El llamado Tercer Perfeccionamiento –un intento de actualización del sistema educativo cubano y sus instituciones– no llegó a las aulas de Matanzas y Camagüey hasta este diciembre, cuando el curso escolar está a punto de culminar su primer semestre. Los nuevos libros de texto, que se han entregado a muy pocos grupos de estudiantes, vienen con indicaciones exigentes de cuidados por ser más «sensibles» que los antiguos.
Un artículo publicado este miércoles en el periódico oficialista Girón daba cuenta de la renovación parcial de la «base material de estudio» y mencionaba, de soslayo, sus deficiencias. Por el momento, solo el primer y cuarto grados de primaria, el séptimo de secundaria y el décimo de preuniversitario han recibido los libros. También los primeros grados de Enseñanza Técnica y Pedagogía obtuvieron los textos.
En una situación similar está el municipio de Nuevitas, en Camagüey, donde solo los estudiantes de primero y cuarto estrenaron este lunes los nuevos materiales. En cuanto al séptimo y décimo, se espera que los libros terminen de repartirse en breve. Para el resto de los cursos, que no recibirán este año el material escolar, todavía no existe claridad en la fecha de entrega.
El Tercer Perfeccionamiento, que debía proporcionar un «enfoque más integral y multifacético» a la educación en la Isla es noticia desde, al menos, 2017. Sin embargo, no ha sido hasta seis años después que el sistema educacional ha iniciado las primeras reformas, con mucha paciencia.
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La mala calidad de los libros –celebrados por las autoridades y la prensa oficial– ha sido criticada por varios funcionarios locales
La mala calidad de los libros –celebrados por las autoridades y la prensa oficial– ha sido criticada por varios funcionarios locales del Ministerio de Educación. Según contó al diario provincial Yainet Trejo, subdirectora general del sector en Matanzas, el material con que están fabricados estos textos es menos resistente y cada volumen cuenta con un mayor número de páginas que las ediciones anteriores, lo cual facilita su desencuadernación.
Por ser los primeros del nuevo lote en llegar a las aulas, los materiales también serán vigilados con celo. «Entre las medidas adoptadas para su conservación se encuentra el foliado (la asignación de un número en el almacén) para asegurar el control y se ha indicado que se pueden forrar, pero sin ponerle presillas, ni precintas a las carátulas», explicó Trejo.
A principios de septiembre, varios padres de alumnos contaron a este diario para un reportaje sobre la situación educativa, que los libros estarían listos las primeras semanas del curso. Los profesores les indicaron que los estudiantes se concentrarían temporalmente en repasar los contenidos del año anterior.
La entrega tardía de los textos, sin embargo, no vino acompañada de una explicación del Ministerio de Educación sobre qué contenidos se impartieron en las clases en ausencia del material actualizado o cómo se dará coherencia al curso tras un súbito cambio en las asignaturas que, según las autoridades, ahora favorecen los «contenidos didácticos, la participación de las familias en la resolución de los ejercicios, el tratamiento de temáticas actuales».
Días antes de comenzar este período lectivo, las desastrosas condiciones con que la Isla pretendía comenzar el curso ya eran noticia. El retraso en la producción de uniformes, la entrega de menos material escolar –gomas, lápices, libretas– que en años anteriores y la incapacidad de muchos padres para comprar mochilas o conseguir meriendas para sus hijos por los elevados precios, mantenían en vilo a las familias.
La escasez crónica de maestros es quizás el aspecto más acuciante en las aulas cubanas. No obstante, y haciendo oídos sordos a su propia crisis, la Isla sigue firmando convenios en materia de educación por todo el mundo. Con antecedentes en países como Angola u Honduras, esta semana el régimen cerró un acuerdo con Colombia para brindar asistencia en este campo.
El memorando, que se venía negociando desde este junio, será el punto de partida del programa conjunto La Educación en Primer Lugar y se espera que una delegación cubana asista a Colombia en el diseño curricular, el seguimiento pedagógico y el «enfoque de los derechos humanos en la educación pública», entre otros aspectos.
El programa firmado por La Habana y Bogotá estará en vigor hasta diciembre de 2024. Las autoridades no aclararon en ningún momento si, como se hizo con Honduras el pasado enero, la Isla enviará los «profesionales de la educación» que tanto escasean en sus aulas.
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