▲ El actor francoestadunidense Timothée Chalamet en un fotograma del filme Un completo desconocido, donde interpreta al músico, poeta y compositor Bob Dylan.
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- CHECALO -
ace 20 años Martin Scorsese aceptó dirigir para la cadena televisiva PBS, en su serie American Masters, el espléndido documental No Direction Home (2005) sobre la vida y carrera musical de Bob Dylan, centrándose en los primeros años de formación del músico y cantante de folk, poeta y artista plástico hasta su accidente en motocicleta, en 1966, que decidió una interrupción de ocho años en su carrera artística.
El título de lo que también se llamó un rockumental procede de un fragmento de Like a Rolling Stone, canción ya clásica del compositor. Retomando otra frase de esa misma melodía, el realizador estadunidense James Mangold ofrece ahora, como sugerente título para su cinta más reciente, Un completo desconocido (A Complete Unknown, 2025), largometraje de ficción que condensa, en poco más de dos horas, cuatro años de la fulgurante trayectoria musical del joven de 19 años, que en 1961 llegó desde su natal Duluth, Minnesota, hasta el barrio bohemio neoyorquino de Greenwich Village para cambiar allí su nombre original de Robert Allen Zimmerman por el conciso y llamativo Bob Dylan (en honor al poeta Dylan Thomas), y volverse en tiempo récord una celebridad en el floreciente campo de la música folk.
Nace una estrella. James Mangold escribe el guion en colaboración con el veterano Jay Cocks a partir de Dylan Goes Electric! (2015), libro del guitarrista de folk y periodista Elijah Wald, con la idea de explorar la personalidad compleja de Dylan (caracterización formidable de Timothée Chalamet), el artista camaleónico, caprichoso y genial que sedujo con su personalidad y su talento nato a las figuras más destacadas de la escena musical folk del momento: al cantante Pete Seegers (notable Edward Norton como súbito mentor del joven artista), o al gurú de la música folk, Woody Guthrie (ídolo de Dylan, lamentablemente postrado por la enfermedad neurológica de Huntington), y a la muy popular Joan Baez (Monica Barbaro), quien pronto se convirtió en su cómplice musical y amante. También relata la cinta la complicada relación amorosa de Dylan con la joven Sylvie Russo/Suze Rotolo (Elle Fanning), su apoyo moral constante, pero también la pareja sentimental decepcionada, incapaz de lidiar con el carácter inasible de un músico agobiado y embriagado por la celebridad.
Con un ritmo narrativo ágil y una estupenda reconstitución en estudio del Village intelectual y artístico en el que Dylan tuvo sus primeros éxitos musicales, Un completo desconocido presta una atención mayor a la interrelación afectiva de los personajes de la trama, y en particular a la del mago musical que los mantiene siempre girando en torno suyo y a sus veleidades narcisistas, que al flamígero clima social que inspira buen número de las canciones de protesta del momento, las de Seeger y Baez, y en especial las del propio autor de The Times They Are A-Changin’.
La cinta se demora así más en la frustración reiterada de Sylvie, la amante incomprendida, que en evocar, por ejemplo, con mayor detalle y coherencia, la participación de Dylan y Joan Baez en la Marcha sobre Washington por la defensa de los derechos civiles en agosto de 1963 –momento social y musicalmente memorable, aludido aquí fugazmente.
Y sin embargo, pese a la omisión de un sólido contexto histórico (las películas no son buenas para comunicar ideas, pero sí formidables para comunicar sentimientos
, ha declarado el director), Un completo desconocido es un gran acierto por su modo de plasmar el turbulento tránsito que efectúa Dylan de la música tradicional folk a una guitarra eléctrica tributaria del pop y del rock, para desesperación airada de sus fans y de su amigo y promotor Pete Seegers. También por las actuaciones muy controladas de Chalamet y Edward Norton (dos generaciones enfrentadas en la cinta, de modo inclemente, desde los extremos del triunfalismo y el fracaso, la innovación musical y lo anacrónico, el talento genial y el talento a secas), y por una vibrante sucesión de canciones emblemáticas del autor que años después, en 2016, recibirá un insólito y controvertido Premio Nobel de Literatura por su contribución poética a la canción tradicional, pero también –sin que en ello se insistiera– por su importancia como icono imprescindible de la hoy ya agotada contracultura estadunidense.
Se exhibe en salas de Cinemex y Cinépolis.
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