La Habana/El acuerdo de colaboración con el Colegio Oficial de Gestores Administrativos de Madrid sigue rindiendo frutos para el Ministerio cubano de Justicia. Gracias a la donación de 16 escáneres que la prensa oficial ha calificado como “de última generación”, La Habana pudo digitalizar una parte –los 895 tomos de la sección de nacimientos– de su Registro Unificado, en un precario estado de conservación.
Pese al entusiasmo de Granma –que no revela un solo dato sobre la tecnología– se trata de equipos básicos de la compañía CZUR, con sede en China, a la venta por 337 euros. El Colegio financió la compra de 22 equipos (faltan por entregar seis), lo cual –comprado al precio del fabricante– representa alrededor de 7.500 dólares. Sin embargo, es probable que la cifra sea mucho mayor, puesto que en Europa cada aparato se llega a vender por más de 500 euros.
Los escáneres están repartidos por toda la Isla, aunque el diario del Partido Comunista no informa sobre los resultados del proyecto en otras provincias. El ministerio lleva a cabo, aseguran, un “trabajo para conservar los folios y libros que impulsa el organismo a nivel nacional” con dinero del Colegio.
Los escáneres están repartidos por toda la Isla, aunque el diario del Partido Comunista no informa sobre los resultados del proyecto en otras provincias- CHECALO -
Hay un equipo en el Registro Civil de La Habana Vieja –que digitalizó 722 tomos de los 1.456 que posee– y otros dos en el Registro de Tomos Duplicados, donde se escanearon libros de nacimientos. También hay escáneres en los municipios capitalinos de Marianao y Arroyo Naranjo, pero no han empezado a trabajar. El ministerio alega que el organismo español ayuda a la Isla en su “conservación de la memoria” y en su “proceso de informatización y transformación digital”.
Los archivos del país, admitió el ministro de Justicia Oscar Silvera, están en “proceso de deterioro”. Con la información escaneada, su cartera busca “una mayor transparencia en la gestión y celeridad en el trámite”. La mayor dificultad del proyecto, explicó, es digitalizar el Registro Unificado, “complejo” por su grado de deterioro y por su amplitud.
El vínculo del Colegio Oficial de Gestores Administrativos de Madrid con Cuba ha sido discreto pero creciente desde comienzos de año. Una visita a La Habana el pasado febrero de su presidente, Fernando Santiago Ollero, afianzó los vínculos del organismo a través de la firma de varios convenios con Silvera.
Con Santiago Ollero llegaron a Cuba los primeros equipos de CZUR, recibidos con la misma promesa que figuraba en Granma: garantizar la “seguridad y la transparencia” a la hora de interactuar con los registros públicos, un derecho que los cubanos tendrán que esperar a 2025 para que entre en vigor, con la nueva Ley de Acceso a la Información.
En aquel momento, Silvera prometió a Santiago Ollero “avanzar”, gracias al dinero español, en la digitalización de los cerca de 72.000 libros que guardan los registros civiles de la Isla. El servicio es “altamente demandado por la ciudadanía”, dijo, un eufemismo cuyo trasfondo es más que alarmante: con la estampida migratoria, los cubanos han aumentado sus solicitudes de documentos oficiales y el servicio, de por sí precario, está saturado.
El ministro había reconocido entonces que el “eje de apoyo” de su colaboración con el Colegio era la “tramitación de asuntos consulares”, e implicaba establecer relaciones más estrechas entre La Habana y Madrid o, en palabras de Silvera, “entre nuestros bufetes y estructuras de trabajo de gestores administrativos” de la capital española. También quería –y Santiago Ollero estuvo de acuerdo– “ganar más entendimiento en cuanto a la Ley de Memoria Democrática Española, con tanta vigencia para los cubanos” por sus implicaciones migratorias.
Además de sus intereses de trabajo, Santiago Ollero manifestó en varias entrevistas sus simpatías con sus homólogos cubanos. Se hizo fotografiar junto a una toga que le regaló el Colegio de Abogados de Cuba en cuya pechera sobresalía el logotipo de los Bufetes Colectivos de la Isla. También hay en su despacho otros “recuerdos” de su viaje, como unas gorras con el mismo logotipo.
La cercanía –y el hecho de que firmara su convenio en un salón junto a una foto de Fidel y Raúl Castro– causó revuelo y el Colegio declaró a la prensa independiente, el pasado marzo, que su cooperación con La Habana no tenía “implicaciones políticas”.
El estado de los archivos públicos en la Isla es crítico. Abandonados a la humedad, la polilla, el polvo y la precariedad constructiva de los Registros Civiles, es cada vez más difícil acceder a la información. Muy pocas entidades han llevado a cabo iniciativas para el rescate –a menudo imposible– y la digitalización de los documentos.
El vínculo del Colegio Oficial de Gestores Administrativos de Madrid con Cuba ha sido discreto pero creciente desde comienzos de año
La Iglesia católica, que cuenta con un acervo documental de varios siglos de antigüedad y cuyos libros de bautizos y matrimonios son fundamentales para validar la ascendencia española de quienes desean emigrar, ha llevado a cabo varias iniciativas. A través de proyectos privados –firmados con extrema discreción– con universidades extranjeras y asociaciones de historiadores, varias diócesis con archivos importantes –La Habana, Santa Clara, Camagüey y Santiago de Cuba, entre otras– han logrado la digitalización parcial de sus libros parroquiales.
Las asociaciones interesadas han puesto a disposición de varios obispados cubanos cámaras, escáneres, computadores, equipos de control de humedad y temperatura, e instrumentos de protección e higiene –pinzas, nasobucos, guantes– a fin de beneficiarse también de la información que se logre recabar de dichos documentos.
Un empeño de ese calibre solo ha sido ejecutado, a nivel estatal, por la Oficina del Historiador de La Habana. También gracias a proyectos europeos se logró dotar a instituciones clave –como la Biblioteca Nacional– de medios para digitalizar libros raros y valiosos. Los pocos frutos de ese trabajo están en el Repositorio Digital de la Oficina, que cuenta con varios títulos y revistas célebres, como Carteles o el Diario de la Marina. Este esfuerzo, sin embargo, ha sido muy limitado, y gran parte del patrimonio documental cubana permanece en estanterías donde la humedad y los insectos campan a sus anchas.
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