Muchos de los alemanes bajo la égida de Vlad III eran sajones. No hay que confundirlos con los anglosajones de Inglaterra; eran emigrantes alemanes que se habían asentado en Transilvania en el siglo XII, después de que la región fuera conquistada por Hungría. En su mayoría eran comerciantes acomodados, pero para Vlad III eran aliados de sus enemigos.
En los años siguientes, Vlad III arrasó pueblos sajones enteros y empaló a miles de personas. En 1459, cuando la ciudad sajona transilvana de Kronstadt (hoy Brasov) apoyó a un rival de Vlad III, la respuesta del voivoda fue salvaje. Tras imponer inicialmente restricciones al comercio de productos sajones en Valaquia, hizo empalar a 30 000 personas y, al parecer, cenó entre ellas para presenciar personalmente su sufrimiento. También incendió Kronstadt. De vuelta a Valaquia, empaló a los mercaderes sajones que violaban sus leyes comerciales.
Aunque Vlad siguió identificándose con la prestigiosa Orden del Dragón, firmando como Wladislaus Dragwlya (“hijo del Dragón”), sus enemigos le dieron el sobrenombre menos noble de Tepes, “el Empalador”.
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Vlad III organizó varios ataques sangrientos contra comunidades católicas y contó con el apoyo de muchos de los suyos que, como cristianos ortodoxos, se sentían discriminados por los húngaros y los católicos sajones de Transilvania. Ciudades como Sibiu, Tara Barsei, Amlas y Fagara fueron atacadas y sufrieron muchas pérdidas antes de rendirse en 1460. Estas represalias llamaron la atención del papa Pío II, que elaboró un informe en 1462 en el que afirmaba que Vlad III había matado a unas 40 000 personas.
La política exterior de Vlad III difería de la de su padre y de la de muchos otros líderes de la época. Nunca dejó de oponerse a los turcos, para lo que contó con el apoyo de Matías Corvino, alias Matías I, hijo de Janos Hunyadi y rey de Hungría.
Las tácticas de Vlad III, tanto dentro como fuera del campo de batalla, contra los turcos fueron extraordinariamente brutales. En 1459, Mehmed II envió una embajada a Vlad III, reclamando un tributo de 10 000 ducados y 300 jóvenes. Cuando los diplomáticos se negaron a quitarse los turbantes, alegando costumbres religiosas, Vlad III saludó su devoción clavándoles los sombreros en la cabeza. En 1461, los turcos se ofrecieron a reunirse con Vlad para negociar la paz; en realidad pretendían tenderle una emboscada. Vlad III respondió con una incursión en los dominios turcos al sur del Danubio.
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