Una buena en la lucha contra el cambio climático. Las emisiones de dióxido de carbono (CO₂) de la Unión Europea han caído a niveles no vistos desde la década de 1960. Esto fue posible luego de que en 2023 se redujeran un 8 % los niveles de CO₂ provocados por la quema de combustibles fósiles en la región. La clave de este logro estuvo, sobre todo, en una mayor producción de energía limpia.
Esta es la segunda reducción más pronunciada que se ha registrado. Solo ha quedado por detrás de la de 2020, cuando el confinamiento por la COVID-19 obligó a suspender gran parte de la actividad industrial.
El 56 % de esta caída en las emisiones de carbono fue gracias al crecimiento de la capacidad eólica y solar para generar energía renovable, resalta el último informe del Centro de Investigación sobre Energía y Aire Limpio (CREA, en sus siglas en inglés). También influyó un repunte registrado en la disponibilidad de energía hidroeléctrica y nuclear.
Es una buena noticia que llega en el pico de la emergencia climática. El año pasado fue el más caluroso de la historia: se reportó una temperatura promedio a nivel global que bordeó los 1,5° C de calentamiento, en comparación con la era preindustrial. Y se espera, según el pronóstico de la comunidad científica, que 2024 sea incluso peor.
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«Las emisiones de carbono de la Unión Europea finalmente han vuelto a niveles vistos por la generación de mis padres en los años 1960», dijo Isaac Levi, analista de CREA, a The Guardian. «Sin embargo, durante este período, la economía se ha triplicado, lo que demuestra que se puede combatir el cambio climático sin renunciar al crecimiento económico», remarcó Levi.
Las emisiones de carbono caen en Europa, mientras crecen a nivel global
Europa, afortunadamente, va a contramano de la tendencia global. Las emisiones de dióxido de carbono mundiales, causadas en su mayoría por la quema de combustibles fósiles, registraron un nivel récord en 2023. Se estima que un total de 40.900 millones de toneladas de CO₂ se lanzaron a la atmósfera. Es decir, un aumento del 1,1 % respecto al 2022, según el informe preliminar de Global Carbon Budget.
Las emisiones de dióxido de carbono y otros gases —como el metano— elevan las temperaturas porque atrapan la radiación de la Tierra, creando el efecto invernadero. Pero el CO₂ es el gas contaminante que más influye en el calentamiento.
Europa, al igual que países como Estados Unidos y China, han reportado incrementos récords en la construcción de paneles solares y turbinas eólicas. Esto permitió que el crecimiento de la capacidad energía renovable tuviera en 2023 el pico más alto en los últimos 20 años, según la Agencia Internacional de Energía (AIE).
La AIE informó este mes que las energías limpias crecieron un 50 % en 2023, alcanzando casi 510 gigavatios (GW). El mayor impulso estuvo en el desarrollo de la energía solar fotovoltaica, que representa tres cuartas partes de toda la nueva capacidad energética.
Es un avance, pero todavía insuficiente
La confianza en esta alternativa crece poco a poco. Por ejemplo, los préstamos financieros al negocio de las energías renovables finalmente se están acercando a lo que reciben los combustibles fósiles. Ya en 2021 alcanzaron los 498.000 millones de dólares a nivel global, de acuerdo con The Lancet Countdown, un proyecto en el que colaboran varias agencias de la ONU.
Aunque es un avance, sigue siendo muy lento. Las energías renovables modernas contribuyen solo al 11 % de la electricidad producida en los países más ricos. Pero es peor en los países más pobres, en donde representan solo el 2,3 %, dice el último reporte de The Lancet Countdown.
También lo creen en CREA. «La reducción del 8 % en las emisiones de carbono debe celebrarse», dijo Levi. «Sin embargo, se debe hacer más para que la Unión Europea deje de depender de los combustibles fósiles y reducir la dependencia de petroestados como Rusia», agregó. Hace falta más inversión en infraestructura y tecnologías de energías renovables, destaca la organización.
El Consejo Asesor Científico Europeo sobre el Cambio Climático recomendó reducir las emisiones de CO₂ y otros gases entre un 90 % y un 95 % para 2040. Esto, en comparación con el nivel de 1990. «Esto requeriría una aceleración significativa en el ritmo actual de reducción de emisiones de carbono», destacó en un comunicado publicado la semana pasada.
Para lograrlo, el consejo pide eliminar gradualmente los subsidios a los combustibles fósiles. También alinear las políticas del bloque en función de los objetivos de emisiones de carbono declarados a nivel regional y mundial. «Las propias políticas de la Unión Europea aún no están completamente alineadas» y corren el riesgo que la infraestructura energética quede anclara a los combustibles fósiles de altas emisiones, dicen en su informe.
El acuerdo final de la COP28, la cumbre de la ONU para el cambio climático, aboga por la transición desde los combustibles fósiles. Y pide hacerlo «de manera justa, ordenada y equitativa». En este sentido, propuso «triplicar la capacidad energética renovable» y «duplicar la eficiencia energética media» anual de aquí a 2030. Todo esto, para lograr la reducción de emisiones de dióxido de carbono y otros contaminantes en un 43 % para 2030 y un 60 % para 2035.
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