Washington/El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y el ex mandatario Donald Trump llegan al debate de este jueves en CNN con un empate en las encuestas a nivel nacional, pero con el republicano por delante en la mayoría de los estados que serán clave en las elecciones de noviembre.
Según la media de sondeos del portal FiveThirtyEight, Trump tiene un 41% de intención de voto, frente al 40.9% de Biden, que ha recuperado terreno en las últimas semanas y para el que una buena actuación en el debate es vital para mejorar en intención de voto.
La última encuesta nacional, publicada ayer por el diario The New York Times, da a Trump una ventaja de tres puntos sobre Biden, con un 40%. No obstante, los sondeos en los estados decisivos, los que se pueden inclinar a uno u otro candidato, dan ventajas a Trump en la mayoría. En Míchigan, Wisconsin y Pensilvania el margen es de empate técnico, mientras que Trump tiene márgenes claros en Georgia, Carolina del Norte, Nevada y Arizona.
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El debate puede ser un punto de inflexión y pondrá frente a frente no solo dos formas de entender la política, sino dos personalidades opuestas. El actual mandatario es un “institucionalista”, explica a la agencia EFE Tom Hollihan, profesor de Comunicación en la Escuela de Comunicación y Periodismo USC Annenberg. Trump, por otra parte, “es una personalidad televisiva muy grandilocuente, que capta la atención y dice cosas deliberadamente provocadoras”.
Otro factor es la edad: Biden tiene 81 años y su rival 78. Aunque solo hay tres años de diferencia, solo uno de ellos es octogenario y ve cuestionadas en la arena pública las consecuencias de la edad. “Los dos han tenido momentos preocupantes sobre sus capacidades, pero Trump siempre ha sido un poco errático. Cuando es más errático, la única impresión que da es que está siendo él mismo, en vez de mostrar señales de envejecimiento”, apunta Tammy Vigil, profesora de Comunicación en la Universidad de Boston.
Trump puede decir una cosa sin sentido tras otra y a sus partidarios no les importa, apunta Steven Fein, profesor de Psicología del Williams College. “Biden está sometido a un mayor escrutinio por la gente de izquierdas, así que se tiene que preocupar más por no ofenderlos y también por ganar a los de centro”.
Además, estar en la Casa Blanca pone al alcance de Biden todos los recursos de la autoridad. Su presencia mediática se multiplica por los compromisos propios de su cargo y sus encuentros con líderes internacionales impulsan su imagen presidencial. Al mismo tiempo, los comicios del 5 de noviembre pueden interpretarse como un referéndum a su labor.
En tanto, Biden tiende a atraer a un electorado de áreas urbanas, con mayor educación e ingresos medios. También a los afroamericanos y a las mujeres. Trump suele tener de su lado a los extremos: a los de un nivel socioeconómico bajo, que se adhieren a su lema de campaña Make America Great Again (Hacer América grande de nuevo), pero también a los empresarios, tanto de grandes como de pequeños negocios.
Trump tiene en su contra cuatro casos penales y una condena, la primera contra un ex mandatario del país, por falsificación de registros comerciales para comprar el silencio de una actriz porno durante la campaña de 2016. Biden llega sin antecedentes, pero salpicado por la declaración de culpabilidad a su hijo Hunter por compra y posesión ilegal de un arma en 2018. Aunque no son situaciones comparables, uno y otro bando las utilizan contra su rival.
Este debate será histórico, no sólo porque llega antes de las convenciones de ambos partidos (nunca antes se había celebrado un cara a cara antes de septiembre), sino por la edad de los candidatos. Además, es el primero que no organiza la Comisión de Debates Presidenciales desde 1988 y no tendrá público, algo que no sucedía desde el debate televisivo inaugural de 1960 entre John F. Kennedy y Richard Nixon.
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