La Habana/Un año más, el régimen cubano prohíbe a la Iglesia católica la celebración de sus ritos tradicionales de Semana Santa. Según denunció el sacerdote Lester Zayas este miércoles, las autoridades de Trinidad, en la provincia de Sancti Spíritus, impidieron realizar la procesión prevista para el día de ayer.
“Es horrendo caer en manos del Dios vivo”, escribió el párroco en sus redes sociales citando el versículo 10:31 de la Carta a los Hebreos.
El pasado sábado, el sacerdote también había anunciado la suspensión del Solemne Viacrucis programado para el Domingo de Ramos a las 6 de la tarde en La Habana, desde la calle Línea hasta Letrán, debido a la desaprobación de las autoridades.
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Zayas, quien afirma que prefiere “temer a Dios antes que a los hombres”, calificó estas decisiones como contraproducentes y advirtió de que guardar silencio ante ellas “es cometer el terrible error de pretender normalizarlas”.
Es una muestra de absoluto desconocimiento de las raíces del pueblo trinitario y de su delicadísima sensibilidad religiosa”
Las autoridades esgrimieron dos razones para la prohibición: que la solicitud no fue presentada a tiempo y que la ceremonia no forma parte de las tradiciones locales. Ante la primera justificación, el sacerdote respondió que la demora fue responsabilidad de las propias autoridades, ya que él realizó el trámite con 58 días de antelación, mucho más que el mes estipulado para este tipo de solicitudes. En cuanto al segundo argumento, señaló que se trata de “una muestra de absoluto desconocimiento de las raíces del pueblo trinitario y de su delicadísima sensibilidad religiosa”.
“Dicha procesión tiene más de cien años”, prosiguió el sacerdote. “Solo fue interrumpida tras el triunfo de la Revolución, y eso por razones ampliamente conocidas, que no obedecieron a una decisión de la Iglesia”. Además, reveló que, a pesar de la prohibición, “la Bendita Imagen del Cristo de la Humildad ha hecho el camino de un templo a otro, año tras año, dentro de un vehículo, como si se tratara de algo peligroso”.
En contraste, señaló que otras actividades como el Canchancharazo, con mucho menos arraigo, “se organizan con presteza y con un gasto notorio, siendo la fiesta de lo cutre, lo burdo, lo grotesco; la fiesta del ruido ensordecedor”.
El fraile dominico también denunció que las autoridades sí tuvieron tiempo para reunir frente a la parroquia de Paula “a un número considerable y visible de factores”, que llenaron el parque con el fin de advertir de que estaban siendo vigilados y que no debían atreverse a sacar la procesión. Y se preguntó si esas mismas personas, “con sus motos sin chapa”, no podían haber cumplido su función, acompañando la ceremonia.
Se permite el uso del espacio público a determinados grupos más afines con la ideología imperante, mientras se les niega ese derecho a otros”
“¿Qué se consiguió con la negativa? Dolor, frustración, quejas, protestas legítimas de los creyentes”, expresó. Consideró que se trata de una decisión discriminatoria: “Se permite el uso del espacio público a determinados grupos más afines con la ideología imperante, mientras se les niega ese derecho a otros”.
“No se construye Nación negando derechos”, concluyó. “No es posible una sociedad sana donde la sospecha y el miedo formen parte del día a día. No es posible el diálogo cuando unos son considerados más dignos que otros para sentarse a la mesa”.
El pasado año se registraron prohibiciones similares durante Semana Santa en la diócesis de Bayamo-Manzanillo, en Granma. Un sacerdote que pidió mantener el anonimato confesó entonces a 14ymedio: «El Gobierno no quiere gente en la calle por miedo a posibles manifestaciones”.
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