Cuba ha caído treinta puestos en el Índice de Desarrollo Humano (IDH) que elabora Naciones Unidas en solo 15 años y está en riesgo de pasar del grupo de Estados en nivel alto a medio, lo que supondría un severo golpe para el Gobierno, que durante años ha exhibido este indicador –que, junto con la renta, toma en cuenta la esperanza de vida y la alfabetización de la población– como uno de sus grandes éxitos. El dato es aún más preocupante si se observa que en 1995, en pleno Período Especial, la Isla estaba 13 posiciones por encima que en la actualidad.
La cifra aparece en un artículo publicado este lunes por el medio de izquierda anticapitalista Kaosenlared titulado Cuba, la pobreza y los datos, que firma el economista, ex espía y periodista jubilado Manuel David Orrio del Rosario, autor de varios textos recientes muy críticos con la política gubernamental. En él se citan varios indicadores sobre el empeoramiento de las condiciones de vida de los cubanos, llamando la atención este, históricamente favorito del régimen por tener en cuenta la Educación y la Salud, los dos pilares sobre los que la Revolución construyó su mito internacional.
En él se citan varios indicadores sobre el empeoramiento de las condiciones de vida de los cubanos, llamando la atención este, históricamente favorito del régimen por tener en cuenta la Educación y la Salud»
- CHECALO -
El IDH divide a los países en cuatro grupos: muy alto (índice actual superior a 0,8), alto (desde 0,7), medio (más de 0,55) y bajo (todos los restantes). En 1990, Cuba tenía el puesto 53 del mundo (con un 0,68, que entonces puntuaba más alto) y en 1995, durante el Período Especial, cayó hasta el 70. Sin embargo, coincidiendo con el inicio del subsidio venezolano, Cuba recuperó terreno perdido y escaló hasta la posición 55 (en 2007). En 2018 comenzó una caída, luego agravada por la pandemia, que la ha llevado al lugar 83 de la clasificación mundial y su puntuación es de 0,764.
«Los números son implacables: según el economista y demógrafo Dr. Juan Carlos Albizu-Campos et. al. , en los últimos años la mayor de las Antillas está retrocediendo en su esperanza de vida al nacer, su acceso a la educación y al trabajo y los ingresos, todo lo cual explicaría su caída de 30 lugares en el Índice de Desarrollo Humano y crearía la posibilidad de que deje de ser un país de Alto Desarrollo Humano para pasar a uno de medio», sentencia el artículo.
Otro de los datos demoledores que aparece en el texto es el coeficiente de Gini, que ha pasado del 0,22 en 1989 a más de 0,45 en 2022. El número mide la desigualdad de la población en una cifra que va de 0 a 1 y deja claro cómo la Isla, aunque logra un buen número en comparación con el resto del continente, ha duplicado sus diferencias sociales.
La nota deja claro que la palabra pobreza «comienza a hacerse frecuente entre los académicos, más de lo deseable» y, aunque «alerta» sobre la influencia del «bloqueo» de EE UU sobre Cuba, pone en el mismo plano los «serios problemas de modelo, política y desempeño económicos de ya larga data, signados por un virtual estancamiento del Producto Interno Bruto (PIB) desde más o menos 2013».
El autor, además, reprocha que el Gobierno esté hurtando muchos otros datos que ni publica ni actualiza, entre ellos el censo de población y vivienda
El autor, además, reprocha que el Gobierno esté hurtando muchos otros datos que ni publica ni actualiza, entre ellos el censo de población y vivienda, que debía haberse realizado en 2022 y ha sido restrasado ya dos veces presuntamente por los problemas económicos. «¿Cómo, gobernabilidad sin información? ¿Realmente las carencias –básicamente combustibles, según los reportes– son tan graves?(…) ¿Qué falta, recursos o prioridades?».
Orrio del Rosario recurre también a uno de los datos que más ampollas levanta entre la población, la desmesurada inversión en el turismo. Para ello toma un gráfico elaborado por el economista independiente Pedro Monreal en el que aparecen los porcentajes de dinero público destinado a servicios empresariales e inmobiliarios, hoteles y restaurantes y la inversión en agricultura. Destaca el 47,6% destinado en 2020, año de la pandemia y cierre de fronteras, al turismo, cuando se dedicó un 5,9% a la alimentación.
«Esta política está provocando, de inicio, un severo déficit en la oferta de alimentos y la inflación subsiguiente, reconocido ese déficit como primera causa del alza galopante de precios, sin perjuicio de los impactos provocados en los otros sectores y los efectos sobre el valor real de salarios y pensiones, de larga data por debajo de ¡1989!», dice el autor.
Otro de los factores a los que atribuye el aumento de la pobreza el economista es a la mala gestión de las reformas, que considera muy necesarias pero extraordinariamente tardías –recuerda, por ejemplo, que las cooperativas agropecuarias se propusieron en 1985, mientras que las mipymes llegaron 21 años después de las primeras menciones sobre su necesidad. Tampoco existe, reprocha, una ley de empresas, a pesar de la insistencia en decir que la estatal es el principal actor económico.
Otro de los factores a los que atribuye el aumento de la pobreza el economista es a la mala gestión de las reformas, que considera muy necesarias pero extraordinariamente tardías
Suma la nota otras dos cuestiones responsables del aumento de la crisis. Una es la tardía, «mal realizada y hasta contraproducente» unificación monetaria y cambiaria, cuyo fin era convertir al peso en moneda soberana y que ha llevado a circular a tres monedas y dos unidades de cuentas, por consiguiente: a la inflación, la caída de los salarios y las pensiones. Según algunas estimaciones, el salario nominal de 3.854 pesos en 2021 equivalía a un salario real de 1.117 pesos de 1989, con lo que actualmente las cosas son peores tras dos años de inflación galopante.
Por último, una cada vez más deficitaria atención a las políticas sociales, que está deteriorando los servicios que antes llevaron a Cuba a un liderazgo regional en áreas como la salud y la educación, entre otros, «todos los cuales son factores claves en la caída del IDH».
«Los cuatro factores, más otros, se unen en una suerte de cóctel explosivo que está atentando contra la credibilidad del proyecto socialista cubano; ninguno se relaciona directamente con los factores externos antes mencionados; son problemas de política interna. Punto», zanja el autor.
El texto cierra pidiendo al Gobierno que explique cuáles son los «errores y distorsiones» que pretende corregir –según sus propios anuncios– y por qué se produjeron, además de detener de una vez la espiral inflacionaria que amenaza a los cubanos con una pobreza que avanza.
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