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abriel Puentes es todo un personaje. No sólo es uno de los mejores bateristas de jazz que hemos escuchado a lo largo del tiempo. Es también uno de esos elegidos que sencillamente no pueden limitarse
a tocar como acompañamiento, y que más allá de las plataformas que construyen en cada ensamble, incorporan siempre un discurso propio y sugerente en cada pincelada. Pero además, Gabriel es uno de quienes mejor entiende el jazz en todos sus niveles: histórico, conceptual, interpretativo, que con facilidad y naturalidad se adentra y comparte y te explica un lenguaje tan volátil como elástico… de ahí que sea uno de los músicos más solicitados del país, que sus clínicas tengan tantos alumnos y que El pulso del jazz sea de los mejores programas en la radio mexicana.
Gabriel Puentes, músico chileno de 49 años, llegó a México en septiembre de 1999 para cumplir con unas chambas de dos o tres meses. Y aquí se quedó. Hace buen tiempo le pregunté por qué había decidido radicar y me dijo: “Me di cuenta de que había músicos de muy alto nivel, tocando un jazz increíble, haciendo música interesante de todas partes, y por eso como que así fue pasando. No fue que decidiera ‘ah, me voy a quedar’, sino que me fui quedando y aquí estoy”.
Su evidente talento instrumental lo introdujo en automático en el circuito central del jazz en México, tocando con los mejores músicos y grabando discos realmente emblemáticos, como Common Differences, junto a Mark Aanderud y Agustín Bernal; o Trío, Oinos y En Vivo en Pólak Fórum, estos últimos tres cedés, de Eugenio Toussaint.
- CHECALO -
En 2010 presentó un primer disco, Simple, junto a la pulcritud de Leo Genovese y Chris Lightcap. Y ocho años después, apareció No somos dos, proyecto a dúo de piano y batería donde Leo Genovese, pianista argentino de enorme nivel (radicado desde hace veintitantos años en Nueva York) vuelve a participar. Sólo habría que añadir que en 2023 Leo Genovese ganó el Grammy en la categoría de Mejor solo improvisado de jazz, junto al célebre Wayne Shorter por su intervención en Endangered Species, un tema de Esperanza Spalding incluido en el álbum Live At The Detroit Jazz Festival. Era la primera vez que este premio se ganaba compartido. Shorter falleció en marzo de ese mismo año, a los 90 años.
El 23 de mayo de 2023, Puentes y Genovese se volvieron a juntar, ahora para grabar un disco en vivo en Jazzatlán Capital, nuevamente bajo el nombre de No somos dos, pero con el título añadido de Vamo. El cedé apareció hace pocas semanas, y todo aquél que quisiese obtener una copia física de esta obra de arte, puede escribir a [email protected].
Mi preconsciente y yo pudimos platicar con Gabriel sobre No somos dos y el maestro nos dijo: “El primero salió así porque no hubo de otra. Teníamos agendadas cuatro horas de estudio. Yo llegué tarde de San Luis Potosí, pasé por Leo y agarramos hora y media de tráfico para llegar al estudio. Entonces, cuando estuvimos listos, teníamos 55 minutos para grabar.
“Y ya con el reloj encima, dijimos ‘Bueno, vamos a tocar solamente’. Le dijimos al ingeniero que grabara hasta que le hiciéramos señas de que parara. Por eso la primera intervención dura 50 minutos. Es una bocanada de música que tiene sus silencios, sus momentos en que parece que hubiésemos cortado, pero en realidad es tal cual como salió. Es una bocanada que pasó por varios lugares sin intención de publicarlo así. Ya a posteriori, escuchando, Leo me dijo: ‘Yo no le cortaría nada, ni buscaría los pedacitos más coherentes. Creo que eso es el disco.’
“Acabando esa larga improvisación, teníamos cuatro minutos más, y metimos Memories of You, una balada de los años 30, de Eubie Blake. Lo que tocamos en el primer disco es, básicamente, lo que veníamos platicando en esa hora y media de tráfico: la muerte de mi familia, la casa de mi mamá, Nicanor Parra, el folclor sudamericano; sobre Paul Motian, sobre Wayne Shorter, nuestros héroes en común.
“Y en Vamo… inicialmente íbamos a tocar temas de compositores que admiramos, pero cinco minutos antes de salir al escenario, en lugar de set list, sólo anoté Vamo en mi libretita y nos subimos a improvisar. Se quedó fuera una versión, con arreglo escrito en partitura, de una composición de Violeta Parra que se llama El gavilán, que es una rola impresionante.
“Pero también terminamos tocando lo que tenemos en común. Un track es sobre la casa de mi mamá, que la demolieron; es una visita onírica. La última pieza, Réquiem por un tigre, es dedicada a Jorge Tirado, El Tigre, de aquel crimen horrible en la colonia Roma, a 100 metros del Jazzatlán, donde mataron a dos hermanos. Jorge era un amigo cercano.
“Al final de la Suite trasandina hay un clímax de tamborazos que nos acercan más a Cecil Taylor con Max Roach, o a los dúos que hacía Paul Bley con Paul Motian…”
(continuará)
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