E
l actor neoyorquino Jesse Eisenberg ha tenido la suerte de labrar una carrera histriónica interpretando básicamente al mismo personaje todo el tiempo. Ahora, en Un dolor real, su segundo largometraje como director (no vi el primero, Cuando termines de salvar el mundo, de 2022) da muestras de un talento adicional.
En esencia, se trata de una variante de la premisa seguida por Alexander Payne en Entre copas (2004), o sea una road movie cómica entre dos personajes masculinos disímbolos, uno de los cuales es insoportable.
Sobre un guion del propio Eisenberg, se narra el viaje a Polonia realizado por David (Eisenberg) y Benji (Kieran Culkin), dos cuarentones judíos, primos paternos que se han criado casi como hermanos. La abuela, muy querida de ambos, ha fallecido recientemente y eso los ha motivado a hacer un tour al país de sus antepasados.
- CHECALO -
El par se une a un tour guiado por el británico James (Will Sharpe), que reúne a personas disímbolas, todas judías. Desde luego, la visita incluirá temas muy sensibles en relación con el Holocausto, con todo y una vuelta por un campo de exterminio nazi.
El chiste central es que Benji resulta ser un adolescente trasnochado, un personaje que no tiene filtros para pronunciar sus sentimientos del momento, aderezados siempre con el término fuck, aunque le cause serios bochornos a David.
Así, hará posar para la foto a todos los miembros del tour frente a un monumento de la insurrección de Varsovia, lo cual al segundo le parece una falta de respeto. Y peor aún, cuando todos viajan en un tren en primera clase, a Benji le parece un privilegio indigno, ya que, según argumenta, sus antepasados fueron transportados por los nazis en vagones de ganado. En resumidas cuentas, es un mamón insufrible.
Toda la dinámica de Un dolor real se basa en el contraste entre los dos primos. El título, de hecho, es un juego de palabras entre el dolor de huevos que significa Benji, y el dolor auténtico que sienten los personajes al confrontarse con la realidad histórica, el sufrimiento de sus antepasados. La abuela fallecida era una sobreviviente del Holocausto.
Por supuesto, la película no trivializa el tema del Holocausto ni se atreve a hacer chistes sobre su trascendencia. La visita al campo de exterminio es solemne, cual debe ser, y es rematada sólo con la imagen de Benji sollozando en silencio.
Igualmente, la visita a un cementerio judío es una oportunidad para que él mismo regañe al guía por sólo dar datos y no tratar de humanizar la experiencia.
Dicha sensibilidad es una de las virtudes del trabajo de Eisenberg. Un dolor real nunca sermonea sobre sus temas, aunque la boconería de Benji se prestaba para ello. Los diálogos son reveladores sobre la personalidad contrastante de los dos primos, y esa es la fuente del humor de la película. La delicadeza de Eisenberg se ejemplifica bien por el uso exclusivo en la banda sonora de piezas para piano de Chopin, el compositor polaco de mayor renombre.
Cabe esperar de Jesse Eisenberg una carrera interesante como director. Eso sí, no esperen que cambie su forma de actuar.
Un dolor real
(A Real Pain)
D y G: Jesse Eisenberg/ F. en C: Michal Dymek/ M: Temas de Chopin/ Ed: Robert Nassau/ Con: Kieran Culkin, Jesse Eisenberg, Will Sharpe, Jennifer Grey, Daniel Oreskes/ P: Topic Studios, Extreme Emotions, Fruit Tree. Estados Unidos-Polonia, 2024.
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