Hace diez años, el estreno de Interstellar de Christopher Nolan abrió la puerta a un tipo de historias de ciencia ficción que incluían una perspectiva sensible sobre sus personajes. Eso, sin dejar a un lado, escenarios tecnológicos de punta. Para toda la humanidad, que profundiza en un futuro en que la carrera espacial continuó más allá de la llegada a la Luna, dedica la misma importancia a ambos puntos de vista. En cuatro temporadas, la serie de Apple TV+ explora las décadas posteriores al primer paso del hombre en nuestro satélite, como punto de partida para todo tipo de descubrimientos científicos, culturales y hasta el progreso social.
Pero, aunque pueda parecer ciencia ficción pura — que lo es, en su mayor parte —, Para toda la humanidad es también un drama. Uno que relata la forma en que el escenario anterior, cambia la vida de los hombres y mujeres a través de varias generaciones. Algo que no se limita a científicos, ingenieros, astronautas, sino que abarca hasta al ciudadano común.
Tomando como punto de inflexión la llegada del hombre a la Luna el 16 de julio de 1969, la trama profundiza en cómo el suceso marcó cada decisión política en adelante. Un giro que dio inicio a una era que permitió hacer del espacio exterior un territorio a explorar, e hizo de los vuelos tripulados la fase inicial de lo que luego sería un proyecto para llevar al hombre a otros puntos del sistema solar. Todo ello enfrentando dificultades técnicas, de ingeniería y de elementos tan mundanos como presupuestos nacionales a largo plazo.
Un pequeño paso para el hombre se convierte en algo más en Para toda la humanidad
La serie de Apple TV+ es ingeniosa al plantear el centro de su argumento. Para toda la humanidad comienza con el histórico día en que Neil Amstrong dejó la huella de su pie en la Luna. El comienzo de una etapa nueva para Norteamérica, URSS y China. La trama avanza, entonces, en la competencia entre agencias rivales, además de explorar en la vida de los miembros pioneros de diferentes programas e iniciativas, todas relacionadas con explotar la posibilidad del viaje espacial.
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Para el segundo capítulo, la serie demuestra cómo manejará este giro de la historia oficial. Eso, cuando la URSS envía un segundo astronauta, esta vez, una mujer. Un hito que presiona sobre el programa espacial norteamericano de Richard Nixon. Pronto, se plantea la posibilidad de enviar a una oficial estadounidense, para emular el logro soviético.
Como es de imaginar, la decisión cambia la participación de las mujeres en el programa espacial. A su vez, repercutirá en la importancia femenina en la política y en lugares de poder. Por lo que Para toda la humanidad, no es una distopía acerca de los males de un mundo futuro, ni tampoco, una épica que intente dejar una moraleja. Antes que eso, se trata de cómo se eliminan las limitaciones mecánicas, científicas y sociales, a través de éxitos científicos.
Cada temporada avanza de década en década, mostrando el impacto de la carrera espacial en las elecciones presidenciales, derechos civiles, situaciones inesperadas, hasta en el auge de la empresa privada. Al mismo tiempo, también relata la corrupción, burocracia y hasta el terrorismo que generan las nuevas oportunidades mundiales. A pesar de eso, la serie no pretende dar lecciones de ética, ni tampoco idealizar las circunstancias que rodean los grandes avances sociales y tecnológicos.
Una aventura que se extiende a lo largo de un siglo
Con una quinta temporada en producción, Para toda la humanidad, muestra también el paso del tiempo y lo que eso provoca en sus principales escenarios. Que va desde encontrar agua en la superficie de la Luna, hasta investigar el espacio profundo con vuelos tripulados. Logros que conducen a nuevas complicaciones y, también, triunfos para los personajes y países a los que representan.
Pero, además de su apartado científico, Para toda la humanidad pone atención en la evolución de sus protagonistas. Su creador, Ronald D. Moore (Battlestar Galactica), consigue que las escenas en naves, vuelos espaciales y en distintas instituciones políticas, se combinen con la vida cotidiana de sus personajes. Sus esperanzas, frustraciones y duelos.
Un período que abarca desde matrimonios que terminan por romperse debido a la presión de metas a largo alcance, hasta la forma en que los países deben aprender a colaborar entre sí. Esto último, encarnado en funcionarios que vencen su natural desconfianza mutua para lograr el éxito en conjunto.
De Ed Baldwin (Joel Kinnaman), un astronauta a través del cual la serie muestra el crecimiento del programa espacial, hasta Margo Madison (Wrenn Schmidt), cabeza visible de la NASA y después, figura política. La serie narra cómo la presión de superar metas tecnológicas y mecánicas durante las décadas, crea un nuevo tipo de burócratas y de obstáculos que vencer. Al otro extremo, como un mundo que enfoca todos sus esfuerzos en conquistar el espacio, necesita concentrar sus esfuerzos en los logros de la humanidad. Un relato que la serie construye, paso a paso, en una de las producciones más interesantes del catálogo de Apple TV+.
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