Madrid/Decidido a abordar la colaboración público-privada, un espinoso asunto para el modelo económico que reina en Cuba desde hace 65 años, el espacio televisivo dirigido por Marxlenin Pérez, Cuadrando la Caja, dejó una sorpresa. Nada de lo que los cubanos han vivido hasta ahora era comunismo y, si se apuran, siquiera socialismo. Algo así comenzará cuando los dos sectores económicos comiencen a “encadenarse” –como denomina el oficialismo a la cooperación– como es debido y den paso a una sociedad “desarrollada”.
El programa resultó ser una especie de enmienda a la totalidad de los últimos 65 años, que no está muy claro a qué se dedicaron, a juzgar por las filigranas elaboradas por Ayuban Gutiérrez Quintanilla, profesor de la facultad de Economía en la Universidad de La Habana. El doctor estaba invitado, a todas luces, para justificar la demanda desde las instituciones de la colaboración público-privada, tan presente en países con economías de mercado, incluyendo a China y Vietnam en su viraje a un capitalismo de Estado.
Marxlenin Pérez pedía reiteradamente a su invitado que abordase las presuntas “contradicciones” de este tipo de cooperación con un modelo económico que durante décadas negó cualquier iniciativa privada. Entonces comenzó la diatriba.
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«En mis estudios de marxismo, nosotros opinamos que el socialismo es la transición hacia esa sociedad superior, que es el comunismo»
“En mis estudios de marxismo, nosotros opinamos que el socialismo es la transición hacia esa sociedad superior, que es el comunismo. Yo creo que donde sí no tenemos contradicción es en entender que, ya sea como la transición al socialismo o como el socialismo, que es ese camino hacia una sociedad superior, es sin dudas un espacio en el que tienen que convivir distintas formas de propiedad”, explicó Gutiérrez Quintanilla.
El profesor argumentó extensamente los comienzos de la propiedad privada y las argumentaciones de Lenin hace exactamente cien años, a las que Cuba –señaló– debe adaptarse a las condiciones que se dan en este momento histórico. “Marx y Engels asumían que el tránsito de los países desarrollados hacia el comunismo era porque ya había una base material garantizada”, describe en un momento dado. “Es interesante, porque después se dan cuenta [los marxistas] que no tenía que ser exactamente así en su relación con los revolucionarios rusos. Y se dan cuenta que se podía desde un país subdesarrollado, pero entonces el proceso es más largo, porque había que garantizar la base material para la transición”.
En este punto, Gutiérrez Quintanilla afirma que Cuba se encuentra en ese momento, “que el Estado no lo puede hacer por sí mismo” y que necesita asociarse con otras formas de gestión privadas, tanto en el país como en el extranjero. No está claro si la argumentación da la razón a los teóricos marxistas del siglo XIX o se la quita a seis décadas de castrismo, pero deja sin despejar la duda de qué se ha estado haciendo desde 1959 en la Isla para que haya que reiniciar desde cero el sistema con la ayuda de los ahora necesarios privados como paso previo a reiniciar el socialismo cubano.
De lo que no quedó duda es de que, de alguna manera, el profesor estaba admitiendo que, por mucho que sobre el papel siga apareciendo el sector estatal como motor de la economía, el Estado necesita imperiosamente a los privados para prosperar. Por ello, Gutiérrez Quintanilla pidió políticas públicas que regulen las relaciones entre ambas partes “para que esas formas de propiedad participen en la consecución de un objetivo final que es el desarrollo del país, la mejora del bienestar y la mejora de las condiciones de vida”.
El empresario lleva casi dos años cooperando con el sector estatal gracias a un inusitado acceso a las divisas y no escondió que el Banco Central de Cuba «apoya» a su empresa
El discurso no es del todo nuevo –ya en 1987 Granma sorprendió titulando en portada un Ahora sí vamos a construir el socialismo– pero logró opacar la presencia de Jorge Félix Peraza Noriega, presidente de la mipyme Jolyni, dedicada a la elaboración de pastas, que acudió a poner carne a la beatificación de la colaboración de los privados con el Estado.
El empresario lleva casi dos años cooperando con el sector estatal gracias a un inusitado acceso a las divisas y no escondió que el Banco Central de Cuba “apoya” a su empresa. Jolyni “no ha incurrido en tener que llegar a un mercado informal para hacer una adquisición de moneda y esperemos que nunca suceda”, expuso el empresario.
“Haciendo operaciones con microcrédito logramos un historial crediticio muy favorable. Hemos trabajado también a partir de todas las posibilidades que se nos han generado y de la confianza y la seriedad con que manejamos los negocios. Hemos trabajado con proveedores extranjeros que nos han dado créditos, los cuales aún están pendientes de honrar, pero contamos con la seriedad también de las instituciones financieras nuestras que nos apoyen”, alegó, un recital de lo que pocos consiguen sin dejar tras de sí una sombra de dudas.
Peraza Noriega, en todo caso, desgranó lo positivo de su experiencia, ya que su empresa elabora los productos en la Isla, generando valor a nivel nacional. “Al final, cuando compramos un paquete de espagueti que se hizo en Italia estamos pagando el salario de un trabajador en Italia (…) Cuando el cubano paga un paquete de Jolyni no paga un paquete de Jolyni, está ayudando a generar todo un proceso donde se hay un salario que se percibe por ello, hay una garantía de que está consumiendo un producto fresco, un producto saludable. Esa es una de las cosas que necesitamos hacer”.
Retomando la palabra, Gutiérrez Quintanilla insistió en que es muy positivo que los privados “se alineen con los objetivos de desarrollo del país”, pero que es preciso crear las condiciones para que se logre una alianza favorable a todos, momento en el que apareció el capital asunto de las divisas como responsable directo de que la colaboración público-privada no prospere.
“Hoy, la empresa privada tiene que ir a un mercado cambiario que todos sabemos que tiene una serie de dificultades importantes, porque parte de la informalidad. Sin embargo, la empresa estatal, por su naturaleza, no puede entrar en un mercado informal, sería contradictorio en sí mismo. Entonces, ¿cómo buscamos una solución? Eso es un reto”, dijo el profesor. Admitió así, sin decirlo expresamente, que la economía cubana ha entrado en un bucle imposible de resolver, ya que es –zanjó– imprescindible que haya una estabilización macroeconómica que genere confianza y productividad, invitando a los privados a unirse al Estado. “Es muy difícil que los actores se relacionen correctamente si las reglas no son iguales”, lamentó.
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