San Salvador/En vísperas de esta semana navideña, los Reyes Magos –que en España, Irlanda o México son celebrados el 6 de enero– en diciembre de 2024 me adelantaron sus regalos, tal vez porque fui un “niño bueno” que trató este año de defender la libertad. Entonces, fuera de bromas, he aquí cuatro hechos por los que muchos liberales nos sentimos especialmente contentos:
La caída de otro tirano
La salida del poder de cualquier déspota es una buena noticia. En el caso de Bashar al Asad, de Siria, hemos de sumar que fue sorpresivo y fulminante, sin dar ocasión a batallas campales con su riada de heridos y muertos. Pero más importante todavía es que el desplome de este dictador se produce justo cuando otros regímenes tiránicos en el planeta están haciendo aguas. El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, el 20 de enero, presagia vientos frescos a favor de cambios que urgen. Venezuela, Nicaragua y Cuba están en la mira de todos. ¿Se acerca el fin de estos autócratas que han abusado tanto de sus respectivos pueblos?
- CHECALO -
Mucho se especula sobre el futuro de Siria en clave de radicalismo islámico. Y está bien que se alberguen esas dudas. Un proceso de iraquización en otro país asiático no conviene a nadie. Pero la incertidumbre por el porvenir no puede tener más peso que la certeza histórica de lo ocurrido: la liberación de un pueblo oprimido que no veía la hora en que cayera una tiranía de seis décadas.
Los tres grandes tambaleantes
El socialismo está de capa caída en este diciembre de 2024, también en Europa. Pedro Sánchez, el impresentable ambicioso capaz de vender la madera de su propia horca si con ello consiguiera unos segundos más de “partido”, pasa uno de los momentos más vergonzosos para un presidente: los abucheos le acompañan donde quiera que vaya. Anteayer fue en Madrid, durante el desfile del Día de la Hispanidad; ayer fue en Valencia, destrozada por la naturaleza; antes fue en el Consejo de la Unión Europea, cerrando con humillación seis meses de una de las presidencias rotatorias más deslucidas que se recuerde. ¿Mañana los silbidos le alcanzarán adónde? ¿Cuándo cruce por última vez el umbral de la Moncloa?
Progresista hasta el absurdo y más autoritario de lo que parecía, el francés Emmanuel Macron es el otro tambaleante del Viejo Continente. Tras el récord de haber elegido al primer ministro más breve de la historia gala, Michel Barnier –botado hace un par de semanas y tras una exitosa moción de censura, recurso político que no triunfaba en Francia desde la época de De Gaulle–, Macron atraviesa el peor desplome en encuestas desde su llegada al Elíseo en 2017. Barnier le duró solo tres meses porque la crisis se viene gestando desde hace años. Los analistas no alcanzan a ver cómo podría recomponerse la figura de un mandatario que ha visto caer cuatro primeros ministros en un año y sostiene en sus manos el carbón encendido de un déficit inmanejable.
¿Y qué decir de Justin Trudeau, el tercer líder político tambaleante de nuestra lista? Llegado al poder en 2015, investido por su magnetismo personal y cargado de promesas, el primer ministro de Canadá parece estar viviendo su declive. Firme para endurecer leyes a favor de causas polémicas –restringiendo, sin pudor, libertades individuales–, pero incapaz de arrojar la mínima luz sobre sus propios escándalos o los de su partido, Trudeau cierra este año enfrentado a un buen grupo de sus propios parlamentarios, dispuestos como están a encajarle una moción de censura. Sus vacaciones invernales no prometen ser cómodas.
Menos fantasía sobre El Salvador
La brutal propaganda que ha hecho de Nayib Bukele una especie de “líder deseado” en diversas regiones del mundo, ahora no está bastando para esconder uno de sus principales tropiezos: la imposición del bitcoin como moneda de curso legal. El reciente acuerdo del Gobierno salvadoreño con el FMI implica la reducción “de los riesgos potenciales” del cripto activo, obligando a que su aceptación sea realmente “voluntaria”. En paralelo, el régimen de facto se ha comprometido a enviar a la Asamblea Legislativa un proyecto de reforma legal que, entre otras cosas, saque las manos del Estado del manejo del bitcoin, un proyecto plagado de opacidad desde su implementación en junio de 2021. Veremos qué tanta transparencia le arranca el Fondo al travieso gobernante.
Paul Krugman deja su columna en el New York Times
Se trata, si se quiere, de ese juguetito de Día de Reyes que no habías pedido: la sorpresa agradable de la jornada. Uno de los economistas más polémicos de Estados Unidos, amparado en el muy justo Premio Nobel que ganó en 2008 por sus aportes a la teorización del comercio, por fin abandona la palestra periodística desde la que ha lanzado tantas confusiones sobre la economía, la política y las libertades ciudadanas. Paradójicamente, el título de su última columna tiene ese calado: “Encontrar la esperanza entre el resentimiento”, pues pocos analistas de la economía han alimentado el resentimiento como lo ha hecho él desde el año 2000. Su silencio editorial, por otra parte, me provoca una pálida esperanza, no porque aplauda que se extinga una voz que sabía generar controversia –lo cual anima siempre el debate de ideas–, sino porque la renovación, incluso entre los resentidos, posee sus ribetes fascinantes.
Y no. No termino 2024 sumándome a los vítores entusiastas por Milei en Argentina o por la vuelta de Trump al poder de los Estados Unidos. A ellos tendremos que irlos midiendo conforme avancen en sus éxitos o en sus estropicios, que ambas cosas aún son posibles en sendas trayectorias políticas. No me gusta tener héroes entre quienes gobiernan naciones. Se me hace poco serio y nada sano.
Feliz Navidad a los pacientes lectores de 14ymedio.
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