“El primer bioplástico conocido, el polihidroxibutirato (PHB), fue descubierto en 1926 por un investigador francés, Maurice Lemoigne, a partir de su trabajo con la bacteria Bacillus megaterium”, refiere la Enciclopedia Britannica (una prestigiosa plataforma de conocimiento). No obstante, reconoce la fuente, el impacto de su hallazgo pasó inadvertido durante décadas como consecuencia de que en ese momento el petróleo era barato y abundante.
Pero en la década de 1970, la crisis del petróleo llevó a los expertos a buscar alternativas a los productos derivados del petróleo. El auge de la genética molecular y la tecnología del ADN recombinante impulsó aún más la investigación, “de modo que a principios del siglo XXI se habían establecido las estructuras, los métodos de producción y las aplicaciones de numerosos tipos de bioplásticos”, detalla Britannica.
En la actualidad, existen diversas alternativas y los científicos trabajan en opciones cada vez más asequibles. Por ejemplo, en 2023, investigadores de la Universidad de Washington (Estados Unidos) publicaron un estudio sobre el desarrollo de bioplásticos elaborados completamente de células de cianobacterias verdeazuladas en polvo, conocidas como espirulina (un alga que también se utiliza en alimentos y cosméticos).
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El material resultante de su desarrollo, comentaron entonces en una nota de prensa, tenía propiedades mecánicas comparables a los de los plásticos convencionales, además de que se podían compostar y degradar al mismo tiempo que una cáscara de banana.
Según comunicó la universidad en 2023, la espirulina se puede cultivar a gran escala y tiene propiedades ignífugas. En conclusión, el bioplástico a partir de espirulina podría usarse en envases desechables de alimentos, en botellas o bandejas. Aún así, los autores sostuvieron que se requiere más investigación para hacer de este bioplástico un material cotidiano.
Hoy por hoy, dos de los bioplásticos más comunes son los polihidroxialcanoatos (PHA), que son biodegradables, y el ácido poliláctico (PLA), que se utilizan mucho más comúnmente, pero solo son compostables a escala industrial, detalla un artículo de 2024 de National Geographic US.
El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) también cita una iniciativa de un ingeniero químico mexicano que produce bioplásticos a partir de semillas de aguacate. Pero las alternativas son muchas y los expertos investigan cada vez más opciones.
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