La Habana/Una marejada de gorras verde olivo inundó, la noche de este lunes, la escalinata de la Universidad de La Habana. A los pies de la célebre estatua del Alma Mater –alguna vez símbolo de la educación y la civilidad en la Isla–, oficiales y cadetes del Ejército se abrieron paso a gritos hasta la multitud, que se preparaba para iniciar la Marcha de las Antorchas.
En La Habana de Miguel Díaz-Canel queda muy poco del simbolismo martiano que inspiró la primera caminata, en enero de 1953. Entonces, un grupo de universitarios entre los que estaba Fidel Castro –que se atribuyó la idea de las candelas, en realidad del futuro comisario cultural Alfredo Guevara– y su hermano Raúl, inventó una ceremonia con tintes religiosos para recordar a José Martí en su centenario.
Ahora, los habaneros están claros de que el centro de atención de la Marcha está en el Norte. “De Martí hablaron poco, aquello era sobre Trump y la lista de países patrocinadores del terrorismo”, dijo a 14ymedio una decepcionada joven de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), que se unía a la rápida desbandada al final de la ceremonia. El lema de esta ocasión lo dice todo: “siempre antiimperialista”.
En lugar de la antorcha con clavos afilados que, supuestamente, empuñó Raúl Castro aquella noche –esperaban la represión de Fulgencio Batista, que nunca llegó–, este lunes lo que agitaba era una enclenque banderita cubana. Basta recorrer las fotos de marchas pasadas para ver el declive del nonagenario general, tan consumido por décadas en el poder como Ramiro Valdés o José Ramón Machado Ventura, que lo escoltaban ayer. Es la marcha número 72 a la que tiene que asistir.
- CHECALO -
La Marcha convirtió a La Habana, durante varias horas, en un caos total. “Había demasiado desvío de tránsito. Creo que se excedieron en eso”, comentó a este diario otro de los jóvenes, al que le costó trabajo llegar a la explanada universitaria. “Desde Boyeros y Carlos III ya había caballitos dirigiendo el tránsito.Cuando bajabas por G no se podía doblar derecha ni por 25 ni por 23. Fue casi llegando a Línea que pude doblar derecha. Habían ‘reservado’ varias manzanas”.
En un país sumergido desde hace más de un año en una preocupante crisis de combustible, no faltaron los medios para transportar a los estudiantes que iban a participar en el acto. La caravana de vehículos se extendía a lo largo de la calle 23, en El Vedado.
Como se trata, en teoría –y a pesar de la fuerte presencia militar–, de un acto universitario, los principales asistentes fueron los alumnos de la Universidad de La Habana, del Instituto de Deportes (Inder), de la Universidad Tecnológica (Cujae) y la de Ciencias Informáticas (UCI). Un estudiante del preuniversitario Rosalía Abreu, del Cerro, contó a este diario que asistió porque fue uno de los “cinco que pescaron por cada aula”.
“Un amigo mío vino igual”, añadió. “Al menos salimos, compramos una botella y damos una vuelta después de la marcha”.
A los estudiantes los recibía, en la explanada, un ambiente caldeado en el que predominaban –altavoces mediante– las voces de siempre: Buena Fe, Silvio Rodríguez, Sara González, Pablo Milanés. La voz de Annie Garcés –la cantante que, pese al apadrinamiento del régimen, no acaba de conectar con los cubanos– espantó a muchos de los que esperaban el inicio de la marcha.
Cadetes de las Fuerzas Armadas y del Ministerio del Interior –algunos con descuido total de su uniforme, para subrayar la “informalidad” de la convocatoria– acordonaron el área, cuyos edificios estaban recién pintados, incluso los que están en peligro de derrumbe.
Hasta que llegaron los discursos, el escenario era el de una fiesta, con bailes y bebidas. Los medios hablan de “miles de jóvenes” en la marcha, pero las fugas en cada calle o esquina diezmaron muy rápido la procesión. “Hubo gente que se fue ya en la calle L”, en las inmediaciones de la propia universidad, confesó a 14ymedio uno de los “fugados”.
“En otros tiempos, a las 7:00 pm no cabía una sola persona más en la plaza”, añadió. “Ahora, a nadie le importa que hayan estado Raúl y Díaz-Canel”. De la marcha quedan, como de costumbre, zapatos y pulóveres quemados con el fuego que, por accidente, iba cayendo en el pavimento. También montones de latas ensartadas en palos, con peste a gasolina, arrojadas en las calles de El Vedado. Son los restos de las “antorchas martianas”.
Entre apagones y carestías, el ánimo general no está para ceremonias. Tanto, que la portada de Granma de este martes –en la que se ve una Habana iluminada con poderosos focos LED, por cuyas calles marcha la plana mayor del régimen– suena a chiste o protesta: “La luz que Cuba necesita siempre”.
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