Sancti Spíritus/Con un tablón que anuncia escasos productos y una mesa de patas jorobadas para vender alimentos, el hotel El Colonial, en Sancti Spíritus, tiene más aires de bodega que de hospedería. La antigua casona, construida en el siglo XIX, apenas se sostiene en pie y, aunque ya no dejen a los transeúntes entrar a mirar la arquitectura de la época, los vecinos saben bien lo que ocurre dentro de las paredes: “en cualquier momento se derrumba”.
Según Yasmany, un vecino del consejo popular Parque, donde está ubicado el inmueble, la historia del edificio es larga. De vivienda pasó a ser escuela secundaria, un bufete de abogados e incluso un taller de mecánica que incluía una gasolinera. Convertido en hotel, recibió a miles de clientes hasta los años 70, cuando, con la construcción de la presa Zaza, las autoridades decidieron que sería el albergue de los trabajadores de la obra. No fue hasta que se terminó el proyecto, años después, que El Colonial reabrió para el público.
“Desde entonces el edificio no levanta cabeza, ni como inmueble de valor histórico ni como hospedería”, explica Yasmany. Con treinta años viviendo cerca de la casona, el espirituano recuerda las numerosas veces que se intentó darle una nueva vida. “Yo mismo fui a varias peñas que se organizaban, pero la inversión y el alcance nunca fueron lo suficientemente grandes como para reanimar la clientela”.
En los últimos años, las autoridades locales han perdido interés en el edificio pese a su incalculable valor patrimonial, critica el vecino. “Lo último que hizo Deivy Pérez Martín, la secretaria provincial del Partido Comunista, fue mandar a pintar la fachada cuando Sancti Spíritus ganó la sede de los actos por el 26 de Julio este año”, cuenta.
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Han pasado pocos meses y ya el edificio, de un azul estridente y a la vez desteñido, parece que hace años que no le pasan la mano. “La fachada no está tan mal, pero solo hay que darle la vuelta a la cuadra para ver las paredes traseras del hotel descascaradas y a punto de caerse. Los vecinos están nerviosos porque saben que un día de estos va a haber un derrumbe”, asegura.
Yasmany lamenta la poca voluntad del gobierno local de conservar el edificio y, denuncia, van a terminar por perderse el techo y la estructura clásica de una casa de la colonia, que tienen mucho valor. “Yo conozco al menos dos empresarios que le han presentado proyectos al gobierno para que les entreguen la casona y ellos restaurarla. Uno de ellos, amigo mío, incluso llegó a decirme que él podía encargarse de todas las reparaciones para convertirla en un bar-restaurante si el Estado le aseguraba que no se la iba a quitar después”, refiere.
El empresario llegó a entregar el plan a las autoridades, “pero todo quedó en el aire”, explica Yasmany. “Se ve que no tienen los medios para reparar El Colonial, pero tampoco les interesa dárselo a alguien que pueda salvarlo”.
A mediados de 2023, el local recibió una inversión para rescatar las zonas del restaurante y el bar, dos de las más icónicas del inmueble, pero “aquello nunca dio frutos”.
Viviendo en la propia ciudad, el espirituano nunca llegó a hospedarse en el hotel, pero eso no le impide asegurar que la clientela ha mermado en los últimos años. “Antes, por estas fechas, cuando empieza el festival de teatro y arte callejero Lunas de Invierno, la gente venía de otros municipios y se quedaba en El Colonial. No era lo mejor del mundo, pero era un hotel asequible y cómodo”, añade Yasmany. Ahora, como están las cosas, casi nadie alquila habitaciones del local.
El local ha quedado relegado a vender queso fundido y ron por onzas. “Venden otros productos también, dependiendo de lo que haya, en una mesa que ponen en uno de los portones”. Del antiguo hotel El Colonial, quedan solo unas puertas carcomidas por el comején, unas paredes desconchadas y un letrero torcido.
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