Griezmann y Camavinga durante el último derbi madrileño disputado (AP).AP
La peseta era la divisa en circulación dentro una España que temía el Efecto 2000 -problema informático producido al pasar del 1999 al año 2000 y cambiar de milenio-; Michael Jordan se retiraba por segunda -aunque no definitiva- vez de la NBA; Hugo Chávez -fallecido hace más de una década- tomaba el poder en Venezuela; Lance Amstrong ganaba su primer Tour de Francia; Mika Häkkinen era campeón del mundo de Fórmula 1; Andre Agassi de Roland Garros y el Windows 99 era el sistema operativo del momento. Así era el mundo cuando Jimmy Floyd Hasselbaink enmudeció el Santiago Bernabéu con un doblete que suavizó la crisis del Atlético y agravó la del Real Madrid un 30 de octubre de 1999. Fecha que supuso un antes y un después en la historia del derbi madrileño.
Los rojiblancos poseían menor calidad individual que sus vecinos, pero la aprovecharon mejor, comandados por Solari y el mencionado delantero neerlandés. Aunque el golpe al mentón se lo dio Ranieri a Toshack adelantando la defensa y presentando un centro del campo compacto que maniató al Real Madrid. Aquel encuentro enmascaraba las carencias colchoneras que más tarde les hundieron al pozo de Segunda División y supuso el último triunfo del Atlético en un derbi hasta pasados 14 años y 24 partidos. “Había diferencias de plantilla”, apunta a Infobae España Gregorio Manzano, exentrenador rojiblanco. “Nos tocó jugar contra una generación en la que estaban Ronaldo, Figo, Zidane, Casillas…Cualquier jugador podía marcar y cambiar el rumbo del partido, había que estar concentrado cada segundo porque podían determinar el encuentro en una acción”, rememora a este periódico Leo Franco, antiguo meta rojiblanco.
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Los partidos se fueron sucediendo durante prácticamente una década y media teñidos de un mismo color: el blanco. El número de bajas, dinámicas, tipos de jugadores, en el Calderón o en el Bernabéu… todo se volvía vacuo cuando el balón comenzaba a rodar e inclinaba la balanza a favor del Real Madrid. “Siempre les hemos respetado, pero teníamos una racha muy buena contra el Atlético y lo sabíamos. Eran un gran equipo, con grandes jugadores y siempre teníamos que dar lo mejor para ganar. El hecho de ir ganando derbis cada vez que nos enfrentábamos nos daba confianza para afrontar el siguiente”, asegura a este medio Albert Celades, exjugador del equipo blanco. Ese sentir se trasladaba del vestuario a la grada, donde los aficionados madridistas sentían cada noche de derbi como la peor pesadilla del Atlético. Una que duró 14 años y en la que el despertador no sonó por muy cerca que llegara a estar la aguja de la hora en punto.
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“Hay momentos puntuales de ciertos partidos, que analizando en tiempo y en forma, inclinaron la balanza del lado del Real Madrid. Siempre tenía la sensación de querer y poder ganar, aunque luego es cierto que se producían acontecimientos que te hacían decir ‘ha vuelto a pasar’. Pero no porque esa situación fuera así, sino que sucedía. Recuerdo preparar un partido durante mi primera etapa en el Atlético en el que Ronaldo nos mete gol a los siete segundos, aquel famoso tanto cuando Simeone jugaba de central. Eso no se puede prever, es un lance del juego. Una situación que aparece y toda la preparación previa se viene abajo en parte. Recuerdo otro partido que perdimos 1-2 en el Calderón que cuando íbamos empate a uno Jorge falló ante Casillas un mano a mano y en la siguiente jugada nos marcan ellos el segundo gol. El fútbol va de una cosa muy fácil, o las metes o no las metes. A lo mejor se necesitan cuatro acciones para marcar un gol y el rival tan sólo una”, explica Gregorio Manzano.
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“A pesar de comenzar un partido ganando, siempre había esa sensación de que algo iba a pasar e iba a mandar al traste la idea y posible triunfo del Atlético. Creo que se eso obedece a la desconfianza. No estoy de acuerdo con el acuñamiento del término el pupas al Atlético. Es uno de los tres grandes equipos de España, si el Atlético es el pupas, imagina el sentimiento que pueden tener otros clubes”, asegura Pepe Murcia, exentrenador rojiblanco, quien durante el derbi de 2006 en el Santiago Bernabéu se llevó los dedos índices a su frente pidiendo cabeza a los jugadores para ganar en el Bernabéu. “Veía más cerca la posibilidad de ganar que perder. El exceso de respeto puede convertirse en miedo. Precisamente, esa es una de las razones por las que se ha estrechado la distancia en los últimos años. La estabilidad que ha ganado el club ha hecho que se pierda el miedo y se asuma el resultado siempre desde la confianza. Esa es una de las grandes conquistas del Atlético. Y ese gesto que tuve en el Bernabéu creo que lo hubiese tenido cualquier entrenador en ese momento, porque veníamos precedidos de seis victorias consecutivas y confiábamos en que en que podíamos sacar algo positivo”.
No obstante, la cascada de sin sabores rojiblancos se producían, aunque en el vestuario se blindaban e impedían la entrada a sentimientos de impotencia. “Nunca tuve la sensación de sentirme inferior al Real Madrid. No la experimenté. Preparábamos cada derbi con la ilusión y el convencimiento de ganarlo. Tuvimos una época que no conseguimos la victoria pese a haber hecho grandes partidos. Recuerdo uno que perdimos en el Calderón y nuestros hinchas nos aplaudieron. Pero nunca me sentí inferior. Miraba a la grada y alucinaba con los tifos. La del Atlético es la mejor afición del mundo, de esto no hay duda. No existe la comparación”, se sincera Leo Franco. Para Albert Celades “cada partido es diferente, pero creo que la racha de 14 años sin perder un derbi se debe al nivel de los equipos del Real Madrid durante esos años. El Atlético ha mejorado a lo largo de la última década, ahora existe más igualdad que en aquellos tiempos”.
La estabilidad deportiva e institucional rojiblanca comentada por Pepe Murcia posee nombre y apellidos que el mismo pronuncia. “Diego Pablo Simeone”. Su llegada al banquillo colchonero revitalizó un partido que había perdido su condición de impredecible y cambió el rumbo de la historia reciente de los derbis. Sus 42 duelos se han saldado con 14 victorias rojiblancas, 16 blancas y 12 empates. Siendo la final de Copa del Rey de 2013 en el Santiago Bernabéu el punto de inflexión. Aquel cabezazo de Miranda en la prórroga tumbó a los de Mourinho por entonces y terminó con 14 años de maldición.
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