JILOTEPEC, Ver.- En pleno corazón del poblado La Concepción, del municipio de Jilotepec, yacen las ruinas del ingenio «La Concepción», aquel que en sus buenos tiempos estimuló la economía de su región a través de la molienda de caña y producción de azúcar.
Basta con llegar al poblado para ver a simple vista aquel gigante de acero que dejó de funcionar hace 14 años, cuando su chacuaco echó humo por última vez y sus puertas se cerraron para dejar sin empleo a unos 300 obreros de base, durante noviembre de 2010.
Tras su cierre, no solamente La Concepción sufrió por la falta de empleo, pues también se vieron afectadas comunidades de Tepetlán, Actopan, Banderilla, Xalapa, Naolinco, Emiliano Zapata y de Jilotepec, pues había obreros, cargadores, fleteros y cortadores, que tenían empleos indirectos en beneficio de alrededor de 5 mil familias, de acuerdo con Juan Martín Rivera Caicero, integrante de la Sección 101 Ingenio La Concepción, del Sindicato de Trabajadores de la Industria Azucarera y Similares de la República Mexicana.
- CHECALO -
Tras el cierre, hubo quienes se vieron en la necesidad de migrar a Estado Unidos y a otros estados del país para garantizar la manutención de sus familias. Otros más encontraron empleo en municipios cercanos, como Xalapa y Naolinco, principalmente.
El cierre de la factoría motivó a la creación de tienditas, carnicerías, refaccionarias, estéticas, venta de pollos y otros comercios que no lograron sostenerse, pues las ventas eran muy bajas y la gente comúnmente pedía fiado al carecer de recursos económicos suficientes, según comerciantes.
El ingenio «La Concepción» fue fundado en 1926 en lo que fue la hacienda La Concepción, época en la que era el fin de los antiguos trapiches paneleros y azucareros que funcionaban en algunos poblado, como Paso de San Juan, Tenampa y Almolonga, de acuerdo con su historia.
Según la Sedarpa, durante sus últimas zafras «La Concepción» produjo, en el 2005, nueve mil 48 toneladas de azúcar; en el 2006; siete mil 846; en el 2007, once mil 71; en el 2008, ocho mil 269; en el 2009, nada y en el 2010, mil 418.
Incumplimiento de laudos
El ingenio «La Concha», como era conocido, cerró en el 2010 luego de que su dueño Rafael Lázaro Ross Torres se declarara en quiebra; a la fecha no se ha cumplido con el pago de laudos por al menos 50 millones de pesos, según Juan Martín Rivera Caicero.
Durante la administración estatal del entonces gobernador priista Fidel Herrera Beltrán (2004-2010), en dos ocasiones se inyectaron recursos estatales con la intención de salvar la fábrica, sin que el objetivo se lograra.
La factoría era una de las que producía azúcar de mejor calidad, por tener cañales de temporal, al grado de que hubo empresas refresqueras y de elaboración de dulces que adquirirían elevados volúmenes del endulzante.
Sin embargo, «entre el 2002 y el 2003 empezó la crisis y en el 2010 fue la última zafra. Tenemos un laudo que no se cumple; quedamos como 202 trabajadores, además de los Pensionados y compañeros que han fallecido en la espera», manifiesta.
«Son como 50 millones de pesos que corresponden a los laudos; las familias esperan que se cumpla, pero será difícil», agrega.
Comercios con escasas ventas
Gloria Concepción se dedica a la venta de verduras y señala que tras el cierre del ingenio no solamente hubo desempleo, pobreza y migración en La Concepción, sino que además les quitó las esperanzas de crecimiento y desarrollo.
«Al quedarse sin empleo, muchos se fueron en busca de oportunidades en el país y en Estados Unidos y otros pusieron negocios de diversos productos, pero no todos lograron mantenerlos», manifiesta.
Según ella, al no haber fluidez económica en La Concepción, «simplemente las ventas son bajas; se la pasan pidiendo fiado, no pagan completo o de plano no hay ventas».
En La Concepción hay tiendas, carnicerías, refaccionarias, torterías, tortillería y otro tipo de establecimiento, aunque prácticamente sin clientela. Lo anterior pudo comprobarse durante un recorrido en ese poblado, en donde incluso se pudo advertir que casi no hay gente en las calles.
«Muchos trabajan fuera y prefieren comprar los víveres por allá; si trabajan en Xalapa, pues traen la despensa de la ciudad, posiblemente por encontrar mejores precios», sostiene la comerciante.
Además, las tiendas cuentan con lo básico y en cantidades moderadas, «para lo que se vaya vendiendo al día».
De obrero del ingenio a albañil
Martín Cruz Velázquez fue obrero del ingenio «La Concepción» durante más de 30 años y a la fecha dice que no puede creer que la fábrica haya quebrado. «Había muchas ganancias; nos daban canasta básica y estímulos, pero no sé por qué quebró el ingenio, pues tenía buena producción».
Además, según él, la factoría tenía mejor azúcar que los demás ingenios, lo que le garantizaba buenos ingresos económicos.
Al perder su trabajo, Martín tuvo que dedicarse a la albañilería, oficio que desempeña a la fecha para mantener a su familia. Otros de sus compañeros se dedican al campo «o de lo que caiga; muchos se van fuera, pues dependían totalmente del ingenio».
Recuerda que en los días de operación del ingenio, «llegaban camiones cargados de caña que se formaban desde lejos para poder descargar; no podía no avanzar por las calles».
Además, en las calles de La Concepción había mucha actividad, pues también llegaban vendedoras de comida para ofertar tacos de canasta, antojitos, tortas y otros alimentos a los obreros y camioneros. Sin embargo, de todo ese movimiento, solo quedan los recuerdos y un vacío en las oportunidades de empleo, manifiesta.
Pobreza aumentó; ahorros fueron insuficientes
La pobreza fue en aumento y los ahorros no fueron suficientes para atender las necesidades de los obreros que se quedaron sin empleo, señala Jaime Fernández Hernández. El extrabajador del ingenio «La Concepción» sostiene que esa factoría era el motor de la economía de Jilotepec y sus alrededores.
«Llegué al poblado en la época en que mis hijos estaban por entrar a la prepa y a la universidad; me sentía afortunado, pues estaba cerca de Xalapa y había buenas escuelas, además de que tenía un salario seguro».
«Tenía ese patrimonio pensando en mis hijos, pero al quedarme sin empleo, por el cierre de la fábrica, tuve que malbaratar algunos bienes y se acabaron mis ahorros», recuerda.
«Con lo poco que me quedaba, intenté emprender en el comercio de materiales eléctricos, pero no pude competir con los grandes proveedores», agrega.
«Por fortuna, tengo buenos amigos y uno de ellos estaba bien colocado en el ingenio El Higo (en el municipio de El Higo) como gerente y me rescató cuando tenía el agua hasta el cuello».
Actualmente, Jaime Fernández Hernández labora como coordinador de Fomento a la Agroindustria Azucarera, Alcoholera y Piloncillera en la Sedarpa, en donde recuerda con nostalgia los buenos años del ingenio «La Concepción».
Instalaciones desmanteladas y saqueadas
Las instalaciones de la antigua fábrica de azúcar en La Concepción se encuentran abandonadas, deterioradas y saqueadas. Las gruesas láminas de acero que protegían al ingenio «La Concepción» están oxidadas y en la fachada aún se puede leer la leyenda de la “Fidelidad por La Concepción”, que en su momento presumió la intervención del gobierno de Fidel Herrera Beltrán en el 2010.
Han pasado 14 años del cierre de la fábrica y Alberto Rodríguez, extrabajador de «La Concepción» señala que desde ese entonces las instalaciones han sufrido robos.
La fábrica se ve como un montón de fierro viejo y su abandono ha sido aprovechado por delincuentes para llevarse piezas de acero y cableado de cobre, agrega.
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Junto al ingenio se encuentran las oficinas de la Sección 101 del Ingenio La Concepción, también abandonadas, al igual que una camioneta con las siglas de esa organización.
A simple vista, el ingenio se ve como un gigante de acero sin esperanzas de recuperarse, además de que la mayoría de los terrenos que se ocupaban para la siembra de caña de azúcar, ahora son ocupados por plantaciones de limón, café y maíz; la gramínea que llega a producirse es enviada al ingenio Mahuixtlán, en Coatepec. Alberto Rodríguez dice:
Tenemos puro fierro tirado; el cablerío, el cobre y los motores pequeños de plano se los llevaron
«Se perdieron los años de bonanza y con ello también nuestras esperanzas de que la fábrica sea reactivada, pues para ello se necesitaría construir una totalmente nueva», puntualiza.
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