La primera vez que hubo contacto entre Martí y Maceo fue a través de una carta que le escribiera el Apóstol el 20 de julio de 1882. Encabezaba la misiva llamándolo «señor y amigo», y terminaba diciéndole: «Tal vez, por mi odio a la publicidad inútil, ignore Vd. quién escribe esta carta». En efecto, el Titán desconocía por completo quién era el remitente y, como decimos hoy en lenguaje de mensajería, casi lo dejó en visto.
Al Maestro no le acompañaba el pedigrí de haber sido un héroe de guerra, aunque empatizó con ella desde el primer momento, con apenas 15 años. A Martí le tocó temprano el presidio y el destierro. Pero su inteligencia, cultura y romanticismo lo llevaron a comprometerse por completo en la preparación de una gesta definitiva. El mismo hombre que escribiera con tanta ternura para los niños, soñaba con «lo hermoso de morir a caballo, peleando por el país, al pie de una palma».
Un intelectual enfermizo, sin experiencia militar y sin leyendas, debía realizar un esfuerzo doble para que sus héroes lo tomaran en serio. El autor de los Versos sencillos descartó todas las alternativas pacíficas para lograr la independencia y optó por el camino más radical: la guerra. Y aunque intentó llenar esa palabra con adjetivos como necesaria, generosa y breve, culta, inevitable… el poeta sabía que no se hace una guerra solo con tinta y pluma, también lleva sangre. Debía contar entonces con hombres diestros en el uso del machete, en el mando y la disciplina de las tropas, con la frialdad requerida para vaciar el tambor del revólver contra otro ser humano. Martí nunca fue capaz de llegar a ese punto. Al caer en Dos Ríos, cuentan que su arma estaba intacta.
- CHECALO -
Otros patriotas le habían escrito advirtiéndole sobre el Dr. Martí, hablando de doblez y falsía, retrógradas tendencias, infamia y calumnia
Las suspicacias de Maceo con aquel hombrecillo por quien Máximo Gómez parecía hechizado, venían de referencias de terceros. Otros patriotas le habían escrito advirtiéndole sobre el Dr. Martí, hablando de doblez y falsía, retrógradas tendencias, infamia y calumnia. Lo llamaban «fatal elemento» y afirmaban que Martí «ni trabajaba, ni dejaba trabajar», que generaba antipatías y que malgastaba los ahorros del exilio.
Un punto de giro importante en la relación entre ambas figuras fue el rompimiento de Martí con el Plan Gómez-Maceo. Gómez increpaba a Martí por hacer caso omiso de Maceo como jefe, mientras que el Titán le dejaba claro al poeta que la guerra debía ser una propiedad exclusiva del generalísimo. Este encuentro motivó la famosa carta del Apóstol a Gómez, donde le dice: «Un pueblo no se funda, General, como se manda un campamento». Si bien es cierto que en cuestiones bélicas ambos caudillos superaban con creces a Martí, este tenía una visión política mucho más estratégica que sus ídolos.
Luego de aquel desencuentro, la tensión entre ambos pareció aplacarse, según muestran sus cartas cruzadas, aunque Martí era mucho más pródigo en elogios que su compatriota. Pero tras el fracaso del Plan de la Fernandina, el asunto volvió a enredarse. Martí le ofrecía 2.000 pesos a Maceo para preparar su expedición. El Titán, desconociendo los fondos reales con los que contaba el Partido Revolucionario Cubano, le exigía el triple. Entonces Flor Crombet se ofreció a realizarlo por una cantidad mucho menor.
Martí intentó actuar de la mejor manera posible. Consultó a Gómez primero y escribió con suma delicadeza a Maceo, pero este conoció la decisión por otras vías, antes de recibir su carta. Ofendido en su orgullo, el próximo encuentro entre ellos se convertiría en uno de los temas sobre los que más se ha especulado en la historia de Cuba.
Sobre la reunión en La Mejorana se ha hablado incluso de golpes, aunque cuesta imaginar a Maceo propinándole un piñazo a alguien como Martí
Sobre la reunión en La Mejorana se ha hablado incluso de golpes, aunque cuesta imaginar a Maceo propinándole un piñazo a alguien como Martí. Tal vez, esa visión imaginaria esté sesgada por el retrato de macho alfa con el que nos han descrito ordinariamente a Maceo. Y el misterio crece aún más por la fatalidad de las páginas arrancadas al diario de Martí.
Pero sí hubo grandes diferencias en aquella reunión. Maceo les dejó claro a Martí y a Gómez quién era allí el líder con amplio poder de convocatoria. Martí habló de tristeza, con esa tristeza durmió aquella noche, y con esa tristeza murió unos días más tarde.
Hoy, en tiempos de «tiraeras» constantes, divisiones y riñas por el liderazgo de la oposición, muchos suelen decepcionarse y perder la fe en el triunfo del cambio. Pero, como reza el Eclesiastés bíblico, no hay nada nuevo bajo el sol.
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