En Ixhuatlancillo hay un espacio para la reflexión y la libertad. Ahí, niñas, niños y adolescentes pueden hablar de lo que les preocupa, de lo que sienten, pero también de lo que desean y sueñan.
Desde hace once años, Zona de Creación se ha venido construyendo como un espacio de encuentro, donde se comparten conocimientos y se trabaja por la soberanía alimentaria y el respeto por la naturaleza.
¿Cómo surge Zona de creación?
Indira Rodríguez Martínez es la fundadora y coordinadora de este espacio que surgió en mayo de 2013 como una necesidad de tener un sitio con el cual compartir con las niñas y niños de Ixhuatlancillo talleres y diversas experiencias.
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“Este proyecto ha ido tomando forma con las actividades, como manualidades, reciclado, que nos fueron dando para crear y para compartir diversos sentires; creo que eso ha sido uno de los ejes: el encuentro entre diversidad, entre formas de vernos; ya después cuando fue creciendo el proyecto, muchas personas, artistas, gestores, quisieron ir compartiendo y llegando de forma voluntaria a compartir con las niñas y los niños”, señala Indira Rodríguez.
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Actualmente en este espacio que, adelantan, no es una escuela sino un sitio donde se comparte tiempo y proyectos, están al frente, además de Indira Rodríguez, Monserrat Ramírez Rosas, como facilitadora, y Elsa Martínez Juárez, como fiel colaboradora.
Son alrededor de 15 niñas y niños de entre los tres a los 12 años los que acuden puntualmente a compartir y gozar de Zona Creación, ubicado en la Colonia Centro, en la cabecera municipal de Ixhuatlancillo, un municipio que pertenece a las Altas Montañas de Veracruz y cuya población mayormente habla náhuatl.
¿Qué es Zona de Creación?
Indira Rodríguez comparte que el espacio fue definiendo su objetivo poco a poco, gracias a la reflexión, al diálogo pero también a la profesionalización que fue tomando, pues cursó en la Universidad Veracruzana la maestría en Educación para la Interculturalidad, lo cual sirvió de acompañamiento para lo que nacía con Zona de Creación.
“Fue un proceso de acompañamiento y profesionalización para entender estos procesos comunitarios y creo que a partir de eso surge la línea de la creación de espacios como encuentro, porque Zona de Creación es un encuentro, es un espacio con un sinfín de actividades, acciones, organizaciones, miradas; un proceso intercultural que abre campo a la diversidad y a la libertad y eso nos permite guiarnos por el eje de la sustentabilidad, que lo tomamos como una brújula”.
Como espacio de reflexión, Zona de Creación no sólo propicia el encuentro con niñas, niños y adolescentes, sino que también las madres y la comunidad de Ixhuatlancillo forman parte de este diálogo.
Así, Indira Rodríguez señala que hay un sinfín de actividades tanto de las artes plásticas, como fotografía, grabado, dibujo, pintura, acompañamiento en tareas y lectoescritura.
“Pero también vemos las plantas medicinales, los conocimientos comunitarios, el crear huertos, el conocer ahora los insectos polinizadores, una variedad de herramientas pedagógicas que también son parte de este acompañamiento y que también se vuelve parte de la educación”.
Y todas estas actividades, dadas en un marco de respeto y escucha crea un ambiente positivo a favor de los infantes y adolescentes: “lo que pasa en este espacio es que permite encontrarnos en esta libertad y existir en el tiempo que está abierto, encontrarnos en nuestros sentires”.
¿Cuáles son los retos para zona de creación?
Al ser un espacio que se construye en libertad y desde la autogestión, uno de los principales retos es justamente: “no cansarnos, no tirar la toalla, porque la autogestión se dice fácil, pero es mucho tiempo; más allá de la economía monetaria, más allá de otras circunstancias, es poner el cuerpo, el alma, la vida, el tiempo, tus pensares, tus sentires, tus emociones, también el creer que esto va a funcionar para tener una vida digna, para conocer, para reflexionar”.
Tras seis años de autogestión plena, Zona de Creación comenzó a cosechar apoyos, fue beneficiada por el programa Alas y Raíces, en convocatorias de Secver y el año pasado por el Programa de Apoyo a las Culturas Municipales y Comunitarias (PACMYC).
“Eso nos ha dado cierta estabilidad para decir, bueno, aquí hay una vaquita que va a hacer para reconfortar algo de lo que no contamos: para instalar lo del agua, porque ahorita no tenemos agua; una buena instalación de luz, vidrios, más material, mobiliario, el cuidado mismo, y también ciertas remuneraciones, ya que, al ser un trabajo voluntario, la mayor parte del tiempo no hay remuneraciones; yo trato es buscar siquiera gratificaciones para quien nos acompaña”, señala la coordinadora de Zona de Creación.
¿Cómo ha respondido la comunidad a Zona de Creación?
Tras once años de trabajo, la comunidad ha respondido positivamente, pues se trata de varias generaciones de infantes y adolescentes que han pasado por Zona de Creación.
Indira Rodríguez comparte que los parques están lejos o no son amigables con las niñas y niños, por lo que Zona de Creación se volvió un espacio necesario e incluso exigido por la comunidad. Indica que al principio las familias creen que se trata de una escuela, y exigen ayuda académica, pero poco a poco comienza a conocer el proyecto y su verdadero objetivo.
“Con el paso del tiempo, cuando lo van conociendo, les vamos explicando que nosotras nos enfocamos a una educación para la vida; de entender las emociones, los valores, las diversas acciones, motivarlos a aprender; y de algún a forma después de todas estas acciones va naciendo el interés por escribir y leer, por lo académico, por todas aquellas cosas que les cuesta trabajo”.
Agrega que la visión de este proyecto ha ido cambiando a partir de comprender que el encuentro es necesario, y este tipo de espacios promueven reacciones para comprender aspectos del cotidiano y reflexionarlos.
“Reflexionar comportamientos, actitudes, roles de género que están presentes, roles dentro de la comunidad a través de sus usos y costumbres, ya que la mayor parte de las niñas y los niños que trabajamos son parte de una comunidad nahua, o sea su cultura es diversa, pero también con extractos y con roles que van trayendo con las tradiciones y que de alguna u otra forma son cuestionables y que reflexionamos; como el cocinar, el barrer, el cuidar, el respetar, la armonía; nos ha costado, porque sí son actitudes también sociales, pero por eso es que Zona no se convierte en una escuela, sino en un espacio reflexivo, comunitario, para el encuentro”, indica la gestora cultura de las Altas Montañas.
“Soberanía alimentaria: cocinar es un acto de amor”
Indira Rodríguez señala que las actividades que realizan van enfocadas al encuentro, a la reflexión de los sentimientos, de los quehaceres y en este rubro entra el cómo se relacionan las infancias y adolescencias con su medio ambiente, con el campo, y así, trabajan por fomentar la soberanía alimentaria.
“La vinculación con la soberanía alimentaria nace justo a partir de ver ciertas acciones de tener en cuenta cómo la alimentación debe estar presente si queremos estar bien. Llevamos a cabo el proyecto ‘El fogón creativo, todos cocinamos, todos comemos’, que fue seleccionado por Pacmyc en 2022 y aplicado en 2023, y ahí surge nuestro corto documental realizado y dirigido por Uzu Morales y Verde Magenta Films. Y pues este proyecto de la soberanía alimentaria surge a partir de la reflexión a partir de análisis de suelo, a partir de empezar a comprender lo que es cultivar nuestro alimentos y cómo es parte fundamental para nuestra salud mental una buena alimentación, y entonces creamos un fogón en Zona de Creación, y nos pusimos a cocinar”.
Señala que al tiempo que se inmiscuía a infantes y adolescentes en las labores de la cocina, también se avanzaba en cuestionar los roles de género, presentes en la comunidad.
“La soberanía alimentaria es desmontar roles, en cuanto a la vinculación de las niñas y los niños, porque nos atrevemos a cocinar a pesar de lo que digan los demás, porque es también un reto y una apertura a la autonomía. Cocinar es un acto de transformación, muy atractivo ya ahora para las niñas y los niños; en su momento los niños no querían, pero pues fuimos conociendo varias estrategias y ahora son quienes más cocinan. Cocinar también tiene un carácter formativo para la vida, y eso es lo que les explicamos, que no tiene que ser algo que haga alguien más o las mujeres, sino que cocinar es un acto de amor y de resistencia y eso es parte de la soberanía alimentaria de este espacio”.
¿Cómo influye Zona de Creación en las infancias y adolescencias de Ixhuatlancillo?
Indira Rodríguez explica que este caminar reflexivo y en libertad ha ido dando frutos poco a poco, y que sí logra percibirse un cambio de actitud en las niñas, niños y adolescentes que asisten al espacio. Ellos participan de forma continua y llegan con más libertad: escuchan la propuesta de la actividad, si es de su interés participan; si no, buscan otra actividad.
Indica que se tienen acuerdos de cuidado del espacio, de cómo relacionarse entre ellos, y siempre se procura la reflexión de doto lo que les acontece, de su cotidiano.
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“Siempre estamos en la constante reflexión filosófica, también de conocer procesos físicos, químicos, de alimentación, de salud y también conocimientos que son parte de la comunidad; por eso es que cocinamos, sembramos, porque Ixhuatlancillo eso tiene: siembra, cocina, se cultiva, y los niños saben de esas estrategias, saben de esos conocimientos, y también participan compartiendo, porque justo eso queremos lograr, que no Zona no sea un espacio en el que vamos a enseñar, sino que es un espacio en el que vamos a compartir conocimientos entre todas y todos lo que sabemos y es lo que vamos facilitando en un ambiente libre, donde se torna el cuidado, el respeto y la resolución de problemas”, indica la coordinadora del espacio.
¿Qué proyecto se encuentra realizando actualmente Zona de Creación?
Indira señala que este caminar por Zona de Creación le ha dejado diversas satisfacciones, entre ellas, estar en resistencias durante once años: “Es una gran satisfacción continuar, porque seguimos gestionando, ahorita están las proyecciones del documental, pero también festivales de cine, comunitario, donde también podamos hacer actividades o proponer más talleres; gestionar con otros tallerista”.
Señala que en este momento se encuentran con un proyecto aprobado por Alas y Raíces, de Secver, el cual se titula “Insectos que cuidan el territorio. Creación y registro de jardines para polinizadores”, con el cual buscan impulsar en los infantes y adolescentes de Zona de Creación el conocimiento y cuidado por el hábitat y la importancia de los polinizadores para la soberanía alimentaria y la vida misma.
“Siempre estamos en contante búsqueda de hacer actividades, de estarnos vinculando con instituciones y pues eso es una satisfacción de la gestión intercultural de este espacio; y que las niñas y niños siguen viniendo, y otros más grandes lo recuerdan con cariño; creer en estos espacios es una respuesta para creer en esta cotidianidad que a veces es violenta, que es parte de la realidad, pero que también Zona de Creación se vuelve un espacio de desfogue recreativo y libre».
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