Veracruz, Ver.- Gritando “se tejen sillones y muebles”, Jesús Mundo Cruz camina hasta tres horas por las calles de los fraccionamientos de la conurbación en busca de algo de trabajo para sacar el día.
¿Cómo inició Jesús Mundo en el tejido de muebles?
El oficio lo aprendió de su padre y abuelo cuando apenas era un niño y desde hace 50 años desempeña esta actividad como el modo para obtener un ingreso a sus 62 años de edad.
En entrevista para Diario de Xalapa relata que la actividad del tejido de muebles tenía mucha demanda hasta los años 80, cuando las salas de todas las viviendas de los veracruzanos eran de madera cosidas con bejuquillo.
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Actualmente, el trabajo es escaso, la gente cambió sus muebles de madera por otros de moda.
Por ello, suele caminar hasta tres horas, gritando en las calles que se tejen muebles y sillones para llamar la atención de alguna persona que pueda tener entre los “triques” algún mueble que requiera ser reparado.
“Yo salgo de mi casa en la colonia El Vergel desde las 8:00 de la mañana y ando en la calle buscando la chamba; así lo hacíamos con mi padre y mi abuelo, pero antes por aquí nos bajábamos del carro y empezábamos a caminar cuando enseguida salían señoras y señores para darnos sus muebles a reparar, todos tenían muebles de madera, ahora ya no, son pocos, a veces camino hasta tres horas gritando y como a las 12 sale alguien por ahí que tiene un mueble entre los escombros o triques que requiere reparación”, expresa.
Comenta que al día trata de trabajar dos piezas, sin embargo, en muchas ocasiones solo es una, que comúnmente es una silla mecedora que son los muebles que más predominan en la actualidad.
Así en la banqueta y con ayuda de algún poste, se pone a trabajar y tarda de cuatro a cinco horas en la reparación del mueble, pues cuida cada detalle del tejido para que tenga una duración de por lo menos cinco años, siempre y cuando no esté expuesto mucho tiempo al sol.
“Me hago unas cuatro horas, depende de qué tanto se requiera reparar el mueble, pero le repito que salas ya no hay, más que nada lo que quedan son sillones mecedoras que ocupan en las casas para arrullar a los niños, eso es lo único que queda”, expone.
Reconoce que la actividad del tejido disminuyó mucho pero también las personas que se dedicaban a esto, pues en su andar son muy pocos los tejedores que encuentra en su camino.
“Como le digo, camino mucho, ando en todos los fraccionamientos buscando trabajo y me he llegado a encontrar a algunos tejedores pero uno cada mes o a veces ninguno, es que ya no es negocio”, insiste.
Don Jesús comenta que un tiempo trabajó en el muelle de Veracruz, pero el tejido siempre ha sido su principal fuente de ingreso y de esta actividad sacó adelante a sus dos hijos, quienes ahora se valen por sí mismos y cuando andan sin empleo ayudan a su padre.
Como es un trabajo que ha realizado los últimos 50 años, algunas personas, sobre todo los mayores, ya lo identifican y lo llegan a contactar para darle trabajo.
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