El papa Francisco nombró a 21 nuevos cardenales, muchos de los cuales son figuras clave en su agenda de reformas: un predicador dominicano que actuó como padre espiritual en el reciente sínodo de obispos convocado por Francisco, un “sacerdote callejero” — como él — napolitano y un obispo peruano que ha respaldado firmemente su lucha contra los abusos.
El décimo consistorio de Francisco para crear nuevos “príncipes” de la Iglesia es también la mayor incorporación de cardenales en edad de votar en sus 11 años de pontificado, consolidando aún más su huella en el grupo de hombres que algún día elegirán a su sucesor. Con las altas del sábado, Francisco habrá creado 110 de los 140 cardenales menores de 80 años, por lo tanto, elegibles para votar en un cónclave.
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Este consistorio también eleva el número de cardenales en edad de votar muy por encima del límite de 120 establecido por san Juan Pablo II. Pero 13 de los cardenales existentes cumplirán 80 años el próximo año, lo que reducirá la cifra. Además, los 21 hombres que están siendo nombrados no son los mismos que Francisco adelantó el 6 de octubre cuando anunció el inusual consistorio inusual en diciembre.
Uno de los elegidos inicialmente por Francisco, el indonesio Paskalis Bruno Syukur, obispo de Bogor, pidió no ser ascendido a cardenal “por su deseo de crecer más en su vida como sacerdote”, dijo el Vaticano. El pontífice lo cambió rápidamente por el arzobispo de Nápoles, Domenico Battaglia, conocido por su trabajo pastoral en los barrios marginales y zonas difíciles de Nápoles.
¿Qué país obtiene más nuevos cardenales?
Battaglia es uno de los cinco italianos que reciben el capelo rojo, manteniendo una fuerte la presencia italiana — que en su día fue dominante — en el Colegio de Cardenales. Turín tendrá un cardenal en la figura de su arzobispo, Roberto Repole, igual que Roma: Baldassare Reina, quien el mismo día que el papa anunció que se convertiría en cardenal se enteró también de que pasaba a ser el principal administrador de la diócesis de la capital de Italia.
Francisco, que técnicamente es obispo de Roma, ha estado llevando a cabo durante años una reorganización de la diócesis de Roma y sus universidades pontificias. Se espera que Reina, quien también es gran canciller de la prestigiosa Universidad Pontificia Lateranense, ejecute la reforma.
Otro italiano, Angelo Acerbi, un diplomático vaticano retirado de 99 años, es el cardenal de más edad y el único entre las 21 nuevas incorporaciones con más de 80 años. Los nombramientos del sábado incluyen también al más joven: el jefe de la Iglesia católica griega ucraniana en Melbourne, Australia, Mykola Bychok, de 44 años.
Otro italiano es uno de los dos sacerdotes vaticanos que realizan trabajos en la Santa Sede que generalmente no llevan el capelo rojo: Fabio Baggio es subsecretario en la oficina de desarrollo del Vaticano. El pontífice también decidió hacer cardenal a George Jacob Koovakad, el sacerdote que organiza sus viajes al extranjero.
Otros de los elegidos desempeñan papeles destacados en las reformas de Francisco.
El arzobispo de Lima, Perú, Carlos Gustavo Castillo Mattasoglio, acaparó titulares recientemente debido a un extraordinario ensayo para el periódico El País en el que pidió la supresión de un influyente movimiento católico peruano, el Sodalitium Christianae Vitae, que también tiene presencia en Estados Unidos.
Castillo calificó al grupo como un “experimento fallido” de la Iglesia en América Latina, uno de varios movimientos conservadores de derechas que surgieron en las décadas de 1970 y 1980 como contrapeso a la teología de liberación, más inclinada a la izquierda.
“Mi hipótesis es que el Sodalitium obedece a un proyecto político”, escribió Castillo. “Es la resurrección del fascismo en América Latina, utilizando artísticamente a la iglesia mediante métodos sectarios”.
Francisco ha expulsado recientemente al fundador del Sodalitium y a varios de sus miembros más destacados tras una investigación del Vaticano.
¿Cuál es el reparto geográfico?
Castillo es uno de los cinco nuevos cardenales latinoamericanos nombrados por el primer papa de la región de la historia. Los demás son el arzobispo de Santiago del Estero, Argentina, Vicente Bokalic Iglic; el de Porto Alegre, Brasil, Jaime Spengler; el arzobispo de Santiago, Chile, Fernando Natalio Chomali Garib y el de Guayaquil, Ecuador, Luis Gerardo Cabrera Herrera.
Durante mucho tiempo, Francisco ha tratado de ampliar la diversidad geográfica del Colegio de Cardenales para mostrar la universalidad de la iglesia, especialmente en los lugares donde está creciendo. Asia recibió dos nuevos cardenales: Tarcisio Isao Kikuchi, el arzobispo de Tokio, y Pablo Virgilio Sinogco David, obispo de Kalookan, Filipinas. África también suma otros dos con el arzobispo de Abiyán, Costa de Marfil, Ignace Bessi Dogbo, y el obispo de Argel, Argelia, Jean-Paul Vesco.
“Nunca ha habido un papa africano, pero es una posibilidad en la Iglesia”, dijo Dogbo en una entrevista en la víspera de su toma de posesión. “Y creo que esta eventualidad, que no es necesariamente una demanda, si se diera, la Iglesia universal tendría que estar preparada para asumirla”.
El pontífice eligió también al arzobispo de Teherán, Irán, Dominique Joseph Mathieu, y al obispo de Belgrado, Serbia, Ladislav Nemet. El único cardenal norteamericano nuevo es el arzobispo de Toronto, Frank Leo.
El cardenal electo nacido en Lituania, Rolandas Makrickas, tiene un trabajo especial en este pontificado: como arcipreste de la basílica de Santa María la Mayor, recibe a Francisco cada vez que regresa de un viaje al extranjero, ya que al papa le gusta rezar ante un icono de la Madonna en el templo. Además, Makrickas supervisó una reciente reforma financiera de la basílica y habría estado implicado en la búsqueda del futuro lugar de descanso eterno para Francisco, ya que el argentino ha dicho que será enterrado allí.
El predicador del papa
Quizás el nuevo cardenal más conocido para cualquiera que haya estado siguiendo la agenda reformista de Francisco es el dominicano Timothy Radcliff, el padre espiritual del recién concluido sínodo, o reunión de obispos. Ese proceso de varios años tenía como objetivo hacer que la Iglesia fuera más inclusiva y receptiva a las necesidades de los católicos de base, especialmente las mujeres.
Radcliff, un teólogo británico que suele vestir de blanco, solía ofrecer intervenciones clarificadoras, cuando no humorísticas, durante los debates y retiros de varias semanas.
En un momento dado causó una pequeña tormenta al sugerir que las presiones financieras externas influían en los obispos africanos para rechazar el permiso de Francisco para permitir la bendición de parejas homosexuales. Más tarde apuntó que solo quería decir que la Iglesia Católica africana está sometida a la presión de otras confesiones bien financiadas.
A medida que el sínodo se acercaba a su fin, ofreció una valiosa perspectiva.
“A menudo no tenemos ni idea de cómo actúa la providencia de Dios en nuestras vidas. Hacemos lo que creemos que es correcto y el resto está en manos del Señor”, dijo ante la asamblea. “Este es solo un sínodo. Habrá otros. No tenemos que hacerlo todo, solo intentar dar el siguiente paso”.
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