Recientemente se avisó de los primeros avistamientos de carabelas portuguesas en las playas cántabras. Por eso, cuando los bañistas han visto unos pequeños animales transparentes y gelatinosos campando en grandes cantidades por sus aguas han entrado en pánico. ¿Y si son crías de carabela portuguesa o de algún tipo de medusa peligrosa? Los expertos no han tardado en acudir a las playas afectadas para observar esa nueva plaga, que en realidad ha resultado ser de salpas, unos animales totalmente inofensivos, que están más emparentados con los humanos que con las medusas.
Sí, sí, aunque sean transparentes, gelatinosas y vivan en el mar, están más cerca de nosotros. Esa es una de las maravillas de la taxonomía. Más adelante veremos a qué se debe ese parentesco con nuestra especie. Pero también es importante conocer un poco más sobre ellas y comprender por qué de repente plagan las aguas cántabras.
Lo cierto es que las salpas viven en prácticamente todo el planeta. No obstante, parece ser que la concentración en estas playas españolas tiene relación con el cambio climático y el calentamiento de las aguas. A estas alturas, es algo que ya no debería sorprendernos.
¿Qué sabemos de las salpas?
Las salpas son animales invertebrados transparentes, de aspecto gelatinoso y forma de barril. Su tamaño oscila entre 1 y 20 centímetros. No obstante, pueden agruparse unas con otras formando hileras de varios metros.
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Esto ocurren durante la fase asexual de su ciclo reproductivo. Al inicio de la fase sexual, se liberan y se reproducen de manera que cada salpa de la hilera tiene ahora otra en su interior.
Son animales filtradores, que se alimentan de plancton. Esto les confiere un papel muy importante en la ecología marina, ya que también contribuyen al buen funcionamiento del ciclo del carbono. Muchos de esos componentes del plancton de los que se alimentan son especies fotosintéticas, que utilizan el dióxido de carbono para fabricar sus componentes. En resumen, son fijadores del carbono. Si las salpas se alimentan de ellos, tanto sus heces como las propias salpas muertas contienen ese carbono, que pasa al fondo marino. Allí, puede ser absorbido por otras criaturas o directamente quedarse almacenado, de manera que se reducen sus niveles en la atmósfera terrestre, contribuyendo a evitar el calentamiento global. Ya vemos que las salpas no solo no son peligrosas, sino que además son beneficiosas para nosotros.
¿Qué quiere decir que están más emparentadas con los humanos que con las medusas?
Tanto las salpas como las medusas y los humanos pertenecemos al reino animal. No obstante, si continuamos descendiendo en la clasificación taxonómica, en el filo encontramos algo curioso. Las medusas pertenecen al filo Cnidaria, compuesto por animales acuáticos de estructuras muy simples.
En cambio, tanto las salpas como los humanos pertenecemos al filo de los cordados. Estos se caracterizan por la presencia en su fase embrionaria de una notocorda y un tubo neural. En los humanos, estas dos estructuras se siguen desarrollando hasta dar lugar al sistema nervioso y la columna vertebral tal y como los conocemos. Al contrario, en el caso de las salpas, pertenecientes al subfilo de los tunicados, esas estructuras se pierden a medida que se hacen adultas. Por lo tanto, nuestros embriones y las primeras fases de desarrollo de las salpas son muy similares entre sí. Los cambios que vienen después son los que nos hacen tan diferentes.
Sea como sea, no hay nada que temer por esta plaga de salpas de las playas cantábricas. Será necesario hacer un seguimiento, pero más por su seguridad que por la de los bañistas. No pican ni son peligrosas. Probablemente seamos más peligrosos nosotros para ellas. Por eso, si las vemos, lo mejor que podemos hacer es no molestarlas. Podemos verlas como unas primas muy muy muy lejanas a las que les debemos un respeto (y no, eso no quiere decir que no debamos respetar también a las medusas).
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