El sueño tiene un papel esencial en el control del peso corporal, a pesar de que no le prestamos suficiente atención. Las personas que duermen poco o mal suelen tener más tendencia a engordar. De hecho, suele ser una de las causas detrás de la obesidad, sin olvidar su carácter multifactorial. Hasta cierto modo se conocen el motivo de esta relación entre el sueño y el peso. Sin embargo, aún se siguen haciendo nuevos descubrimientos al respecto. Por ejemplo, un equipo de científicos de la Universidad Central del Sur de China ha descubierto una hormona de la saciedad que se secreta mayormente cuando dormimos.
Este hallazgo apoya algo que todos sabemos: cuando duermes mal, sueles tener más hambre durante el día. De hecho, muchas personas realizan viajes nocturnos a la cocina cuando no consiguen conciliar el sueño. Y no para comer lechuga precisamente.
Por eso, el conocimiento de esta hormona de la saciedad es esencial. Ayuda a entender mejor los motivos por los que el sueño es tan importante y, además, aporta a los científicos una nueva herramienta que podría usarse en el futuro con fines farmacológicos. Es pronto para eso, pero el camino se hace andando y estos científicos ya han empezado a caminar.
Leptina, grelina y, ahora, raptina
Las dos hormonas relacionadas con la saciedad más conocidas son la leptina y la grelina. La primera aporta sensación de saciedad y aumenta la sensibilidad a la insulina, para que esta promueva más eficientemente la absorción de la glucosa en las células. En cambio, la grelina aumenta el apetito. Normalmente se genera cuando el cerebro interpreta que estamos faltos de energía. Por ejemplo, cuando nos sometemos a una dieta muy estricta. Pero también se puede liberar en otras condiciones, como la falta de sueño.
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De hecho, se ha visto que cuando dormimos se estimula la liberación de leptina y se inhibe la de grelina, pero ante la falta de sueño ocurre lo contrario. Todo esto ya lo sabemos. Sin embargo, en estudios anteriores con ratones, los autores de este nuevo estudio comprobaron que había otra hormona que parecía tener un papel similar a la leptina: la raptina.
En realidad, esta hormona de la saciedad es un fragmento que se escinde de una proteína llamada reticulocalbina-2 (RCN2). La RCN2 es bien conocida por su función en fenómenos como la formación de hueso. Sin embargo, no se sabía que pudiese estar relacionada con el control de la saciedad.
En sus primeras investigaciones vieron que la raptina se escinde de RCN2 mayoritariamente durante el sueño y, después, va disminuyendo sus niveles a medida que pasa el día. Sus funciones son mayormente el aumento de la sensación de saciedad y la ralentización del vaciado del estómago. Por eso, hay receptores para la proteína RCN2 tanto en el hipotálamo como en el tracto digestivo. Cuando RCN2 se une a ellos se corta un trocito, liberando la raptina, que desde el hipotálamo nos quita el hambre y desde el tracto digestivo promueve que el estómago se vacíe despacio para que nos sintamos saciados. ¿Pero qué pasa si no dormimos suficiente?
Una nueva hormona de la saciedad
Tras comprobar los efectos de la raptina en ratones, los investigadores quisieron hacer lo propio en humanos. Para ello, contaron con la participación de 262 personas, de las cuales 127 se consideraban clínicamente obesas. Al analizar sus niveles de raptina y preguntarles por la calidad de su sueño descubrieron que aquellas que solían dormir mal tenían niveles más bajos de raptina y una obesidad más severa. En quienes dormían bien ocurría lo contrario, por lo que estaba claro que había una clara influencia de la raptina.
Por otro lado, estos científicos han analizado los datos genéticos de 2.000 personas y han encontrado algo curioso en personas con algo conocido como “Síndrome del comer nocturno”. Básicamente, este término se usa para hacer referencia a esas personas que no pueden evitar los viajes constantes a la nevera durante la noche.
Hasta ahora se había pensado que era una cuestión puramente psicológica y se había tratado solo con terapia. Sin embargo, estos científicos vieron que buena parte de las personas con el síndrome tenían una variante rara del gen que codifica la proteína RCN2. Esa variante lleva a que la proteína sí se pueda sintetizar, pero no secretar por completo. Cuando esto ocurre, no puede unirse a sus receptores para escindir la raptina. En resumen, es una variante que conduce a que haya menos raptina y, por lo tanto, un hambre voraz que se agudiza por la noche.
¿Para qué sirve saber todo esto sobre la hormona de la saciedad?
Conocer una nueva hormona de la saciedad es muy útil, ya que puede servir como enfoque para el desarrollo futuro de fármacos para prevenir la obesidad. Y es que adelgazar no es solo una cuestión de querer o no querer. A veces los genes o la rutina frenética durante el día nos complican mucho las cosas. Antes de decirle a alguien eso de “estás gordo porque quieres”, piénsatelo dos veces. En primer lugar es una falta de educación y en segundo lugar lo más probable es que no tengas razón.
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