A la hora de pensar en fuentes de sustancias contaminantes, lo último que se nos pasaría por la cabeza serían los árboles. Sin embargo, según un estudio publicado recientemente en Science, las plantas, sobre todo las de gran tamaño, están contribuyendo notablemente a los niveles de contaminación ambiental en Los Ángeles.
Esta ciudad estadounidense ha trabajado mucho en los últimos años para reducir las emisiones procedentes del tráfico y la industria. No obstante, a medida que el cambio climático avanza los científicos se han percatado de que las fuentes secundarias de contaminación estaban llegando a niveles nunca vistos.
Estas incluyen la materia vegetal, ya que las plantas liberan compuestos orgánicos volátiles (COV), tanto para comunicarse entre ellas y los polinizadores como para ahuyentar a herbívoros y protegerse del estrés ambiental. Además, son esenciales en su relación con los microorganismos. Generalmente estas sustancias no son dañinas para el medio ambiente. Sin embargo, cuando se someten a temperaturas muy elevadas pueden transformarse en otros compuestos que sí son muy contaminantes. Es, por ejemplo, el caso del ozono troposférico, también conocido como ozono a nivel del suelo. Todo esto no significa que debamos dejar de tener zonas verdes en las ciudades. Sus beneficios son mucho mayores que sus perjuicios. No obstante, con el cambio climático haciendo ya acto de presencia, quizás sí que habría que tener algunas medidas en cuenta.
Los COV y la contaminación
Se conoce como compuestos orgánicos volátiles a un grupo de sustancias químicas compuestas mayoritariamente por carbono e hidrógeno, que se liberan al ambiente en forma de gases a temperatura ambiente. Los hay muy peligrosos, como el benceno, significativamente dañinos, como la anilina, o muy poco preocupantes, como la acetona. También hay algunos, como los terpenos que producen las plantas, que en un principio no suponen ningún riesgo.
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No obstante, los COV son susceptibles de transformarse en ozono troposférico al reaccionar con los óxidos de nitrógeno y la luz solar. Estos óxidos resultan sobre todo de la contaminación causada por la actividad humana. Aunque hayan disminuído sus niveles, la reacción se produce en mayor medida cuando aumentan las temperaturas. La sequía también contribuye, porque las plantas reaccionan liberando más terpenos al ambiente.
¿Por qué son peligrosos los COV?
Algunos COV son peligrosos por sí mismos, por tener la capacidad de dañar el ozono estratosférico, contribuyendo así a que lleguen hasta nosotros una mayor cantidad de radiaciones ultravioleta procedentes del Sol. Además, algunos, como el benceno, son extremadamente cancerígenos.
Por otro lado, tanto el ozono troposférico como algunos COV por sí mismos pueden afectar directamente a la salud de las personas. Son gases muy irritantes, cuyo aumento en la atmósfera parece estar relacionado con un incremento en la incidencia de partos prematuros y enfermedades tanto respiratorias como cardiovasculares.
Por ese motivo, los autores del estudio que se acaba de publicar, tras medir el aumento en los niveles de terpenos de origen vegetal, recomiendan controlar los árboles y otras plantas de las zonas verdes de las ciudades para que no estén sometidas a un estrés que pueda provocar la liberación de más COV. También se recomienda estudiar qué plantas se siembran en cada zona, ya que no todas producen la misma cantidad de estas sustancias.
Según los niveles de contaminación y las condiciones climáticas de cada zona, podrían elegirse unas u otras. En definitiva, las plantas son una fuente sorprendente de contaminación, pero ni mucho menos debemos deshacernos de ellas. Solo es importante que sepamos bien cómo cuidarlas y aprovechar sus beneficios, disminuyendo sus riesgos.
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