Esta semana, el Banco Central Europeo (BCE) anunció que el proyecto del euro digital avanzó hacia una nueva instancia: la fase de preparación. Después de dos años investigando el diseño y el sistema de distribución de la divisa, el próximo paso es completar los lineamientos para su uso y funcionamiento, elegir a los proveedores para desarrollar la plataforma e infraestructura necesaria, e iniciar el proceso de pruebas.
Ojo, la fase de preparación no implica que la implementación del euro digital esté confirmada o, siquiera, sea decisión tomada. Todavía quedan muchas cuestiones por resolverse y el proceso se mueve a ritmo lento. De hecho, la siguiente etapa se pondrá en marcha el 1 de noviembre y se espera que se prolongue por los próximos dos años.
Esto significa que el BCE todavía no está ni cerca de llevar a la práctica su iniciativa del euro digital. No obstante, la entidad presidida por Christine Lagarde no ha dejado pasar la oportunidad de enumerar los beneficios de su adopción. Desde ofrecer una alternativa segura, fácil de usar y gratis para realizar todo tipo de pagos y transacciones en la Eurozona, hasta «preparar la moneda para el futuro», fortaleciendo la unidad europea e incluso brindando nuevas oportunidades a las personas que no están bancarizadas.
De acuerdo con sus impulsores, el euro digital también protegerá la privacidad de sus usuarios. Sin embargo, los detractores del proyecto argumentan que esto no sería así en la práctica y que abriría la puerta a nuevos métodos de vigilancia. Así mismo, si bien se menciona que la divisa se podrá utilizar tanto de forma online como offline, la letra pequeña del proyecto revela limitaciones importantes que abordaremos más adelante.
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El euro digital y las CBDC
El euro digital es una «moneda digital de banco central» o CBDC, por sus siglas en inglés. Por supuesto que no se trata de la primera en su tipo, ni tampoco de la más avanzada. China lleva bastante tiempo experimentando con el yuan digital y en julio pasado anunció que ya se había utilizado en transacciones por más de 250.000 millones de dólares. Reino Unido informó en 2021 que estudiaría la posibilidad de crear una libra esterlina digital, en tanto que Estados Unidos se abrió en 2022 a analizar la creación de un dólar digital.
El creciente interés de las principales economías del mundo por explorar las CBDC no es casual y tiene una vinculación directa con la explosión en popularidad de las criptomonedas; en especial de las stablecoins. Sin embargo, en el caso del Banco Central Europeo, han tratado de trazar una línea diferenciadora. Así lo explican en su sitio web:
«Un euro digital sería dinero de banco central, es decir, estaría respaldado por un banco central y diseñado para satisfacer las necesidades de los usuarios. Por tanto, estaría libre de riesgos y respetaría la privacidad y la protección de datos. Los bancos centrales tienen el mandato de mantener el valor del dinero, con independencia de su forma física o digital.
La estabilidad y la fiabilidad de las stablecoins dependen en última instancia de la entidad que las emite, así como de la credibilidad y aplicabilidad de su compromiso de mantener su valor a lo largo del tiempo. Además, los emisores privados podrían utilizar los datos personales para fines comerciales».
Banco Central Europeo.
No obstante, el BCE reconoce que para el proyecto del euro digital se están estudiando distintas opciones técnicas, tanto centralizadas como descentralizadas. Entre ellas, las tecnologías de registros distribuidos (DLT) al estilo blockchain. Pese a esto, no se han brindado más detalles hasta el momento.
Impulsando el «efectivo digital»
El proyecto del euro digital no apunta a reemplazar al dinero físico, sino a establecer un complemento. «El efectivo está aquí para quedarse. Tendrás todas las opciones: efectivo o efectivo digital», dice Christine Lagarde en un vídeo publicado en X (Twitter). Además, la CBDC se mantendría intercambiable por billetes, y viceversa.
Según el BCE, el euro digital se podrá utilizar para todo tipo de transacciones inmediatas en la Eurozona, tanto en línea como en tiendas físicas. Será «ampliamente accesible y gratuito para su uso básico», y estará disponible para pagos de persona a persona o para cumplir obligaciones gubernamentales.
Una de las críticas más importantes que se le realiza a la iniciativa es, justamente, su aparente naturaleza redundante en comparación con los medios de pago ya existentes. Considerando que el sistema bancario actual ya se encuentra altamente digitalizado y que, además, ya se aplican restricciones a los pagos en efectivo y los retiros de cajeros automáticos por encima de una determinada cifra, ¿de qué serviría disponer de un «efectivo digital» atado a las mismas limitaciones? Un interrogante que intenta alcanzar una respuesta convicente.
Tengamos en cuenta que, si bien el euro digital se podría utilizar de forma online y offline, la segunda modalidad estaría bastante condicionada. En su reporte sobre el paso a la fase de preparación, el BCE menciona que la versión sin conexión se ha pensado para pagos en proximidad y de bajo valor. Por ejemplo, en transacciones de persona a persona. Pero también se mencionan limitaciones a la cantidad de euro digital que se podría disponer fuera de línea, como también al número de transacciones posibles:
«Los pagos fuera de línea con euro digital se acercarían a una experiencia similar al efectivo. Un usuario cargaría euros digitales en su dispositivo, de forma similar a sacar dinero en efectivo de un cajero automático. La necesidad de proximidad física en los pagos fuera de línea en euro digital y los límites en términos de tenencias y transacciones de euros digitales fuera de línea podrían reducir el riesgo de uso indebido delictivo. La exención de los pagos en euros digitales fuera de línea a determinadas obligaciones en materia de lucha contra el blanqueo de capitales y la financiación del terrorismo solo sería posible si los colegisladores consideraran coherente aplicarlas según el enfoque habitual basado en el riesgo».
Banco Central Europeo.
Limitaciones a la tenencia del euro digital
El Banco Central Europeo también menciona que existirían limitaciones a la tenencia del euro digital por parte de los usuarios. El argumento de la entidad es que así se evitarían problemas de liquidez a corto plazo en el caso de un rápido paso de los depósitos bancarios a la nueva divisa digital, como otras posibles inestabilidades financieras que podrían impactar sobre los bancos comerciales. Por ejemplo, sobre el funcionamiento de la intermediación crediticia o la financiación.
Así mismo, como sería un equivalente digital al efectivo, no se crearía un sistema que remunere las tenencias en euro digital. Con respecto a los límites en cuestión, esto indica el BCE:
«Un euro digital buscaría mantener el equilibrio saludable que ha existido durante décadas entre los depósitos bancarios y el dinero del banco central. Por lo tanto, sería necesario establecer ciertos límites a la cantidad de euros digitales que los usuarios pueden tener (es decir, un límite de tenencia por usuario).
Un euro digital estaría diseñado para no tener ningún impacto material en la estabilidad financiera y la transmisión de la política monetaria. […] El nivel del límite de tenencia individual se calibraría más cerca de la fecha de lanzamiento del euro digital para tener en cuenta las perspectivas económicas más recientes».
Banco Central Europeo.
La privacidad, un punto siempre caliente
Los impulsores del euro digital sostienen que la privacidad juega un papel fundamental en la iniciativa. El Banco Central Europeo afirma que la protección de los datos de los usuarios será crucial para el correcto funcionamiento de la divisa electrónica. Al punto tal de aseverar que el Eurosistema será incapaz de acceder a la información personal de los usuarios, ni tampoco podrá vincular transacciones con individuos. No obstante, existe bastante escepticismo con respecto al tema.
La distribución del euro digital se realizaría mediante una app oficial creada por el Eurosistema, como a través de proveedores de servicios de pago. Esto significa que, de una forma u otra, habría que completar un servicio de registro y onboarding como el que ya existe en cualquier plataforma bancaria o financiera actual. De modo que los usuarios del euro digital continuarían atados a las prácticas de «conozca a su cliente» (KYC) que existen desde hace tiempo en las regulaciones bancarias.
El BCE afirma que los usuarios tendrán control sobre el uso de su información por parte de los proveedores de servicios de pago. En tal sentido, indica que las personas podrán decidir si quieren permitir que dichas plataformas usen sus datos para fines comerciales. Pero las preocupaciones sobre la privacidad van más allá de eso.
El sector cripto, en alerta
Las principales críticas contra las CBDC llegan del mundo de las criptomonedas, y, en especial, desde el sector de las finanzas descentralizadas. Más allá de las promesas de protección y pseudoanonimato, preocupa que los estados obtengan un nuevo instrumento que pueda convertirse en herramienta para vigilar o controlar los hábitos de consumo de sus habitantes. Los escenarios más extremos, con gobiernos aprovechando el dinero digital de los bancos centrales para congelar o incautar los fondos de sus ciudadanos u oponentes políticos, tampoco han demorado en aparecer.
Desde el ecosistema DeFi aseveran que ya existen stablecoins que cumplen un rol mucho más relevante que el que cualquier CBDC, incluido el euro digital, podría alcanzar en el futuro. Y que su naturaleza alejada de la intervención estatal las hace mucho más transparentes. Aunque en la realidad tampoco están exentas del desastre. El caso de UST y Terraform Labs fue prueba cabal de ello.
Un largo camino por transitar
Como ya hemos mencionado, el euro digital todavía tiene un largo camino por transitar antes de definirse su posible implementación. Más allá de los puntos que generan dudas, lo que plantea el Banco Central Europeo tiene algunos aspectos interesantes. Por ejemplo, ofrecer una alternativa a personas no bancarizadas con tarjetas prepagas disponibles a través de intermediarios públicos.
Esto implicaría que, por ejemplo, un sujeto que no pueda abrir una cuenta bancaria, acceda al dinero digital comprando una tarjeta física en el correo. A simple vista puede no parecer demasiado, pero la inclusión financiera es un aspecto crucial sobre el que se debe trabajar en todo el mundo. Lejos de ser una solución, este podría representar un punto de partida interesante por parte del sector financiero de la Unión Europea.
Aun así, todavía son varios los retos que el BCE debe superar para darle viabilidad al lanzamiento del euro digital. Entre ellos, crear un sistema robusto y factible de defenderse ante la posibilidad de ciberataques; o establecer incentivos para que los proveedores de servicios de pago e intermediarios brinden acceso seguro a la moneda.
Aunque tal vez lo más complejo será convencer a los ciudadanos de que la adopción del euro digital realmente traerá beneficios sostenibles en el tiempo. Y que no será un simple artilugio para tratar de contrarrestar el avance de las criptomonedas o ejercer mayor control sobre sus movimientos económicos.
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