10 años.
Según los datos dispuestos por Cubadebate –que anuncia la pieza como la primera de una serie–, entre 2014 y septiembre de 2023, las autoridades de la Isla han identificado a 3.690 personas «con conducta deambulante», un eufemismo con el que evitan llamarlos mendigos. De los que aún residen en los centros estatales, el 60% vendió su casa y no tiene recursos para incorporarse a la sociedad, el 86% son hombres, el 30% presenta alguna discapacidad –incluyendo un 25% con trastornos psiquiátricos– y el 31% «tiene patrones de consumo elevado de bebidas alcohólicas».
«A muchas de las personas que tenemos ahora los familiares les vendieron la casa para irse del país»- CHECALO -
«El desarraigo familiar, los problemas sociales, la emigración de las personas jóvenes y el envejecimiento demográfico son factores que condicionan este incremento. A muchas de las personas que tenemos ahora los familiares les vendieron la casa para irse del país, o ellos mismos lo hicieron, no lograron su propósito y quedaron desamparados», declaró al medio Yurisdaisy Bustamante, trabajadora del centro.
El caso del alcoholismo es uno de los que más preocupa a los trabajadores de los nueve centros de atención de todo el país –Pinar del Río, La Habana, Matanzas, Villa Clara, Ciego de Ávila, Camagüey, Holguín, Granma y Santiago de Cuba–, pues últimamente, aseguran, es común que sean personas jóvenes quienes comienzan a vivir en las calles tras perder todo por el alcohol.
«Cuando se comenzó a identificar los primeros casos, por lo general eran personas con algún trastorno psiquiátrico. Sin embargo, hoy muchos son alcohólicos que sí tienen casa y la han perdido. Tenemos otro grupo que vendió su vivienda por divorcios, y en vez de comprar otra casa, invirtieron el dinero en bebidas», dijo a Cubadebate Belkis Delgado, funcionaria del Ministerio del Trabajo y Seguridad Social.
De las 37 mujeres que permanecen en la sede habanera, muchas llegaron luego de que comenzaran a deambular por problemas de alcoholismo, aunque, según explican las autoridades, «las mujeres tienen menos desapego familiar y son de fácil reinserción». En cualquier caso, son los hombres «de la tercera edad» quienes conforman el perfil habitual de estos centros.
En apenas seis años, desde 2018, el porcentaje de personas mayores de 60 años que viven solas en la Isla aumentó de 17,4% a más del 22%, algo que, reconocen las autoridades, también influye en estos casos.
La atención en estos establecimientos ha conocido tiempos mejores. En los primeros años desde su fundación en 2014, la institución habanera llegó a albergar hasta 400 desamparados de forma simultánea. Hoy, sin embargo, la falta de personal e insumos ha reducido esa cifra a la mitad, con 225 personas.
El problema de la plantilla, aseguran los encargados, encontró pronta solución cuando surgió la idea de contratar a las mismas personas que cuidaban. «34 de los 74 trabajadores en plantilla son pacientes recuperados que no tienen a dónde ir, viven en la institución y están contratados como asistentes sociales, auxiliares de limpieza, trabajadores de la lavandería o de la cocina», aseveran.
El problema de la plantilla encontró pronta solución cuando surgió la idea de contratar a las mismas personas que cuidaban
En cuanto a la escasez, la situación no se resuelve tan fácilmente. Quienes llegan al centro encuentran «medicamentos, alimentación, aseo y ropa. Además, les ofrecemos seis comidas al día, y siempre tratamos, en dependencia de la situación económica, de brindarles una dieta balanceada. Todo eso es gratis, pero no contamos con una asignación fija de recursos. Hacemos cartas al Gobierno y entonces ellos nos facilitan productos», explica Bustamante.
La situación en la Isla, no obstante, dista mucho de lo que ocurre en otros países, argumentan las autoridades. Aunque es cierto que el número de mendigos ha aumentado, reconocen, también «la situación económica actual ha llevado a muchos abuelos a estar en la calle, revendiendo algún producto, o buscando con qué alimentarse, y eso da la imagen de mayor cantidad de personas con conductas deambulantes».
Pese a que las condiciones de estos ancianos también podría ser reprochada a estas instituciones estatales, las autoridades se lavan las manos del asunto: «Las ayudas estatales para los ancianos solos –que no corresponden a su institución– no son suficientes».
Algo parecido ocurre, refieren, con los llamados buzos. «Todas las personas que vemos en la calle no son deambulantes. Hoy está sucediendo que muchas de esas personas, cuando el grupo de clasificación los intercepta, resultan ser un buzo, que es otra categoría, porque buscan comida para las mascotas en los contenedores de desechos sólidos, buscan comida para las gallinas que tienen en el patio, buscan para los perros. Es decir, son personas que buscan alimento en otro espacio porque no pueden hoy adquirirlo de otro modo, además de otras cosas como ropa». Una vez más, la situación real de estas personas queda contada a medias, al no reconocer que muchos buscan alimentos para sí mismos.
Las autoridades incluso van un paso más allá, y aseguran que la multiplicación de desamparados se debe, en parte, a que «muchas personas abandonan a sus padres o abuelos porque saben que en Cuba nadie queda desamparado, aun en medio de todos los problemas económicos que tenemos». También, añaden, muchos tienen casas y solo deambulan porque viven solos o tienen otras situaciones de las que deben hacerse cargo instituciones distintas.
La capacidad de las sedes también se ha visto limitada, pues no pueden acoger a todo el que lo necesita y no es capaz de reinsertarse en la sociedad. «Cada vez es mayor la población vulnerable y pocos los trabajadores sociales. Y atender a este tipo de personas lleva mucha dedicación y tiempo, pero los problemas sociales van en ascenso y ya no damos abasto. Somos simples mediadores y no tenemos recursos para resolver problemas», lamentan.
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