La amenaza de borrar de un plumazo los 500 años de historia que respaldan al nombre del golfo de México se cierne sobre la cuenca oceánica entre los litorales de EE.UU., México y Cuba, a la que el presidente estadounidense, Donald Trump, le cambió el nombre porque la considera parte de su país.
Su discutida medida fue incluida en un documento publicado por el Departamento del Interior de EE.UU., donde se asegura que modificar la denominación que ha tenido por siglos el golfo entre los mares Atlántico y Caribe es “honrar el legado de la grandeza estadounidense“.
En opinión del historiador mexicano Alfredo Ávila, entrevistado por RT, “el tema de honrar el pasado, por parte de EE.UU., es completamente falso, porque el golfo de México nunca se llamó golfo de EE.UU. o golfo de América“.
El también doctor en Historia expresa que “ese argumento de honrar la grandeza no tiene ningún sustento” y podría considerarse como “una vuelta muy descarada del expansionismo y del colonialismo estadounidense”.
- CHECALO -
El expansionismo y colonialismo de EE.UU. fueron “abiertos y potentes” en el siglo XIX, explica el historiador. México, de hecho, lo padeció de primera mano, al igual que Reino Unido, España y los “cientos de pueblos indígenas, independientes y libres” que habitaban el territorio estadounidense.
“Es un volver al expansionismo y al colonialismo de EE.UU. Lo estamos viendo también con la pretendida anexión de Canadá o incluso lo de Groenlandia“, asevera.
Una “vergüenza” histórica
El también miembro del Instituto de Investigaciones Históricas afirma que, a pesar de que EE.UU. “siempre ha poseído colonias, se ha avergonzado de tenerlas”. Por ello, bajo su punto de vista, recurre a denominaciones como territorios de administración especial o estado libre asociado para soterrar, al menos en el discurso, sus prácticas colonialistas.
En su opinión, la modificación del nombre del golfo busca “apuntalarlo de una manera simbólica” debido a que podría ocurrir que EE.UU. lo empiece a llamar ‘golfo de América’, mientras que el resto del mundo utilizaría la denominación que ha tenido en los últimos 500 años. La práctica no es nueva.
“Siempre ha sucedido que cada nación nombra a estos mares internacionales de una manera distinta, aunque hay convenciones internacionales”, agrega. Como ejemplo, apunta al cuerpo de agua que divide a México y EE.UU., que es llamado por el primero ‘Río Bravo’ y por el segundo ‘Río Grande’.
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El investigador ve con preocupación que otros países puedan utilizar el nombre impuesto por Washington como consecuencia del “imperialismo cultural” que ha ejercido EE.UU. desde hace décadas, a través del ‘star system’ de Hollywood, de la televisión, de los medios y de las redes sociales, como muestra de su “poderío“.
¿A quién le importa el golfo en EE.UU.?
El también profesor universitario percibe que el golfo de México es importante “para la economía de los plutócratas que gobiernan EE.UU., empezando por el presidente”, más allá de la supuesta relevancia para la historia y la economía estadounidense a la que alude el Departamento del Interior en su comunicado.
“La historia de EE.UU. es una historia muy valiosa, porque ellos han hecho aportaciones muy significativas a la humanidad, pero también es una historia donde se han cometido muchas crueldades, en la que han sido arrasados pueblos indígenas y se han confrontado con otras naciones”, afirma.
Una de las víctimas del expansionismo estadounidense ha sido el propio México, que cedió más de la mitad de su territorio tras la firma del Tratado de Guadalupe Hidalgo, en 1848, para terminar la guerra mexicano-estadounidense.
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“En el caso de México, la vecindad ha hecho que haya padecido especialmente el expansionismo de EE.UU. De manera que esto se agregaría no a la ‘historia de la grandeza estadounidense’, sino al expansionismo, a la crueldad y al canallismo estadounidense”.
“Quitarse la careta”
En medio de este debate, el historiador hace una precisión semántica sobre la denominación impuesta por Trump: “Mientras que para los estadounidenses decir ‘gulf of America’ significa decir golfo de EE.UU.; para los latinoamericanos, América es el continente. Entonces, que le llamen como deseen llamarle. Y como dije: lo único que espero es que el imperialismo cultural, que también ejercen, no terminen imponiéndoselo a otros pueblos”.
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Para el experto, “sería muy vergonzoso” que en los países latinoamericanos, en España, o en Europa se le empiece a llamar golfo de América a lo que siempre ha sido el golfo de México.
Ávila considera que “los nombres importan porque se va construyendo memoria“. “Lo que me parece que está sucediendo ahora es que se ha quitado la máscara porque EE.UU. se está mostrando tal cual es”, advirtió.
Una búsqueda en Google Maps
El gigante tecnológico Google acató también el decreto de la Casa Blanca. Al buscar el golfo de México en Google Maps, desde Suramérica, se observa que aunque el nombre original se conservó, aparece entre paréntesis golfo de América.
En cambio, si el rastreo se hace desde territorio mexicano, no hay modificaciones, mientras que si procede de EE.UU. aparece el nombre acuñado por Washington.
La víspera, la presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, puso su atención en la multinacional con sede en California, con la que mantiene una disputa por haber accedido al cambio de denominación propuesto por Trump, pese a que esa decisión solo puede ser válida para designar la plataforma continental de EE.UU. “Si es necesario, vamos a una demanda civil“, alegó.
Según ha explicado, tan solo una pequeña parte del golfo se encuentra sobre la plataforma continental de EE.UU., por lo que la Administración estadounidense tendría facultades para renombrar únicamente a esa porción.
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