La Habana/La Zona Especial de Desarrollo de Mariel, en Artemisa, disfrutó de una recuperación en tiempo récord tras el paso en noviembre del huracán Rafael. Materiales constructivos de origen militar, asignación de combustible –en plena crisis de abasto–, y supervisión directa de la plana mayor del régimen, encabezada por Miguel Díaz-Canel.
El impacto del huracán fue considerable: 29 de los 49 negocios con sede en Mariel sufrieron daños. “Catastrófico” fue el adjetivo con que, este viernes, sus directivos calificaron el panorama en un extenso reportaje de Televisión Cubana. Sin embargo, ni el apagón ni la crisis en la que se sumergió el país durante esos días fueron óbice para que a la ZEDM se enviaran todos los recursos posibles.
Ana Igarza, directora de la zona franca, aseguró que antes de que hubieran pasado 36 horas ya las actividades productivas se habían reanudado casi totalmente. La corriente para toda la zona llegó en menos de tres días, gracias a una legión de trabajadores de la Unión Eléctrica que arribó al lugar el día después del ciclón.
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La corriente para toda la zona llegó en menos de tres días, gracias a una legión de trabajadores de la Unión Eléctrica
El Ejército también intervino desde el primer momento. El gobernador de Artemisa, Ricardo Concepción, aseguró que los militares cubanos le enviaron más de 40.000 tejas de fibrocemento fabricadas en entidades de la Empresa de la Industria Militar. “Ya hoy todos los municipios tienen materiales”, dijo. El papel del Ejército Occidental en la reparación récord de Mariel ha sido “determinante”, admitió Concepción.
Las empresas extranjeras que operan en la ZEDM, asegura Televisión Cubana, son “padrinos” de las escuelas de Mariel, y financiaron su recuperación. Para el gobernador, también las visitas de Díaz-Canel y Ramiro Valdés tienen un carácter militar: ambos iban de uniforme verde olivo.
La mayor parte del reportaje se ocupa de las opiniones de los directivos extranjeros en la ZEDM, sobre todo los que más daños sufrieron. Es el caso de Brascuba Cigarrillos, cuyo director, el brasileño Gustavo Leite Machado, dijo que sus fábricas habían perdido el 50% del techo. Sus chimeneas, máquinas y plantas eléctricas fueron dañadas por la lluvia. “A las máquinas les cayó el agua directamente, las piezas se oxidaron. Fue necesario un proceso de desarme y de limpieza”, señaló Robinson Tamayo, director cubano de Brascuba.
La mayor parte del reportaje se ocupa de las opiniones de los directivos extranjeros en la ZEDM
Maylin Carmente, directora de administración de la mexicana Richmeat, aseguró que los apagones afectaron la producción de elaborados cárnicos “considerablemente”. La planta, como la de Brascuba, sufrió daños estructurales.
El 25% del techo de la empresa Nescor –que produce galletas saladas, café y productos similares– fue descuajado por el huracán. “Fue bastante difícil ver una fábrica como Nescor en esas condiciones”, dijo su director, Jorge Rivas. Aunque aseguran tener materias primas para seguir trabajando, auguran que 2025 será un año duro para la compañía.
Suchel, otro de los inquilinos célebres de la Zona, tuvo daños en su torre de secado, en el techo y las paredes. El ciclón impidió el lanzamiento de varias líneas de detergente, que la empresa esperaba vender este año.
Para Thai Binh Green, una fábrica de pañales y papel desechable que construyó un extenso parque fotovoltaico en Mariel, muy maltratado tras el ciclón, las noticias son las peores. Necesitan “más de un millón de dólares para reconstruir el parque”, asegura su director. Por Mariel llegaron, en los días posteriores al ciclón, los cargamentos de paneles solares procedentes de China para la “solución definitiva” prometida por Pekín a la crisis energética cubana.
Con más de 10.000 trabajadores en sus instalaciones, la zona franca es el enclave económico más importante de Cuba. El Gobierno gasta en mantener su estructura, según Ecured, unos 300 millones de dólares anuales. Su área es de 213 kilómetros cuadrados y cuenta con cuatro grúas chinas de gran envergadura. Dispuesto a no perder su más importante apuesta económica, el Gobierno cubano tiene un lema para la ZEDM, según Igarza: “No hay pausa”. Y, a diferencia, de lo que pasa en el resto del país, hubo mucha prisa.
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