Cienfuegos/Subirse con trabajo a un carretón de caballo, apretujarse en el interior de un triciclo eléctrico o pagar más de 100 pesos por una motoneta son las opciones de transporte que baraja Lidia cada mañana cuando se dirige a su trabajo en Cienfuegos. Esperar a que pase un ómnibus público o que algún dirigente decida montarla en su Lada no son más que “milagros” que ocurren con poca frecuencia por la falta de combustible y vehículos estatales. Si quiere moverse, los particulares son la única opción.
«Es inútil esperar en una parada a que te recoja algún pincho, y más inútil aún es esperar hasta que pase una guagua», comenta a 14ymedio la cienfueguera de 55 años. El transporte privado, por otra parte, suele ser más eficiente y estar disponible, opina, pero son los precios los que frenan a los pasajeros de utilizar los vehículos particulares.
“Desde la piquera de la calle Industria hasta el Paseo del Prado un carretón cuesta entre 15 o 20 pesos, pero esa zona siempre está llena de gente por la cercanía con el hospital provincial y es difícil conseguir transporte allí en horas pico. Si necesitas irte rápido o hacer un tramo más largo, las motonetas pueden costarte hasta 500 pesos por unos pocos kilómetros”, advierte Lidia.
Para quienes viven en barrios periféricos o poblados cercanos, lograr moverse hasta la ciudad para trabajar o hacer recados es una odisea. “Yo vivo en el reparto Pueblo Grifo, a las afueras, y pago 200 pesos por un mototaxi que me lleve desde el parque Villuendas hasta el centro”, se queja Luis, otro cienfueguero al que las opciones de transportación le parecen demasiado pocas y costosas.
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“Todavía si fueran precios fijos. Pero el problema es que mañana te suben la tarifa en 50 pesos e igual tienes que pagar sin protestar, porque no hay en qué irse y hace semanas que no veo una Diana”, asegura, haciendo referencia a los ómnibus interurbanos que llevan ese nombre.
Para quienes se preguntan dónde están los inspectores encargados de evitar los precios abusivos y regular el transporte, Luis responde con sarcasmo: «Al parecer, se fueron a buscar el petróleo a Venezuela». El cienfueguero asegura que en los últimos días solo ha visto, esporádicamente, al funcionario que se encarga de la parada de Pastorita. “Trabaja un rato por la mañana con su tablilla debajo del brazo y sin que los choferes le tengan un mínimo de respeto», lamenta.
Si Cienfuegos exhibe durante la mayor parte del día sus paradas vacías, no es porque el transporte sea eficiente y veloz, sino porque los viajeros saben que, si esperan el paso de alguna guagua, “se van a quedar ahí hasta la noche”.
A los particulares que se dedican a la transportación de pasajeros no les desagrada que los ómnibus fallen y los inspectores desaparezcan. “Al final eso nos trae más clientela y trabajamos mejor”, asegura el chofer de una motoneta. “Es verdad que la gente no siempre puede pagar nuestras tarifas, pero esos precios no están ahí porque nosotros queramos, sino porque a nosotros también nos afecta la inflación”, asegura.
Gomas y llantas, piezas de repuesto, petróleo, aranceles y gastos de mantenimiento, “todo eso es dinero que debemos descontar al final del día y las ganancias todavía deben darnos para vivir, porque si no el negocio no se sostiene”, explica. “Los pasajeros a veces se molestan o se niegan a pagar la tarifa del viaje. Es lamentable que nos maltratemos unos a otros cuando la solución la tiene la gente de más arriba en la mano. Cuando alguien se pone así conmigo, no me queda más remedio que decirle ‘Te subes o te quedas’”.
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