“Un incendio forestal es un incendio de vegetación que arde libremente, incluidos aquellos que pueden representar un riesgo considerable para los valores sociales, económicos o ambientales”, define el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) a través de la edición 2022 del informe Fronteras: ruido, llamas y desequilibrios. Un claro ejemplo, son los focos que afectan actualmente a la Patagonia argentina.
En ocasiones, los incendios forestales pueden durar poco tiempo y afectar una superficie pequeña. No obstante, advierte el organismo, lo más habitual es que ardan durante periodos prolongados y quemen superficies amplias.
En ocasiones, el desarrollo de un incendio puede ser benigno en torno a su perímetro, pero a veces se caracteriza por períodos de rápida propagación y comportamiento intenso, lo que provoca que la extinción y otras acciones de mitigación de riesgos pueden resultar poco eficaces.
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El inicio de estos eventos puede tener tres orígenes, de acuerdo con el documento de 2022: de forma malintencionada, fortuitamente o por acción de la naturaleza.
Al respecto, el organismo internacional reconoce: “Aunque pueden producirse de forma natural, la mayoría son consecuencia de acciones humanas, como el desmonte después de la deforestación industrial y para agricultura o los asentamientos humanos, la gestión de pastos para ganado herbívoro, y la negligencia”.
En cuanto a los incendios naturales, estos tienen lugar cuando convergen tres elementos: ignición (el calor del sol o un rayo inician el fuego), combustible (hay suficiente material para alimentar las llamas), y condiciones meteorológicas favorables (varias condiciones como la temperatura, el viento o la humedad relativa posibilitan la propagación).
Los incendios forestales causan enormes daños en el medio ambiente, así como a la propiedad y a la vida humana, ya que emiten grandes cantidades de contaminantes atmosféricos, como carbono negro, partículas y gases de efecto invernadero.
Parte del hollín que generan puede ser transportado a grandes distancias y depositarse en paisajes remotos, incluidos los glaciares. En consecuencia, se puede reducir la capacidad de la superficie de la Tierra para reflejar la luz solar, lo que provoca el calentamiento.
A su vez, los grandes y frecuentes incendios forestales en los bosques boreales y tropicales pueden transformar los sumideros de carbono en fuentes de gases de efecto invernadero.
Sumado a eso, más incendios pueden devenir en cambios a largo plazo en la composición de las especies vegetales y en la estructura de los ecosistemas forestales.
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