El dentista es uno de los profesionales sanitarios más temidos. La verdad es que no faltan los motivos. Entre todo ese arsenal de herramientas similares a pequeños instrumentos de tortura y las técnicas ciertamente dolorosas que realizan, no es extraño que vayamos a su consulta un poco tensos. Eso es lógico. Pero es cierto que hay personas que sufren un miedo al dentista desmesurado, que puede incluso ser peligroso, sobre todo si les lleva a evitar las revisiones recomendadas.
Además, se ha comprobado que la ansiedad que causa el miedo al dentista puede hacer que necesitemos más anestesia de la habitual. Eso conlleva más pinchazos y más dolor y nerviosismo. Es un círculo vicioso.
Para evitarte que caigas en ese círculo vicioso, te vamos a dar algunos consejos para superar el miedo al dentista o, como mínimo, sobrellevarlo. Puede que el tuyo no sea tan intenso, pero todos nos ponemos un poquito nerviosos, así que no está de más tener en cuenta algunos tips.
Habla con tu dentista
El primer paso si tenemos miedo al dentista es hablar con el profesional que nos va a atender. No debe darnos vergüenza; ya que, como ya hemos visto, es un temor bastante habitual. Están muy acostumbrados. De hecho, incluso hay odontólogos que están especializados en tratar a pacientes con este tipo de miedos. A veces les ofrecen usar otros tipos de anestesia o algún fármaco contra la ansiedad. Además, han hecho cursos para saber cómo tratar, por ejemplo, un ataque de pánico.
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Pero, en realidad, podemos hablar con cualquier dentista sobre lo que nos preocupa. Por ejemplo, se puede llegar al acuerdo de un gesto con el que deberá parar el procedimiento hasta que nos calmemos de nuevo. También podemos pedirle que nos deje escuchar música, ya sea directamente en la consulta o a través de unos auriculares. Eso nos ayuda a distraernos de la preocupación. Si hablas con tu dentista sobre esto y no reacciona con comprensión, lo mejor es que busques a otro profesional.
Mantas pesadas contra el miedo al dentista
Las mantas pesadas se usan a menudo para tratar ataques de pánico o ansiedad. Las mantas pesadas son, como su propio nombre indica, mantas muy pesadas, de aproximadamente el 10% de nuestra masa corporal.
Hace años que se empezaron a usar para sobrellevar la ansiedad porque, según explican desde la Universidad de Pennsylvania, el peso que ejercen sobre nuestro cuerpo activa el modo descanso de nuestro sistema nervioso autónomo. Este es el componente que se encarga de activar el sistema de lucha o huida que desencadena la ansiedad. Nuestro cerebro percibe una amenaza, real o no, y nos prepara para enfrentarnos a ella mediante acciones como la aceleración del ritmo cardíaco y la respiración, la tensión muscular que nos prepara para atacar e incluso la inhibición de funciones aparentemente innecesarias, como la digestión. Cuando nos sentimos ansiosos, tenemos, entre otros síntomas, palpitaciones, calambres musculares o problemas estomacales. Todo tiene sentido.
En cambio, cuando nuestro sistema nervioso autónomo percibe el peso de las mantas se supone que estamos a salvo y que no es necesario estar alerta. Por eso, pone en marcha ese modo descanso tan necesario si nos encontramos en pleno ataque de pánico por miedo al dentista.
Si es tu caso, usar estas mantas mientras el dentista trabaja puede marcar la diferencia. Puede que te lo ofrezca él mismo si es un dentista especializado; pero, si no, consúltale si puedes llevar tu propia manta pesada.
Meditación y relajación muscular
Si tenemos miedo al dentista, puede ser muy interesante meditar mientras este trabaja en nuestra sonrisa. Es importante destacar que la meditación no puede curar una depresión o un trastorno por ansiedad. Sin embargo, sí que hay algunos estudios que señalan que puede ayudarnos a distraer nuestra atención de aquello que nos causa ansiedad. Por ejemplo, mediante técnicas como la atención plena podemos enfocarnos en estímulos como un rayo de sol que entra por la ventana, la música que suena en la consulta o el olor del perfume del dentista, en vez del sonido de sus artilugios o la presión que nos causa en la boca.
De cualquier modo, si no sabemos o queremos realizar este tipo de técnicas o, directamente, sentimos que no nos funcionan, podemos recurrir a otros procedimientos como la relajación muscular progresiva. Esta consiste en ir apretando deliberadamente durante unos segundos y luego relajando cada músculo de nuestro cuerpo. Tumbados en la camilla del dentista quizás no podamos centrarnos en todo los músculos, pero sí podemos apretar los puños y luego relajarlos, y hacer lo mismo con el resto del brazo, las piernas o incluso los dedos de los pies. Esto nos ayuda a ser conscientes de la tensión que sentimos y, por lo tanto, a liberarla.
Efectos en la anestesia si tienes miedo al dentista
Algunas personas con miedo al dentista sienten que necesitan más anestesia de lo normal, incluso en comparación con las intervenciones en otros especialistas. Esto, a veces, puede ser una percepción totalmente subjetiva. De hecho, lo normal es que ocurra lo contrario: la anestesia ayuda a controlar parte de la ansiedad. No obstante, sí puede ocurrir que la ansiedad nos lleve a temblar o movernos casi imperceptiblemente, pero suficiente para que la inyección de anestesia no se ponga exactamente en el lugar correcto. Si esto pasa, habría que poner otra para adormecer el punto adecuado.
Por eso, puede ser recomendable que, además de todo lo que hemos visto, hablemos con nuestro médico antes de la intervención para que nos paute un ansiolítico. Esto nos ayudará a sobrellevar todo con más calma y, sobre todo, a que no nos traicione ningún temblor mientras nos ponen la anestesia.
Recuerda que es recomendable hacerse al menos una revisión bucal al año. Que tu miedo al dentista no te haga evitarla.
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