Sergio Ramírez reflexionó sobre sus motivaciones para escribir, su exilio tras publicar un libro crítico contra Daniel Ortega y su compromiso de denunciar las injusticias a través de la literatura.
Julian Vásquez
En una charla con el guionista mexicano Guillermo Arriaga, el escritor nicaragüense Sergio Ramírez presentó su nueva novela, Caballo Dorado (Penguin Random House).
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Esta obra es un regreso a su infancia —a través de una princesa de los Cárpatos y sus aventuras llenas de humor—. También resulto en una terapia frente a su exilio forzado en 2021, tras publicar “Tongolele no sabía bailar”, que la dictadura de Daniel Ortega no vio con buenos ojos.
Para Sergio Ramírez su misión no solo es narrar buenas historias, sino denunciar las injusticias y retratar la realidad de Nicaragua bajo la dictadura
.
“Yo sé que yo tengo la voz como escritor, y yo tengo que usar esa voz para los que no pueden hablar. Yo no soy el único exiliado en Nicaragua, hay miles que se han ido por distintas razones. Y por lo tanto yo estoy obligado a, moralmente, ser su voz y no callarme ni frente a la injusticias ni frente a la opresión”.
Escribir para la libertad
Aunque Sergio Ramírez supo del impacto de su anterior libro, no quiso repetir la fórmula, sino ser auténtico. Por ello habló de su infancia a través de los carruseles puestos en un terreno frente a la casa donde vivió de niño.
“Su componente más importante [de un escritor] es la libertad creativa, a dónde la imaginación lo lleve y no sentirse obligado con el deber de escribir sobre un determinado tema, porque ese tema puede ser atractivo en términos políticos o puede tener la historia, sino que la imaginación debe ser dirigida hacia donde la novela la necesite.
Cada relato tiene sus propias necesidades, y entonces yo me fui por este camino de romper el molde y entregarme a la novela, donde lo que es más importante que nada es la imaginación.
Descubriendo al autor
El autor, Premio Cervantes 2017, también mencionó que, pese a sus reconocimientos a nivel internacional y que la crítica lo ame, su forma de escribir es más bien desordenada. No le gusta planear el rumbo concreto de sus historias.
Yo voy como en un túnel oscuro, con una especie de lámpara de esas que llevan los mineros en la cabeza, alumbrando el camino y abriéndome el camino y sin saber qué va a pasar.
Entonces, inventando a golpe de remo y eso me divierte muchísimo más y yo sé que una escritura me está divirtiendo de verdad cuando me río frente a la computadora.
Copiar (al inicio) no es malo
Ante una sala llena, animó a las y los jóvenes que empiezan a escribir, desde canciones hasta novelas, a perder la vergüenza de copiar en un principio, pues esto forma su identidad.
Cuando uno es adolescente, comienza a imitar y a copiar. Eso es legítimo. Ningún escritor joven debe avergonzarse de imitar, qué es lo que uno persigue siempre? Su propio estilo, llegará a ese punto cuando decidan su propia vos, eso no es fácil. Eso solamente se consigue tras mucho esfuerzo, pero luchando contra el estilo, luchando con la terquedad que tiene la palabra el español, eso es muy conflictivo, muy difícil de dominar.
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