La Habana/En medio de una crisis política y aprovechando las oportunidades que le ha proporcionado Washington, el Gobierno de Venezuela ha logrado aumentar su producción de crudo en un 14,7% entre enero y julio, según datos del Ministerio de Petróleo. Este julio, la cifra rozaba los 928.000 barriles por día (bpd), un 0,6% más que el mes anterior. La buena nueva, sin embargo, no ha llegado a La Habana, y todo indica que cada vez el crudo venezolano es menos y la Isla tiene que recurrir a otros aliados.
Pese a reanudar las sanciones al petróleo venezolano el pasado abril, Estados Unidos mantuvo la licencia de Chevron y, terminados los seis meses de gracia, los intercambios no parecen haber disminuido. Según el medio Tal Cual, desde el pasado 19 de julio en apenas una veintena de días Venezuela envió 12 buques a EE UU desde los puertos de José, Amuay y Puerto La Cruz.
La carga no solo pertenecía a Chevron, sino también a la española Repsol, que importa crudo Merey y Boscán, fueloil y asfalto producidos en Venezuela. “Cada buque petrolero ha llevado carga de entre 1.600.000 barriles a 2 millones de barriles”, asegura el medio.
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No obstante, Caracas no ha logrado elevar su producción al millón de barriles diarios que marcó como su meta y, aunque sitúa su producción por encima de 900.000, algunos expertos aseguran que en realidad produce solo unos 851.000 bpd.
No obstante, Caracas no ha logrado elevar su producción al millón de barriles diarios que marcó como su meta
El aumento de la producción –que queda lejos de los más de 3 millones de bpd que extraía entre 2000 y 2002– tampoco se logró sin obstáculos. Tras la pandemia, que llevó a la estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa) a mínimos históricos (medio millón de barriles diarios), a la industria petrolera le fue difícil no solo recuperar el ritmo de producción, sino de exportación. Varios reportes, incluyendo uno de Reuters este agosto, aseguran que las salidas siguen acumulando retrasos.
Siendo Estados Unidos el mercado priorizado, Asia ha sido la que ha sufrido el golpe. Por falta de buques petroleros, Venezuela debió emplear los mismos barcos para trasladar crudo a varios destinos, un método conocido como co-loading, que retrasa aún más las entregas.
El mercado internacional tampoco favorece a Caracas, cuyo aumento en la producción no responde solo al ablandamiento de las sanciones por parte de Estados Unidos, sino al desmoronamiento del precio del barril de crudo, que pasó de 84,7 dólares en 2022 a 69,2 este 2024.
Mientras Venezuela envió el pasado mayo a Estados Unidos 30% más de petróleo que en el mismo mes de 2023, a La Habana –que ha dependido del chavismo en los últimos 24 años para cubrir su demanda interna de combustible– llega cada vez menos crudo. En mayo y también en junio, la Isla solo recibió 33.700 bpd. En abril, la cifra fue incluso menor, de 28.000 bpd. Ambos números están por debajo de los 56.000 barriles diarios que Caracas enviaba en 2023 gracias al acuerdo firmado en el año 2000 por Hugo Chávez y Fidel Castro.
La cada vez más recurrente ayuda rusa –el Kremlin llegó a anunciar un proyecto disparatado de una nueva refinería en Cuba, donde ya existen tres– y el aumento de las compras de petróleo a México intentan compensar la reducción de los envíos venezolanos.
El Kremlin llegó a anunciar un proyecto disparatado de una nueva refinería en Cuba, donde ya existen tres
En el primer trimestre de este año, Gasolineras Bienestar, una subsidiaria de la estatal Petróleos Mexicanos (Pemex), mandó a Cuba 21.800 barriles de crudo por día. La cantidad representa un aumento del 30% con respecto a los 16.800 bpd que el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador envió a sus aliados de la Isla entre julio y diciembre de 2023.
Asimismo, Pemex entregó otros 3.600 bpd de gasolina y derivados del petróleo, lo cual también significa un aumento del 9% frente al año pasado, según El Universal. El valor total de los envíos fue de 200 millones de dólares.
El incremento de la exportación, que no se sabe si se hace a cambio de servicios, como el envío de 5.000 médicos cubanos a México, coincide con la crisis política venezolana. Según el experto de la Universidad de Texas Jorge Piñón, se trata de un intento de La Habana de almacenar “reservas estratégicas de petróleo” en caso de que Caracas se desestabilice.
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