No hay una fórmula exacta para ser feliz. Si has venido a este artículo buscándola, siento defraudarte. Sin embargo, aun sin existir la clave de la felicidad como tal, la ciencia sí que ha estudiado cuáles son las cualidades más habituales en las personas que se autodefinen como felices.
En contra de lo que piensan muchas personas, una de esas cualidades no es el dinero, aunque tampoco podemos negar que el dinero nos ayuda, por ejemplo, a pagar terapia psicológica privada. Eso está muy cerca de ser la clave de la felicidad. El dinero también paga facturas, coches e hipotecas. No da la felicidad, pero puede ser muy bueno para eliminar el estrés. Y es que, al final, nuestra salud mental también es una cuestión social. En ese punto, el dinero tiene mucho que ver. Pero, dejando eso a un lado, la ciencia también ha explotado otras cualidades.
Se han desarrollado muchos estudios al respecto, pero sobre todo llama la atención el Estudio de Desarrollo de la Adultez de la Universidad de Harvard, iniciado en 1938. Es un estudio que nunca llegó a finalizarse. Aún sigue en marcha, por lo que, con sus casi 90 años, se considera el estudio sobre la felicidad más largo de la historia. En él, no se ha encontrado una clave de la felicidad, pero sí hay una cualidad que resulta fundamental.
Los pasos del estudio más largo para buscar la clave de la felicidad
En realidad, este estudio comenzó con dos proyectos distintos que terminaron unificándose. El primero, realizado principalmente por el antropólogo George Vaillant, se centró en 269 hombres, todos ellos estudiantes de pregrado de la Universidad de Harvard. En el segundo, en cambio, se hizo un seguimiento a 456 hombres de los barrios del centro de Boston. El objetivo era tener una mezcla de hombres sanos a los que seguir durante buena parte de su vida, procedentes de distintas clases sociales. Pero claro, se les olvidó un pequeño detallito. Un olvido muy habitual en esa época. No incluyeron mujeres.
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Actualmente, ninguno de los participantes que comenzaron en el estudio sigue con vida, por lo que hace años que se comenzó con la segunda generación del estudio en el que se incluían los hijos de los participantes. Y también las hijas. Por fin.
Lógicamente, los investigadores iniciales tampoco siguen con vida. Por eso, el testigo lo recogió el psiquiatra Robert Waddinger, quien escribió recientemente un libro en el que se reúnen buena parte de los resultados. Entre ellos se incluyen muchísimos datos que no nos dicen cuál es la clave de la felicidad, pero sí apuntan a algo muy interesante.
No te olvides de cuidar tus relaciones sociales
Algunos de los participantes del estudio inicial se llegaron a convertir en personajes famosos. Es, por ejemplo, el caso del periodista del Washington Post Ben Bradlee, y del presidente de los Estados Unidos John F. Kennedy. No sabemos si estos tenían la clave de la felicidad pero sí que eran personas muy sociales. Esto, siempre que se elijan buenas relaciones sociales, es lo que parece estar más cerca de la clave de la felicidad, según los investigadores que han participado en este proyecto a lo largo de las décadas.
De hecho, otros estudios ajenos a esta investigación apuntan a los graves perjuicios de la soledad. Se ha visto que puede aumentar el riesgo de padecer enfermedades del corazón o un accidente cerebrovascular. Incluso parece que el riesgo de mortalidad es comparable al de fumar 15 cigarrillos al día.
En sus casi 90 años de investigación, estos científicos han visto que las personas que se autodefinen como más felices suelen tener fuertes vínculos sociales. Esto no quiere decir que sean necesarios muchos amigos. Basta con unos pocos, siempre que sean buenos. En definitiva, importa más la calidad que la cantidad.
Se puede tener dinero y éxito, pero si a nuestro alrededor no tenemos personas que nos escuchen, nos apoyen y nos acompañen, no podremos alcanzar esa ansiada felicidad.
Sí, hay otros factores, pero ninguno es la clave de la felicidad
En esta investigación se concluye que hay otros factores que ayudan a alcanzar la felicidad. Entre ellos se encuentra la práctica de ejercicio, la dieta saludable y el abandono de hábitos como el tabaco o el consumo de alcohol. En este caso lo que se favorece es la salud física que, lógicamente, también está relacionada con la felicidad. Pero ni siquiera eso es suficiente si estamos solos. Y ojo, eso no quiere decir que necesitemos estar casados o en pareja. Mucho menos con alguien que no nos guste o no nos trate bien. Las relaciones pueden ser de muchos tipos y lo importante es que sean beneficiosas para nosotros. Si no, estaremos realmente lejos de la ansiada felicidad.
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