Los regalos son piezas fundamentales de la Navidad. En esta época muchas personas disfrutan tanto dando como recibiendo de sus seres queridos algún detalle que les recuerde que les quieren y piensan en ellos. Lógicamente, no todo el mundo puede permitirse comprar regalos. Es algo que debemos tener muy presente en Navidad. Exactamente igual que el hecho de que hay personas que no tienen motivos para mostrar felicidad en estas fiestas y no hay que forzarlo. Ahora bien, si alguien libremente puede y quiere hacer regalos, hay un problema al que puede que se enfrenten, sobre todo en fechas como estas: los regalos tardíos.
Si hacemos compras online, puede que los servicios de mensajería estén saturados y nuestro regalo llegue tarde. Incluso si los compramos en tienda física, es posible que lo que queríamos comprar esté agotado cuando nos decidamos a buscarlo. Todo esto, junto a los olvidos o la vida demasiado ocupada, son motivos por los que a veces solemos hacer regalos tardíos.
Esto suele hacernos sentir muy culpables. Sentimos que hemos fallado a esa persona si llegamos a la fiesta de amigo invisible o a su cumpleaños (esto no se aplica solo a la Navidad) sin regalo. Ahora bien, ¿siente la persona que recibe el regalo tanto rechazo como nosotros creemos? La realidad, según un estudio sobre psicología del márketing recién publicado, es que no.
Lo que nos hacen sentir los regalos tardíos
Para la realización de su estudio, los investigadores encuestaron a una serie de voluntarios, todos ellos estudiantes, sobre su percepción al dar o recibir un regalo. Al valorar el nivel de desagrado, comprobaron que quienes participaban en la simulación como dadores de regalos se sentían muy mal si este llegaba después de la fecha necesaria. Sentían que la otra persona pensaría que no les importaba lo suficiente. En cambio, los que participaron en el rol de receptores no sintieron rechazo.
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En otra parte del experimento se probó a ver cuál era el tiempo límite en el que se empezaba a mostrar desagrado. Con dos días de retraso no hubo desagrado por el regalo tardío, con dos semanas tampoco. Finalmente, con dos meses sí hubo algo de rechazo, pero no demasiado. Era fácilmente perdonable.
Dado que las personas que daban los regalos pensaban que la otra persona podría sentirse descuidada, se hizo otro experimento en el que los participantes regalaban una cesta de productos. Si esta llegaba tarde, los voluntarios a los que les tocaba hacer el regalo no se sentían tan mal en el caso de haber preparado ellos la cesta en comparación con una ya preparada. Eso indica que, si habían participado en el regalo con tanta dedicación, percibían que su ser querido no se sentiría tan descuidado.
¿Y qué pasa si no hay ningún regalo?
Ya hemos visto que los regalos tardíos no son tan problemáticos como podríamos imaginar. Ahora bien, ¿qué pasa si el regalo no llega nunca? Esto se comprobó también en el estudio y se vio que en ese caso tanto los que daban como los que recibían el regalo lo percibían como una mala idea.
Es mucho mejor entregar regalos tardíos que no regalar nada en absoluto. Y es que nuestros seres queridos pueden entender que tengamos una vida tan ajetreada que nuestros regalos no lleguen a tiempo. Pero les cuesta más digerir que teniendo la posibilidad de hacer un regalo finalmente nos olvidemos o prefiramos no hacerlo.
En definitiva, si ves que te tocará hacer algún regalo tardío esta Navidad, no te preocupes. Según la ciencia, siempre será mejor llegar tarde que no llegar.
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