Aunque los cambios en el sistema climático de la Tierra son profundos, las encuestas sugieren que la mayoría de los estadounidenses, y muchas otras personas en el mundo, no están muy preocupados por la crisis planetaria. Algunos siguen negando los hechos básicos del cambio climático. Pero para la mayoría de los que aceptan que se está produciendo un calentamiento causado por los humanos, otros factores sociales y psicológicos, como el síndrome de la línea de base cambiante, pueden estar atenuando su preocupación.
El concepto de síndrome de la línea de base cambiante se desarrolló por primera vez en la década de 1990 en el contexto de la pesca. Los investigadores descubrieron que los pescadores más jóvenes solían percibir las poblaciones de peces actuales como normales, incluso cuando las generaciones mayores las percibían como disminuciones drásticas.
Desde entonces, los científicos han encontrado pruebas de que las generaciones más jóvenes tienden a tener menores expectativas medioambientales que sus mayores en una amplia gama de contextos, desde la biodiversidad hasta la abundancia de recursos naturales.
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“En principio, el síndrome de la línea de base cambiante es relevante para todos los retos medioambientales”, afirma Soga, de la Universidad de Tokio.
Eso incluye el cambio climático. En un reciente estudio sobre cómo se modifican las bases de referencia medioambientales de una generación a otra, Soga y sus colegas hallaron “muchos estudios” que indican que a la gente le cuesta darse cuenta de los cambios graduales del clima.
“Los individuos más jóvenes, en comparación con los mayores, suelen ser menos propensos a percibir cambios en los patrones climáticos, como aumentos de las precipitaciones o la temperatura”, señala el ecólogo.
La mayoría de estos estudios se realizaron en países de renta baja, y muchos se centraron en los agricultores. Soga sospecha que los habitantes de los países más ricos “probablemente se vean más afectados por el cambio de las líneas de base”, porque suelen estar menos expuestos directamente a los efectos del cambio climático.
Si bien hay muchas pruebas de que las líneas de base climáticas pueden cambiar de generación en generación, no está claro en qué medida las personas están normalizando los cambios a lo largo de sus vidas.
Un estudio de 2019 sobre tuits relacionados con el clima descubrió que los usuarios de Twitter (ahora X) dejaban de encontrar llamativo el calor o el frío extremos cuando se producían estos fenómenos durante varios años seguidos. Pero otras investigaciones recientes sugieren que los estadounidenses están cada vez más preocupados por el calor extremo (y conectando los puntos entre el clima cálido y seco que experimentan y el cambio climático).
“Según nuestras investigaciones, la gente sí se da cuenta de que el tiempo donde vive ha cambiado con el correr de los años”, afirma Ed Maibach, que dirige el centro de Comunicación sobre el Cambio Climático de la Universidad George Mason. “Si llevan en ese lugar el tiempo suficiente para haberse dado cuenta”.
A Soga le preocupa que el síndrome de las líneas de base cambiantes pueda estar frustrando el progreso medioambiental.
Si nuestra comprensión colectiva de lo que es un medio ambiente “prístino” se deteriora con el tiempo, podría disminuir el apoyo a las políticas de conservación ambiciosas y hacer que los legisladores establezcan objetivos más débiles. También podría dificultar la voluntad de las personas de actuar por su cuenta.
“Los estudios demuestran que los individuos que perciben con fuerza la degradación del medio ambiente son más propensos a emprender acciones de conservación”, destaca el ecólogo.
Pero Adam Aron, que dirige el Laboratorio de Psicología y Acción Climática de la Universidad de California en San Diego, duda de que la amnesia medioambiental sea lo que está frenando una movilización masiva para combatir el cambio climático. Incluso en lugares donde mucha gente es consciente de que se está produciendo una crisis, afirma, no actúa necesariamente ni exige a sus cargos electos que lo hagan. Si queremos que la gente no solo cambie de opinión sobre el cambio climático, sino que modifique su comportamiento, Aron cree que se necesitan enfoques “no analíticos”.
“Las vías no analíticas son las normas sociales”, desarrolla. “La gente que me rodea está haciendo cosas. Todos mis vecinos han puesto paneles solares y han electrificado sus casas. Yo también voy a hacerlo”.
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