La segunda temporada de Los Anillos de Poder regresa a Amazon Prime Video el 29 de agosto con sus tres primeros episodios. La plataforma de streaming devuelve a los espectadores a la Tierra Media después de una primera entrega algo irregular que, en cualquier caso, tuvo una recepción general positiva. Ahora, las expectativas están por todo lo alto de cara a lo que está por venir. El plan es concluir con la quinta temporada, por lo que seguimos en los primeros compases. Pero con el contexto sociopolítico del mundo de Tolkien ya establecido, es hora de que la partida comience de verdad.
Los acontecimientos de la primera temporada llevaron a una conclusión apoteósica. En un giro final de guion, Halbrand se desenmascaraba como Sauron ante los aterrorizados ojos de Galadriel. El villano había conseguido engañar a los elfos para que Celebrimbor forjara los tres primeros anillos. Además, de las Tierras del Sur nacía Mordor. Ahora, el antagonista ha desaparecido, pero quiere volver a sembrar su semilla de oscuridad en toda la Tierra Media para dominarlos a todos. Y para ello necesita que hombres y enanos también tengan sus propios anillos.
Los Anillos de Poder
La serie de El Señor de los Anillos: Los Anillos de Poder regresa dos años después con las ideas muy claras. Su ritmo sigue siendo su punto más irregular pero gana mucho en ambición y dirección narrativa, ofreciendo una nueva entrega mejor que la anterior. Un viaje monumental por la Tierra Media a través de los ojos de un Sauron que se convierte en el protagonista indiscutible del proyecto.
Una ambientación grandiosa
El sentido del espectáculo de Los Anillos de Poder es innegable. Cada fotograma de cada episodio evidencia la potente inversión que Prime Video ha realizado en la serie. Ese fue el gran punto fuerte de la primera temporada. Puede que el guion no estuviera todo lo inspirado que se esperaba. Y quizá algunas tramas no acabaron de conectar con los espectadores. Pero la belleza visual de las imágenes impregnaba toda la pantalla y se asentaba entre lo más potente y ambicioso que se ha hecho jamás en televisión.
En esta segunda temporada, por fortuna para los fans, el nivel se mantiene a este respecto. Todo es asombroso, inunda los ojos y ofrece un viaje a través de distintos parajes de la Tierra Media con una factura técnica exquisita. Cada uno de los departamentos ha vuelto a dar el máximo, desde la dirección de fotografía hasta los diseñadores de vestuario o los responsables de efectos especiales. La comunión es máxima para cumplir con el objetivo de hacerle justicia a los ricos escritos de Tolkien.
Además, la potente banda sonora de Los Anillos de Poder complementa a la perfección esa sensación de grandilocuencia, de épica. Tanto que muchas escenas podrían verse incluso sin diálogos y se disfrutarían enormemente. En una industria en la que las grandes producciones tienden cada vez más a la aburrida monotonía estilística y a un aspecto técnico poco cuidado, ver una obra de este nivel es especialmente llamativo y agradecido. Esto es la Tierra Media, no hay nada igual, y los fans seguirán estando muy satisfechos descubriendo, además, nuevos parajes que no habían aparecido en la primera temporada.
De menos a más
En lo referido a la narrativa, hay que señalar que Los Anillos de Poder es muy continuista con sus primeros ocho episodios. Aún queda mucho hasta llegar al desenlace de esta historia, por lo que la serie sigue cocinando con calma. Aunque algunos aseguraron que eran lo que le pedían a un proyecto así, lo cierto es que esa fue una de las grandes críticas a la serie en la temporada 1. El ritmo pausado y lento hizo que muchos espectadores dejaran de verla o que, como mínimo, lo hicieran con bastante recelo. Con aquel impresionante final se puso un parche, pero ahora había que cerrar la herida.
Y es quizás donde más falla Los Anillos de Poder. El ritmo sigue siendo el mismo, de una manera absolutamente consciente. Los creadores de la serie saben lo que quieren contar y cómo hacerlo, por lo que no les preocupa ir despacio. La cosa es ver si el público responde más favorablemente a la propuesta. Al menos en esta entrega, eso sí, se va claramente de menos a más. Todo arranca con unos primeros episodios excesivamente expositivos en los que la historia no avanza demasiado.
Pero sorteado ese «bache» inicial, poco a poco la serie va poniéndose en marcha. Y aunque sigue lejos de la épica y perfección de las películas de Peter Jackson, sí que ofrece cuantiosas escenas especialmente impactantes. Sin ir más lejos, la anunciada transformación de Sauron en Annatar pone los pelos de punta. Por no hablar de una monumental batalla que apuntaba a ser el gran cenit de la segunda temporada de Los Anillos de Poder y que cumple con el objetivo de dejar con la boca abierta. A pesar de ese ritmo de altibajos que no termina de desaparecer, se aprecia una mayor ambición en la historia y en la acción que hace que esta entrega sea, a todas luces, mejor que la anterior.
El foco en Sauron
Pero en lo que realmente cambia Los Anillos de Poder es en el hilo conductor que hace moverse a la historia. O más que cambiar, lo muestra a plena luz. La primera temporada sirvió para presentar la Tierra Media, aunque en un segundo visionado se descubre que todo respondía a los secretos designios del Señor Oscuro Sauron, escondido en su identidad de Halbrand. Ahora, la máscara ha caído para los espectadores. Por eso, todo se hace mucho más directo y evidente.
Las escenas del villano son las mejores de los nuevos episodios, pero es que su influencia sobre el resto es prácticamente total. Varios personajes se dedican a buscarle. Otros se encuentran con él y son manipulados sin saberlo. Y otros son afectados por la oscuridad que se ha desatado a lo largo y ancho de la Tierra Media. Aquel juego maquiavélico que era el guion de la temporada 1 pasa ahora a ser algo mucho más cristalino. Y probablemente al público le resulte más sencillo y atractivo de seguir de esta forma.
Hay que destacar aquí la figura de Charlie Vickers. En la primera entrega engatusó como ese Halbrand algo melancólico y romántico, pero valiente y optimista, que en realidad escondía el mayor de todos los males. Ahora, cambia de registro. Y vuelve a estar imperial. Es en estos episodios cuando realmente confirma que fue un acierto su elección para dar vida a un personaje tan importante como Sauron. Él solo se roba la serie en cada escena.
En resumen, Los Anillos de Poder regresa con la intención de reconquistar a los fans de su primera temporada y, además, convencer a quienes no convenció. Lo hace con un tono muy continuista pero con una narrativa más clara y directa. Sigue teniendo varios claroscuros por pulir y se nota que lo más grande aún está por llegar en el futuro. Pero a pesar de todo, su ambición por ofrecer una experiencia a la altura del legado que arrastra es máxima. Y su sentido del espectáculo de fantasía es de lo mejor que puede encontrarse actualmente en televisión. En definitiva, es una temporada por encima de su predecesora, aunque todavía tenga margen de mejora.
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