La Habana/Hace diez días que el huracán Rafael pasó por Cuba dejando mucha agua en las calles y poca en los depósitos familiares. Solo en La Habana, más de 200.000 personas siguen sin el servicio y, adonde ha podido con sus “limitados recursos”, el Gobierno ha comenzado a enviar esporádicos camiones para abastecer a los habaneros.
En la barriada de Luyanó, los vecinos esperaban desde hace días la llegada “del dichoso carro” que, contrario a las clásicas pipas –que cargan con un gran tanque metálico–, cuenta con cuatro o cinco depósitos plásticos en su remolque que va trasladando de un lado a otro de la ciudad. Que bote un poco de agua es un desperdicio casi inevitable –especialmente en la actual escasez– por la cantidad de baches que tienen las calles.
“Hace más de diez días, desde antes del ciclón, que a este barrio no entraba el agua. La explicación que nos han dado es que esto es una zona alta y el bombeo es deficiente. Me quedaba un fondaje nada más en los tanques que tengo en el patio”, cuenta a este diario Marta, que este sábado finalmente vio llegar el vehículo hasta la puerta de su casa. Al principio, la mujer reunió aliviada calderos, cubos, cubetas y hasta palanganas, pero las indicaciones “de arriba” no permiten que el camión reparta más de “dos cubos por cabeza”.
Marta se unió decepcionada a la cola de vecinos que, con los envases en la mano, esperaban a que los primeros llenaran a través de una escuálida manguera los suyos. “Al final cogimos cuatro cubitos, dos para mi marido y dos para mi. Si ni siquiera pasan todos los días, qué se supone que haga con tan poca agua”, lamenta la mujer, que vaticina que los pocos litros terminarán destinados a la cocción de alimentos o para beber.
- CHECALO -
En Nuevo Vedado la situación no es tan crítica, pero para Alina en particular la adquisición de agua no marcha bien. “Vivo en la última planta de un edificio y, aunque ponen el agua cada dos o tres días, entra poca y beneficia primero a los vecinos de abajo. Las plantas superiores apenas tienen unos breves minutos con suministro cuando viene”, explica.
“Para colmo, tenemos un tanque conectado a las tuberías, pero el tubo se rompió con el huracán y, mientras no la reparemos, dependemos de lo que llega al edificio”, relata Alina que, no obstante, asegura: “No somos los que peor estamos, el edificio de la esquina de Boyeros y Conill tiene 26 plantas y esa gente no tiene ni terraza donde colocar tanques, tender la ropa o calmarse el encabronamiento”, remacha.
En redes sociales las quejas también se han hecho escuchar, sobre todo al pie de las publicaciones de Aguas de La Habana. “No necesitamos explicaciones, necesitamos agua y no un camioncito con una manguera, porque somos mayores de 60 años y no podemos cargar agua hasta un cuarto piso”, reclamaba una usuaria. Otros, con más sentido del humor o más resignados, están convencidos de que el Gobierno los obliga a pasar “un curso de gorgojo”.
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