El pasado 9 de junio, la boxeadora mexicana Ana María “La Guerrera” Torres fue inmortalizada en el salón de la fama del boxeo internacional en Canastota, Nueva York.
Juan Pablo Vilchis
- CHECALO -
“Me siento contenta, porque el boxeo femenil es una realidad y además de que hemos demostrado que las mujeres tenemos bastante calidad para subir al cuadrilátero”.
Luego de haber sido inducida al salón de la fama del boxeo internacional en Canastota, Nueva York, la mexiquense Ana María “La Guerrera” Torres reforzó su figura como leyenda, no solo del pugilismo, sino del deporte femenil en general.
El 3 de julio de 1999 se llevó a cabo en Arena México la primera función de boxeo profesional en la que fueron incluidas mujeres y que, además, estuvo reconocida oficialmente por las autoridades del deporte.
En dicha cartelera hubo una pelea que llamó la atención: “La Guerrera” Torres se midió ante Mariana “La Barbie” Juárez, un enfrentamiento a cuatro asaltos que ganó por decisión unánime Ana María.
Pero el resultado fue lo de menos. Fue tanto el éxito de aquel combate que el pugilismo femenil profesional comenzó a tomar fuerza en nuestro país después de que la práctica de este deporte estaba legalmente prohibida para las mujeres.
“Era muy difícil en ese entonces porque había muy pocas las boxeadoras que había, pero esas pocas siempre subían al ring con ímpetu y ganas de salir adelante. Creo que eso ayudó para que, posteriormente, los promotores, la televisión, los patrocinios y sobre todo el Consejo Mundial de Boxeo (CMB) se diera cuenta que la mujer le ponía todas las ganas del mundo porque José Suleman (ex presidente del CMB) lo hizo una realidad (el boxeo femenil) y por eso empezó a organizar los campeonatos mundiales”.
Fue entonces como se abrió la puerta del boxeo femenil en México, dando paso al surgimiento de grandes pugilistas, quienes terminaron por forjar el camino para las generaciones futuras de mujeres boxeadoras.
“Fui una de las pioneras junto a Laura Serrano, Mariana Juárez, Gloria Ríos y muchas otras te puedo mencionar, que ya son peleadoras retiradas, pero que también contribuyeron para que esto fuera una realidad”.
“Lo complicado no es aprender, es que te cierran las puertas…”
En un deporte que históricamente había sido dominado por hombres, esto significó todo un movimiento por el deporte femenil en un México que apenas aceptaba ver a las mujeres arriba del cuadrilátero.
“Lo complicado no es entrenar y aprender en el gimnasio, sino que los promotores te cierran las puertas. Tenemos que estar luchando y tocando una y otra puerta hasta que alguien se quita el el machismo y decide programar mujeres en sus carteleras. En la actualidad ya hay muchos promotores importantes que programan peleadoras. Yo creo que las (pugilistas) mexicanas vamos por un buen camino, estamos trabajando fuerte y tenemos calidad. Tenemos corazón, tenemos coraje y las pocas boxeadoras que han salido a nivel internacional, han logrado poner muy en alto el boxeo femenil mexicano”.
“El apoyo de mi mamá fue la gloria para mí”
El camino de Ana María en el boxeo profesional y la herencia que dejó su carrera a su paso, no hubiera sido posible sin el apoyo de su mamá, la señora, Angélica Ramírez, quien involucró a la mayor de sus hijas en el pugilismo a falta de recurso económico para seguir pagando las clases de taekwondo que La Guerrera había tomado desde muy temprana edad.
“Siempre le voy a agradecer a mi madre ese carácter que tenía para poder educarnos. Mi mamá dijo un día ‘ya no te puedo pagar el taekwondo porque es muy caro, pero te voy a llevar al box”, y yo nada más obedecí. Siempre era así. Entonces me llevó al box y me gustó. Me apasionó escuchar el costal, las peras. Algunos familiares no estaban de acuerdo con que existiera el boxeo femenil, pero mi mamá me apoyaba en todos los aspectos. Yo creo que yo estaba en la gloria con ese apoyo”.
Lo conseguido por Ana es el reflejo del esfuerzo de su madre que, con su valentía y sin saberlo, fue artífice de un legado y fuente de inspiración para la familia Torres y para muchos y muchas mexicanas que quieren ser como “La Guerrera”.
“Empecé yo y ahora mi hermana Silvia Torres, “La Guerrerita” viene empujando fuerte. De hecho, ya fue campeona mundial. A nivel internacional somos la segunda pareja de hermanas que han sido campeonas mundiales en la historia del boxeo. En México fuimos las primeras. He tenido una trayectoria limpia, de disciplina, de dedicación y que sirvió de ejemplo para que mis compañeras tengan la meta de superar a Ana María. Es como les digo a todas y a todos: si hay disciplina, se pueden llegar muy alto”.
“Ni siquiera una campeona mundial podría vivir de ser boxeadora”
Aún y con la lucha que se ha hecho durante años, Ana María reconoce que las mujeres, a diferencia de los varones, aún no podrían vivir del boxeo debido a los sueldos tan bajos que perciben las pugilistas profesionales.
“Todavía una boxeadora no puede vivir del boxeo, ni siquiera una campeona mundial porque lamentablemente los sueldos son extremadamente bajos. Las únicas satisfacciones que tenemos nosotras como deportistas es que hacemos lo que nos gusta y ganamos campeonatos mundiales porque tenemos una familia que nos apoya. Los promotores tienen que entender que también pueden hacer negocio con las mujeres porque también tienen calidad. Nada más es cuestión de que alguien se anime y valore nuestro trabajo para que paguen dignamente”.
En abril de 2022, la puertorriqueña Amanda Serrano y la irlandesa Katie Taylor se convirtieron en las primeras mujeres en haber obtenido una paga de un millón de dólares con el combate entre ambas boxeadoras disputado en Nueva York, convirtiendo a esta pelea en la más lucrativa en la historia del boxeo femenil.
Solo para poner en contexto, la pelea que ha recaudado más dinero en todos los tiempos del boxeo varonil fue la del filipino Manny Pacquiao y el estadunidense Floyd Mayweather en el 2015.
Manny ganó poco más de 146 millones de dólares, mientras que el “Money” obtuvo la cantidad de 268 millones de dólares por dicho combate.
“El Salón de la Fama es el mayor logro de mi carrera”
Ahora, con su entronización al Salón de la Fama, la pugilista mexiquense quedará en la memoria del deporte internacional al convertirse en la segunda mujer latinoamericana en ser inducida en el mismo. La primera fue la también mexicana Laura Serrano.
“Yo creo que representa la culminación de mi carrera y el inicio para que otras compañeras lo logren. Que ellas se den cuenta que los sueños se pueden hacer realidad a pesar de todos los obstáculos que hay. El salón de la fama es mi máximo logro. No puedo expresar la emoción que siento al verme ahí junto a mis grandes ídolos. Yo no cambiaría nada de mi carrera, al contrario, le agradezco a Dios por todo lo que me pasó para llegar a madurar, hacerme fuerte y poder lograr mi meta de ser campeona mundial. A convertirme en una de las mejores a nivel mundial”.
Con un récord de 28-3-3, con 16 nocauts, la oriunda de Nezahualcóyotl, Estado de México, se retiró del pugilismo profesional en el 2012, con dos campeonatos mundiales en su palmarés y 10 defensas de los mismos.
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